Durante el segundo periodo de Gobierno de Fujimori, el Ejecutivo peruano realizó esterilizaciones a más de 200.000 mujeres.
EFE / PÚBLICO
El hecho de que el caso de Celia Ramos, muerta en 1997 después de haber sido esterilizada forzosamente, haya llegado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha despertado la esperanza de encontrar justicia en sus hijas y miles de mujeres que sufrieron esas intervenciones durante el Gobierno del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000).
«Me siento contenta porque, después de tantos años, por fin internacionalmente se reconoce de alguna manera la responsabilidad que tiene el Estado peruano de reconocer la verdad de los hechos, no solo del caso de mi mamá, sino todo lo que sucedió alrededor de ese programa», ha declarado Marisiela Monzón Ramos, hija de la víctima, en una rueda de prensa.
Este juicio «marca un paso significativo en el proceso de esclarecimiento y reparación en favor de Celia Ramos, su familia y todas las mujeres que sufrieron debido a una política estatal cruel y sistemática«, según han afirmado en un comunicado el Centro de Derechos Reproductivos (CRR), el Estudio para la Defensa de los Derechos de la Mujer (DEMUS), y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL).
Celia Ramos murió en 1997, 19 días después de haber sido sometida a una operación de ligadura de trompas, cirugía que se complicó y acabó con su vida.El Gobierno de Fujimori realizó esterilizaciones a más de 200.000 mujeres
Durante el segundo periodo de Gobierno de Fujimori, entre 1995 y 2000, y con el objetivo de «reducir la pobreza», el Ejecutivo peruano implementó un Programa Nacional de Planificación Familiar y Salud Sexual y Reproductiva, que realizó esterilizaciones a más de 200.000 mujeres, la mayoría quechuahablantes, pobres y campesinas.
Este caso ha sido abierto y archivado varias veces en Perú desde que se denunciaron los hechos y ha incluido entre los responsables, además de Fujimori, a los entonces ministros de Salud por haber dado presuntamente instrucciones para la ejecución de ese programa, con incentivos para el personal médico que participó.
«Soy testigo, en esa edad que tenía, de que mi mamá fue presionada a tal punto que tuvo que acceder a hacerse esa operación. La desinformación fue tal que la operación de la ligadura de trompas fue comparada con una extracción de muela. Lo tengo muy claro en mi recuerdo», ha relatado Monzón.Otras 15 mujeres fueron intervenidas en una posta de salud que no estaba preparada para este tipo de intervenciones
El abogado Milton Campos, de la organización civil DEMUS, ha explicado que informes de lo sucedido por parte de autoridades, como el Ministerio de Salud o investigaciones del Congreso, llegaron a la conclusión de que el mismo día de la operación de Ramos, que ocurrió «contra su propia voluntad», otras 15 mujeres fueron intervenidas en un puesto de salud que no estaba preparada para este tipo de intervenciones.
Lucía Hernández, asesora legal del Centro de Derechos Reproductivos de CRR, se ha referido a que la sentencia de la Corte debe buscar los responsables de estas políticas que «anulaban la autonomía reproductiva de mujeres de orígenes humildes bajo coacción y amenazas» y que la sentencia debe garantizar que este tipo de sucesos vuelvan a tener lugar en el futuro.
«Que el caso llegue a la corte es una oportunidad única para que las hijas de Ramos puedan ser escuchadas, puedan avanzar en la reparación de justicia y la sentencia podría desarrollar estándares que se pueden implementar en Perú para otros casos, esta deuda histórica que el Estado tiene con ellas», ha concluido la abogada de DEMUS, María Ysabel Cedano, al indicar que se trata de «un megacaso» que incluye más de 3.000 personas denunciantes.