McCarthy, cuyos relatos nihilistas y violentos sobre la frontera estadounidense y mundos postapocalípticos le valieron múltiples premios, murió el martes a los 89 años. El escritor también será recordado por las adaptaciones cinematográficas de sus relatos y noches de insomnio para sus lectores cautivados y horrorizados.
FRANCE 24
Alguna vez, Cormac McCarthy fue calificado como «el mejor escritor norteamericano que no llegó a ser famoso».
Para McCarthy el éxito llegó de manera tardía, en parte, gracias a Hollywood, que aprovechó sus historias oscuras y crueles del Viejo Oeste. Su editor anunció que su fallecimiento se dio por causas naturales este martes 13 de junio a la edad de 89 años.
Autor de doce novelas, McCarthy era un escritor exigente e íntegro. Sus crudas descripciones de las desviaciones humanas le valieron rápidamente un círculo de admiradores leal, aunque reducido.
Escrita a principios de los años 60 mientras trabajaba en un taller de piezas de automóviles de Chicago, ‘El guardián del vergel’, su primera novela, fue publicada por la prestigiosa editorial Random House bajo el ala de Albert Erskine, editor de William Faulkner, a quien McCarthy admiraba y con quien a veces se le comparaba.
Esta cruel e irónica historia de personajes unidos sin saberlo por un cadáver es también una oda a la naturaleza salvaje de las montañas de Tennessee, el estado sureño donde pasó su juventud.
Aunque nació en Providence (Rhode Island) en 1933, McCarthy creció en el lugar de las «grandes obras» del expresidente Franklin Roosevelt, las presas del valle del Tennessee, donde su padre era abogado.
‘El guardián del vergel’, elogiado por los críticos, permitió a McCarthy vivir de sus escritos gracias a donaciones de instituciones como la Fundación Rockefeller. En 1968 publicó ‘La oscuridad exterior’, una obra que narra las consecuencias de una relación incestuosa.
‘Meridiano de sangre’, un ‘western apocalíptico’
También ambientado en los Apalaches, ‘Hijo de Dios’, publicado cinco años más tarde, iba aún más lejos en la exploración de la oscuridad del alma con su protagonista asesino y necrófilo, mientras que el río Tennessee, parábola de la vida, se convertía casi en el protagonista de la divertida ‘Suttree’ que salió al público en 1979.
Fue por entonces cuando McCarthy se trasladó a El Paso (Texas), en la frontera con México. Tierra de violencia y tráfico de todo tipo, la región iba a tener un profundo efecto en su obra.
‘Meridiano de sangre’ (1985), la primera obra del «periodo del Viejo Oeste» de McCarthy, narra las aventuras de un joven en la agitación de la década de 1840, cuando Texas se unió a Estados Unidos. Este ‘western apocalíptico’, con sus ríos de sangre, es considerado por algunos críticos como su obra maestra.
En la década de 1990 creó la ‘Trilogía de la frontera’, y de nuevo con el Viejo Oeste como telón de fondo escribió: ‘Todos los hermosos caballos’, ‘En la frontera’ y ‘Ciudades de la llanura’.
McCarthy, sobre quien su primer editor aseguró nunca haber «vendido ni uno solo de sus libros» (ninguno de sus cinco primeros libros vendió más de 3.000 ejemplares), vio, entonces, cómo sus obras ascendían a más de 200.000 ejemplares.
Los cuatro Óscar de la adaptación de ‘No es país para viejos’
Este éxito tardío fue confirmado por Hollywood. Primero ‘Todos los hermosos caballos’ fue llevada a la pantalla en 2000 con Matt Damon, y después ‘No es país para viejos’, de los hermanos Coen, que ganó cuatro Óscar en 2008.
El año anterior, McCarthy se llevó el prestigioso Premio Pulitzer por ‘La carretera’ (2006), la historia de un padre y un hijo errantes en un país asolado por un cataclismo de origen desconocido.
Oprah Winfrey eligió este libro como uno de los más importantes del año y rápidamente fue adaptado a la gran pantalla.
16 años después de ‘La carretera’, regresó con ‘El pasajero’ (2022) y su precuela ‘Stella Maris’, publicadas al mismo tiempo. En esta historia, ambientada diez años antes de ‘El pasajero’, McCarthy toma por primera vez como protagonista a una mujer esquizofrénica.
Introvertido y desvinculado de las obligaciones materiales —vivió mucho tiempo en moteles de mala muerte—, McCarthy sólo ha concedido un puñado de entrevistas en su vida.
En su única entrevista televisiva, le explicó a Winfrey que la exposición en los medios de comunicación «no es muy buena para la mente». «Si pasas mucho tiempo pensando en cómo escribir un libro, probablemente no deberías hablar de ello. Hay que hacerlo», sentenció.
Con AFP