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Ni anillos ni relojes: así es el protocolo inflexible para cuidar un Stradivarius | ABC

Sacar los Stradivarius del conjunto palatino requiere unas normas estrictas

Sonsoles Castillo, jefa de la Unidad de traslado de obras de arte de Patrimonio Nacional // JOSÉ RAMÓN LADRA

KARINA SAINZ BORGO / ABC

Sacar los Stradivarius del conjunto palatino requiere un protocolo estricto. Nada de anillos, relojes ni cualquier otra prenda que pueda arañar la madera. «Es un conjunto único en el mundo», dice Sonsoles Castillo, jefa de la Unidad de traslado de obras de arte de Patrimonio Nacional, quien desde muy pronto custodia, junto a su equipo, los estuches donde reposan los cuatro instrumentos, recién desmontados de las vitrinas de la sala del Palacio Real donde pueden ser admirados por el público visitante. No son pocas las precauciones. Estos instrumentos han sobrevivido a tres guerras: la de Secesión, la de Independencia y la Guerra Civil Española, cuando fueron puestos a resguardo en los sótanos del museo del Prado.

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Antonio Stradivarius lo concibió como un conjunto unitario para Carlos II y decidió después ofrecerlo como obsequio a Felipe V. A diferencia de otros conjuntos del mismo violero, este cuarteto, decorado con una cefana de pasta de ébano e incrustaciones de marfil, ha permanecido unido y vinculado a la Corte española desde su adquisición con la excepción de las dos violas robadas en el siglo XIX (la de contralto fue recuperada en 1950 gracias al conservador de entonces, Ruiz Casaux). Tanto sus aros como sus clavijeros presentan roleos renacentistas enriquecidos con motivos vegetales y florales cuyas plantillas se mantienen en el Museo de Cremona.about:blank

«La importancia de este conjunto palatino es mayúscula. Lleva 250 años seguidos tocándose y diez desde que los instrumentos de Cremona han sido reconocido por la Unesco como patrimonio», explica la conservadora María José Suárez, responsable de estudiar y contextualizar lo relativo a estos instrumentos.

Son las nueve de la mañana en el Palacio Real de Madrid. Sonsoles Castillo ha llegado mucho antes, para sacar de las vitrinas los violines, las violas y el violonchelo antes de que los músicos lleguen al ensayo. Es una disciplina invariable. Ninguna persona puede manipularlos sin que ella o alguien de su equipo estén presentes. «En el mundo hay alrededor de unos 600 Stradivarius, pero decorados y fabricados ex profeso en el taller de Cremona como cuarteto, y que todavía se mantienen unidos», explica la guardiana y encargada de que no ocurra ningún accidente.

«Los Stradivarius no pueden morirse en la vitrina. Tienen que tocarse para que no mueran. La madera está viva. Cuanto más los tocas, mejora su sonido». Castillo debe estar presente durante todo el ensayo para devolverlos a sus escaparates. Desde hace más de treinta años, ella y su equipo velan por el conjunto palatino. A pesar del mimo y la vigilancia, comprende que poco harían estas joyas encerradas en sus cajas de cristal.

«La madera está viva. No conviene que permanezcan guardados. No pueden morirse en las vitrinas», asegura. En todo ese proceso, se cambian las cuerdas, y el arco. Después del concierto, se destensan para poder guardarlos. «Una vez al año, viene un lutier, para revisar y certificar que todo esté en orden». Lo que distingue a estos Stradivarius de cualquier otro objeto artístico, es que ellos, además de permanecer intactos, deben mantener su funcionalidad.

«Cuidado. No lo acuestes en el suelo, que ya sé cómo sois los violonchelistas», indica a uno de los músicos. La propia Sonsoles levanta el instrumento y lo posa en el atril, como si en lugar de madera, estuviese hecho de cristal. «Nuestra misión es conservar estos instrumentos, porque están hechos de materiales orgánicos. Los músicos saben perfectamente lo que tienen entre las manos y a veces no es sencillo resistirse a la emoción. Pero son ellos quienes deben adaptarse al Stradivarius, no el Stradivarius a ellos».

Fuente: https://www.abc.es/cultura/anillos-relojes-protocolo-inflexible-cuidar-stradivarius-20221019010955-nt.html

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