Hoy repasamos el primer caso ‘fake’ de exorcismo de la historia, desmontado por la ciencia, en una época repleta de supersticiones
E. ZAMORANO / EL CONFIENCIAL
Dentro de la cultura paranormal, hay casos de posesión infernal capaces de asustar a las almas más valientes. El tema de los exorcismos entró de lleno en la cultura popular de nuestra era tras el éxito de la impresionante película ‘El exorcista’ (1975, William Friedkin), la cual aterrorizó los corazones de medio mundo narrando la historia de Reagan MacNeil, una niña que al jugar a la ouija un espíritu maligno invade su cuerpo, haciendo que este se contorsione de mil maneras distintas y de la forma más realista para una época del cine en la que no existían efectos especiales avanzados.
La historia de Reagan era mentira, una ficción visual genialmente construida por parte de unos entusiastas del cine de terror que se basaron en una novela de William Peter Blatty. Ni el vómito verde era real, ni la vuelta de 360 grados de su cabeza o las llagas en el rostro que infundieron tanto pánico al público. La historia, en ocasiones, puede repetirse. Los hechos que suceden hace años o siglos reverberan y vuelven al presente o a un pasado más o menos cercano. Tanto como Friedkin logró que nos creyéramos y tembláramos de miedo ante las escenas de su película de ficción, hubo hace mucho tiempo el caso de una joven francesa que engañó a toda la sociedad del momento, haciéndola creer que verdaderamente estaba endemoniada.
Allá donde iban, los ciudadanos se quedaban impresionados al creer que tenían delante a la reencarnación del demonio en la tierra
Su nombre era Martha Brossier y tenía 22 años cuando empezó a manifestar signos de posesión infernal. Nacida en 1556, se aprovechó del clima supersticioso de la época. Por aquel entonces, la creencia en brujas y demonios era mucho más común que ahora, ya que todavía no había llegado la Ilustración, periodo en el cual se pretendió explicar hechos complejos con verdades y leyes científicas. De hecho, una de sus vecinas, llamada Anne Chevreau, fue culpada de realizar brujería sobre ella, siendo encarcelada cuando el entorno de Martha empezó a contemplar con sus propios ojos los extraños fenómenos que acontecían en su cuerpo.
Una ‘Reagan’ de finales de la Edad Media
Según la web ‘Mysterious Universe‘, de la noche a la mañana la joven empezó a hablar con una voz muy distinta a la de siempre, mucho más grave y fuerte. Su cuerpo se contorsionaba en posiciones inhumanas, sus ojos se quedaban en blanco y gruñía como un animal. También se decía que su lengua era mucho más larga que la de cualquier persona, estirándola de manera casi bífida por fuera de su boca, y era capaz de aguantar todo tipo de dolores físicos, así como también hablar en lenguas que nunca había conocido, como el griego o el inglés.
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Brossier era hija de un humilde tejedor de la comuna de Romorantin, en la región del centro del valle del Loira. Este, de un día para otro, vio cómo la supuesta posesión de su hija podría generarle pingües beneficios económicos, por lo que no se le ocurrió otra cosa que llevarla de gira por todo el país. Así, allá donde iban, los ciudadanos de aquellos años quedaban impresionados por este espectáculo dantesco, creyendo tener delante a una mujer que era la reencarnación del demonio en la tierra. A su paso por las distintas ciudades, el padre pedía auxilio para ella con el objetivo de dar con alguien que le sacara la maldición del cuerpo.
A tal punto tuvo notoriedad e importancia, que su nombre llegó hasta el palacio del rey Enrique IV, quien ordenó organizar un exorcismo por parte del obispo de París y su médico personal, Michel Marescot, que desde el principio intuyó que había algo raro en la historia de Brossier. Como en la ficción de Friedkin, en la figura de Marescot se daba ese dualismo enfrentado de fe y ciencia, queriendo descartar con sus propios ojos el hecho de que una entidad sobrenatural maligna pudiera invadir el cuerpo de personas inocentes. A tenor de los testimonios, la posesión era totalmente real, pero algo le decía a Marescot de que todo se trataba de un burdo montaje.
El truco de Marescot
Martha fue llevada a la abadía de San Geneuesu y, como era de esperar, nada más entrar y colocarse frente al obispo, empezó a hacer su ‘show’, rompiendo a gritos, insultos en varios idiomas, con una voz que no era la suya y mostrando resistencia física a los intentos de inmovilizarla o tranquilizarla por parte de los presentes. Marescot tenía un as en la manga: había intercambiado previamente una cruz sagrada con un trozo de madera cualquiera con forma de cruz, de tal forma que la cruz santificada sería usada para evitar que se mordiera la lengua durante su ataque, y la otra sería la que el obispo esgrimiría a la hora de realizar el exorcismo.
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Entonces, sin que ninguno supiera nada, el obispo metió el trozo de madera de la verdadera cruz dentro de la boca de Martha. Cuando pareció estar más calmada, el obispo le enseñó la cruz que él creía que estaba santificada, dispuesto a realizar el proceso de exorcismo, y entonces la cara de la joven se contorsionó de mil maneras distintas y empezó a retroceder como un animal asustado. El sacerdote inmediatamente creyó que, en efecto, se trataba de una posesión infernal, pero entonces el escéptico médico Marescot le habló al oído al obispo contándole lo que había tramado.
Sin embargo, el clérigo no creyó la versión de Marescot. En lugar de ello, le acusó a él de blasfemia al negar su palabra, que por extensión era la voz de la Iglesia. Después de todo, tal vez no les venía mal a los sacerdotes de aquellos años que la gente acabara creyendo en demonios, ya que por ello sería más fácil que obedecieran los preceptos cristianos y la Iglesia obtuviera la aprobación ciudadana en todo lo que hicieran. Pero Marescot tenía razón: Brossier y su padre les habían engañado a todos. A todos menos al obispo de Lyon, llamado Charles Miron, quien dio un poco más de pábulo a las ideas del médico y decidió someter a prueba la escenificación de la joven.
No se sabe mucho más de cómo ni cuándo murió la joven. Ella siguió afirmando que estaba endemoniada después de que la descubrieran
Cuando Miron fue a verla, Brossier, como siempre, empezó a fingir que estaba sufriendo unas violentas convulsiones. El obispo cambió a ojos de todos los presentes el agua bendita por agua sin sacralizar, y después, al rociarle con el agua desacralizada, ella hizo como que su estado empeoraba. Más tarde, le dio de beber agua que sí que había sido bendecida, agua que al pasar por su garganta no pareció tener ningún efecto en ella.
Miron había demostrado que, efectivamente, todo era un montaje. No había ningún demonio en el cuerpo de Brossier, simplemente lo había hecho por su padre, por la fama o tal vez porque no estaba del todo en sus cabales, pero en ningún caso había una entidad maligna poseyéndola. No se sabe mucho más de cómo ni cuándo murió la joven. Ella siguió afirmando que estaba endemoniada, pero la comunidad eclesiástica tuvo que aceptar, después de la intervención de Miron, que no había nada sobrenatural en ella. Por ello, el caso de Brossier figura como uno de los primeros en los que la duda científica superó a la creencia religiosa.
Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2022-08-27/martha-brossier-endemoniada-historia-francia_3479030/