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Por qué existe la obsesión con no envejecer | LD

Las arrugas, las canas… envejecer es algo natural pero no todo el mundo lo ve igual de bien. En LD te contamos los problemas que conlleva

Persona mayor con osteoporosis | GEDEON RICHTER

BELÉN LÁZARO / LIBERTAD DIGITAL

Todos envejecemos, es un hecho, pero cada vez hay más y más gente que llegada a una determinada edad empiezan a hacer lo imposible por mantenerse más joven. Ahí podríamos entrar en muchos pros y contras pero, sobre todo, ¿Cómo distinguir una actitud saludable de una obsesión inalcanzable?

De hecho, hay quienes padecen de pánico a envejecer, existe una enfermedad no es simplemente postureo en todos los casos. Es lo que en psicología se conoce como gerascofobia, que suele ir vinculada a un componente irracional que hace obsesionarse por lo inevitable: el transcurso vertiginoso de los años y los cambios en el cuerpo asociados a la pérdida de juventud y belleza. Por ello, es importante saber identificarla a tiempo para que no se convierta en un problema que afecte a la calidad de vida de quien la padece. Y es que el problema viene porque la gerascofobia suele ir acompañada de procesos de ansiedad, miedo y continuos pensamientos negativos que llevan al individuo a sentir pánico cuando piensa en el futuro.

Lo que destaca de la sociedad en general es que ya no entendemos esa eterna juventud como el privilegio de unos pocos, sino que se ha convertido en un ideal que todos querríamos alcanzar. En algunos casos esto se traduce en intentar llevar una vida sana, en cuidarse y en algún tratamiento de estética si procede. En otros casos, intentar mantenerse joven llegada la mediana edad es toda una obsesión. Una obsesión que ha pasado a conocerse como midorexia.

El problema surge porque actualmente, al no existir un consenso sobre este concepto, algunas personas lo identifican como un posible trastorno y otras, sin embargo, con una actitud que puede traer muchos beneficios para la persona. ¿Y cómo saber diferenciar entre los dos casos? La línea entre una actitud sana y un comportamiento obsesivo parece muy fina.

Desde hace miles de años un deseo humano muy común es ser eternamente joven o la inmortalidad. De hecho, muchas mujeres y cada vez más hombres combaten con tenacidad los signos de la edad como arrugas, manchas en la piel, canas, flacidez… Pero no solamente por el deseo de estar «en forma», sino también por una necesidad de que no se note que nos hacemos mayores. Cuando envejecer se vuelve un temor irracional, injustificado y persistente, se le da el nombre de gerascofobia. Y hay que tener cuidado con no confundirlo con otros términos.

No se debe confundir con la geronto-fobia. Ésta última es el miedo a los ancianos y también el desprecio o el rechazo hacia las personas mayores, porque se las identifica con la decadencia y la enfermedad. Si bien es cierto que las personas que padecen gerascofobia suelen sufrir otras fobias y manías asociadas a su patología, entre las que, a menudo, está la gerontofobia.

Tampoco es lo mismo que el «Síndrome de Peter Pan». Se diferencian en que este último afecta principalmente al desarrollo de la personalidad y, por tanto, la persona afectada actúa de manera irresponsable, negándose a asumir el paso del tiempo y evitando desempeñar un rol de adulto.

Además, este deseo por mantenerse joven es independiente del sexo, y lo pueden padecer hombres y mujeres. Suele coincidir con la andropausia y la menopausia, con la jubilación y con el «nido vacío». Aunque puede producirse muchísimo antes. Se generan inseguridades, comparaciones inadecuadas con otras personas o con uno mismo en el pasado, expectativas frustradas, sentimientos de pérdida, ocultación obsesiva de la edad, negación de la propia edad…Todo esto suele desembocar en cambios tales como modernizar la ropa, incluso uso de ropa juvenil muy discordante o inapropiada, inscribirse en un gimnasio, intentar conquistar parejas más jóvenes o realizar algún deporte de riesgo y fuerte deseo de recuperar la belleza, la fuerza y el aspecto físico de antaño incluso con obsesión por las operaciones estéticas, comportamientos infantiles inapropiados y el uso excesivo de cremas bronceadoras, tintes para el cabello, extensiones o prótesis capilares.

Estas son las posibles causas

Para conocer un poco cuales pueden ser las causas del miedo a envejecer podemos señalar aspectos culturales, relacionados con los valores de la sociedad actual donde la juventud, la belleza, la rapidez, lo más nuevo tienen un valor en sí mismo, y son símbolo de éxito, de bienestar, de felicidad. De forma que todo aquello que no cumpla con estos criterios se rechaza.

Tener una imagen negativa de la vejez es otra de las principales causas que llevan a desarrollar este tipo de patología. Normalmente, se asocia esta etapa de la vida con la decadencia, la soledad, la enfermedad e, incluso, con la fealdad. Entender que la vejez no solo implica la pérdida, sino que es parte de la vida y la evolución, es primordial para aceptar el devenir del tiempo con sus respectivos cambios. El quid de la cuestión está en entender que se puede envejecer más o menos rápido, de forma más o menos evidente, pero que envejecer, al final, forma parte de la vida.

Fuente: https://www.libertaddigital.com/ciencia-tecnologia/salud/2022-08-19/por-que-existe-la-obsesion-con-no-envejecer-0e-6903709/

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