Un día como hoy se estrenaba por primera vez uno de los mayores clásicos del cine, que arrasó en los Oscar y que hizo que el papel de Scarlett O’Hara pasara a la historia
CONCHA GARCÍA / LA RAZÓN
Un día como hoy de 1939, se lanzaba por primera vez al mundo uno de los mayores clásicos del cine: “Lo que el viento se llevó”. Estrenada en España en 1950, varios años después que en Estados Unidos como consecuencia de la censura del franquismo, esta cinta dirigida por Victor Fleming continúa hoy siendo una de las superproducciones más importantes del siglo XX. Basada en la novela homónima de Margaret Mitchell, esta película está protagonizada por Clark Gable y Vivien Leigh, ambos intérpretes que se consagraron en el mundo del cine hollywoodiense gracias a estos papeles.
Si bien “Lo que el viento se llevó” fue un auténtico éxito en la gran pantalla, lo que algunos no conocen es el sufrimiento que hubo tras las cámaras. Especialmente, por parte de la protagonista y quien dio vida a Scarlett O’Hara: Vivien Leigh. Además de que la cinta pasó por las manos de tres directores diferentes, así como hubo múltiples despidos, su producción fue un auténtico reto para la actriz, quien llegó a trabajar más de 16 horas seguidas, maratón laboral que repetía casi a diario. De hecho, tal era su ansiedad que hay quienes aseguran que Leigh llegaba a fumar cerca de 4 cajetillas de tabaco a la jornada, con la excusa de calmar la ansiedad.
La actriz nació para el papel de O’Hara. De hecho, para asegurarse de conseguir el papel decidió que su agente en Hollywood fuera el mismo que el del padre del productor de “Lo que el viento se llevó”. Según cuentan los curiosos y estudiosos, el agente llevó a Leigh al set de casting y el productor quedó fascinado: “Con solo mirarla una vez supe que era la indicada, al menos en su apariencia física. Cuando tienes la imagen de alguien en tu cabeza y de repente la ves, no necesitas más evidencia. Nunca me recobraré de esa primera vez que la vi”, explicó.
De esta manera, una vez se hizo con el rol, la actriz bien sabía que debía aprovecharlo y exprimirlo al máximo. Tal fue así que se encumbró como una de las grandes interpretaciones de la historia del cine. Y, aunque Leigh rodó muchas más escenas que su compañero de elenco, Clark Gable -125 días de rodaje para ella y 75 para él, aproximadamente-, la desigualdad estaba servida, pues él cobró 120.000 dólares, frente a los 25.000 con los que se alzó Leigh.
Tras esto, vino el reconocimiento: la cinta ganó diez Premios Oscar, entre ellos a la Mejor Película y el de Mejor Guión adaptado, así como a Mejor actriz para Leigh. Un éxito que, en parte, se debió a la sorpresa que recibieron los académicos de Hollywood al ver una cinta que utilizaba el para nada generalizado Technicolor.
Fuente: https://www.larazon.es/cultura/cine/20211213/fojufypzrfc6tdtm4bn34xeuku.html