Un tribunal juzga en Milán a cuatro integrantes de esa congregación y a un abogado por presuntamente ofrecer 15.000 euros a los padres del menor a condición de que éste negara los delitos que había sufrido
SANTIAGO SAIZ / EL MUNDO
Abusos sexuales sobre un hijo preadolescente, cinco años de sufrimiento de la víctima en soledad y ocho de lucha familiar contra quienes cometieron y presuntamente trataron de ocultar el delito. El drama de Matteo -nombre figurado-, de 12 años, en el Seminario Menor de los Legionarios de Cristo en Gozzano (Italia) se acerca a su desenlace ante un tribunal de Milán que juzga la denuncia de sus padres contra cuatro integrantes y un abogado de la congregación. «Nos ofrecieron dinero para callarnos», declaró su madre, Yolanda, hace días durante la vista oral. «Por 15.000 euros querían comprar nuestro silencio», ratifica en una entrevista con EL MUNDO.
Yolanda, pelo blanco, mirada directa, revive en una videollamada el calvario que cada noche le roba el sueño. El primer contacto de esta mujer de convicciones católicas con los Legionarios de Cristo se produjo en 2005. Ella, española, y su marido, italiano, buscaban un campamento para sus hijos, de entonces 10 y 8 años. Dos seminaristas de la orden que habían conocido por casualidad les hablaron de un campus «lleno de actividades, tanto al aire libre como incluida la vida religiosa, con momentos de oración».
Allí fueron los chavales aquel mes de julio y a ese mismo Seminario Menor en Gozzano retornó Matteo, ya con 12 años, para continuar sus estudios. «Era el más pequeño», detalla Yolanda, y durante el curso escolar 2007/2008 sufrió repetidos abusos sexuales por parte del rector. El sacerdote mexicano Vladimir Reséndiz Gutiérrez ejercía además de «director espiritual, confesor, profesor de Español y de Religión» del chico.
Tras una condena en primera instancia, la apelación y un recurso desestimado, desde el 23 de julio de 2020 es firme la sentencia que dicta para Reséndiz seis años y medio de prisión por los abusos sexuales sobre Matteo. Una pena incumplida: está en paradero desconocido. Los Legionarios de Cristo admiten que la primera acusación que conocieron sobre su sacerdote se refería a hechos ocurridos en ese seminario entre 2006 y 2008; es decir, también antes de este caso, pero ninguna otra denuncia ha acabado en los tribunales.
Si el culpable huyó de la Justicia, la vida de la víctima ha quedado marcada. Matteo no reveló los abusos ni cuando sus padres le sacaron del centro. «Veíamos que no estaba bien, pero nunca se me pasó esto por la cabeza». A Yolanda no le extraña el silencio de su hijo. «Nadie podía decir nada, estaban controladísimos», afirma, antes de contar que, por ejemplo, el rector Reséndiz leía todas las cartas entre los estudiantes y sus familias.
Los delitos sexuales se revelaron en febrero de 2013, cuando Matteo tenía 17 años y salía con una chica. Acudió a un psicoterapeuta y sacerdote que en las sesiones con él descubrió lo ocurrido, informó a los padres y presentó una denuncia. El joven confirmó entonces a su entorno que «a los 12 años le habían robado la felicidad».
Una felicidad que década y media después no ha recuperado.«Nuestro hijo, sabiendo que nos habíamos enterado, entró en una gran depresión, con sentimientos de culpa, vergüenza, confusión, varias veces intentó quitarse la vida», relata Yolanda. «Ahora es un hombre que no se siente satisfecho con lo que hace, está aprendiendo a vivir con esta herida, pero muestra señales de la violencia sufrida y muchas secuelas».
DOS PROPUESTAS Y PRESIÓN PARA ACEPTARLAS
Los hechos que en la actualidad se juzgan tuvieron lugar en otoño de 2013 y han sentado en el banquillo a tres sacerdotes, un seglar y un abogado de los Legionarios de Cristo. Arrancan al contar Yolanda lo ocurrido a uno de los encausados «porque era nuestro amigo y director espiritual de mi marido».
La madre de Matteo revive cómo se desarrollaron aquellas conversaciones. «De mayo a septiembre nos llamó a menudo para saber cómo estaba nuestro hijo, venía a visitarnos, le contamos que tenía problemas físicos con su sexualidad así como psicológicos, también su deseo de quitarse la vida y de ir a estudiar al extranjero. A principios del verano nos contó que la Legión en estos casos puede ayudar económicamente para los estudios y para los tratamientos tanto físicos como psicológicos. Dijo que hablaría con sus superiores».
El 18 de octubre de 2013 la familia de Matteo recibió la primera propuesta. Un documento privado. Una cifra de palabra para llenar un espacio en blanco. Una condición que se negaron a asumir. «Teníamos que retractarnos y declarar que nuestro hijo se lo había inventado todo. Por 15.000 euros querían comprar nuestro silencio. Las llamadas cambiaron, su único interés era si firmábamos».
La segunda propuesta llegó el 10 de diciembre de 2013. Un contrato de transacción en el que la confidencialidad se reforzaba con una penalización. Este documento recogía que «en caso de incumplimiento, estarán obligados solidariamente a pagar a la Congregación como sanción el doble de la cantidad aquí reconocida».Lo confirma la madre de Matteo: «Si hablábamos con las autoridades, incluso eclesiales, teníamos que devolver el doble, 30.000 euros». Ambos escritos, apunta, han sido admitidos como prueba en este proceso por intento de extorsión y encubrimiento.
La madre de Matteo reitera su respuesta de aquellos días: «Si quieres ayudar a mi hijo económicamente, no me tienes que hacer firmar nada, le das el dinero, porque yo no quiero nada, y le haces una bolsa de estudio, yo no he pedido nada». Define como «persecución» la insistencia de la orden y expresa que también ellos se sintieron forzados. «Teníamos miedo, somos una familia muy normal. Nos intimidaron y sufrimos violencia. Nosotros estábamos abajo y ellos estaban arriba».
Los Legionarios de Cristo han declinado contestar las preguntas formuladas por EL MUNDO sobre estos hechos y sobre su actuación respecto al sacerdote pederasta. «Son aspectos que tendrán que ser respondidos en sede judicial», ha manifestado su director de Comunicación, el padre Aaron Smith.
UN PEDERASTA HOY FUGADO QUE TRABAJÓ CON MENORES HASTA 2011
El juicio es relevante porque, tras los casos documentados de pederastia, puede suponer la primera condena en la Justicia ordinaria por encubrimiento. La congregación se ha personado, afirma Smith, como responsable civil para «participar activamente en el esclarecimiento del caso». Pero eso puede suponerle, además del daño reputacional, la obligación de asumir de forma subsidiaria una sentencia desfavorable.
En segundo lugar, los hechos denunciados cuestionan la efectividad real de la intervención del Vaticano. Si hasta entonces la cúpula de la Iglesia había mirado a otro lado, Benedicto XVI conminó en 2005 al fundador de los Legionarios a retirarse de cualquier ministerio público. Marcial Maciel dejaba tras de sí una doble vida con amantes clandestinas e hijos secretos. También al menos 60 abusos sexuales sobre sus jóvenes seguidores, un comportamiento delictivo que parte de ellos acabó imitando.
Sin embargo, los abusos sobre Matteo no pertenecían al pasado. Se produjeron cuando ya se había destapado el escándalo. El presunto intento de ocultarlos data de finales de 2013, cuando la congregación llevaba años privada de autonomía.
Los Legionarios de Cristo tampoco podían alegar desconocimiento. Según adelantó el medio mexicano Proceso, informes internos de mediados de los 90 aludían a Reséndiz como un joven «con impulsos sexuales muy fuertes y poca capacidad para controlarlos». En su información pública sobre él, la orden admite que no fue retirado del trabajo con menores hasta marzo de 2011. Tras remitir su caso a la Congregación para la Doctrina de la Fe, en abril de 2013 este organismo decretó la pérdida de su estado clerical y dejó de ser miembro de la orden.
Por tanto, el presunto intento de ocultar sus abusos a Matteo se produjo cuando ya se conocían parte de sus delitos y justo antes de que, a comienzos de 2014, la congregación comenzara a recuperar su autonomía. «Su única preocupación era salvaguardar a la Legión y al sacerdote aprovechando nuestras dificultades económicas, utilizando el abuso de conciencia», manifiesta Yolanda sobre los hechos que motivaron su denuncia.
En los últimos años los Legionarios de Cristo se han comprometido a «hacer luz sobre los abusos», «contribuir a la sanación de las víctimas» y «favorecer ambientes seguros» contra los delitos sexuales con responsables en este ámbito, canales de escucha, auditorías externas e informes anuales. El último, difundido en 2020, reconoce abusos sobre alrededor de 170 menores cometidos por 27 integrantes aunque -alegando la política de datos- no facilita la identidad de muchos de los agresores. Seis de estos sacerdotes, entre ellos el fundador, Marcial Maciel, cometieron sus delitos en España.
En su búsqueda de amparo, Yolanda consiguió hablar con el cardenal Velasio de Paolis, el hombre de confianza que el Vaticano había situado en ese momento al frente de la orden. Contactó con él tras la primera propuesta y antes de recibir la segunda. «Me dijo que no sabía nada», pero también dejó caer que «entre cristianos, lo dice la Biblia, nos tenemos que poner de acuerdo». Yolanda, explica hoy, le insistió en que quería «justicia y no dinero», y en que no iban a firmar un acuerdo que suponía «una mentira y un falso testimonio». De Paolis murió en el año 2017.
«Ni siquiera recibimos una carta pidiendo disculpas», lamenta en 2021 Yolanda, que con su marido había colaborado durante años en el coro, los encuentros de matrimonios y la catequesis de su parroquia. «Mis otros dos hijos ya no creen. Les han quitado a Dios del corazón y eso es un delito más grande que todas las mentiras que se están inventando. Yo creo en Dios y en Jesús, pero no en la Iglesia».
Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2021/08/08/610d802ffdddffbe7b8b45c0.html