Por Luis Soriano Peregrina
El pasado 18 de julio se declara el Día Internacional de Nelson Mandela en reconocimiento a la contribución aportada por el expresidente de Sudáfrica a la cultura de la paz y la libertad, así lo determinó en noviembre de 2009. La Asamblea General de las Naciones Unidas dentro de la resolución 64/13 reconoció los valores de Nelson Mandela y su dedicación al servicio de la humanidad a través de su labor en los ámbitos de la solución de conflictos, las relaciones interraciales, la promoción y protección de los derechos humanos, la reconciliación, la igualdad entre los géneros, los derechos de los niños y otros grupos vulnerables, así como la lucha contra la pobreza y la promoción de la justicia social. Se reconoce también su contribución a la lucha por la democracia a nivel internacional y a la promoción de una cultura de paz en todo el mundo.
El 18 de julio no es cualquier día, ni tampoco es cualquier celebración, es un día realmente importante para todos los humanos en el mundo. Es un día para recordar y no olvidar lo valioso que es la dignidad en todas y todos, lo importante que es ver a la paz como un derecho humano y no solo como un sueño utópico, lo necesario de respetarnos sin distingo de razas, clases, gustos, pensamientos o creencias, la urgente acción de conocer e interiorizar la cultura de los derechos humanos, hacerla nuestra y propia para vivir y convivir, la humildad de aceptar nuestros errores y apaciguar nuestros odios y diferencias, que debemos de ver el mundo desde la lógica de la igualdad sustantiva de género y no como una guerra de géneros.
La necesidad de saber que los grupos vulnerables como los niños requieren del doble y hasta del triple de nuestras atenciones porque eso hará que nosotros los humanos podamos romper con esta espiral de violencia que se vive sistemáticamente en todo el planeta; que la pobreza es uno de los peores flagelos que existen en la humanidad y que tenemos todos que contribuir a que la justicia social se empodere por encima del neoliberalismo/consumismo rapaz. Necesitamos cambiar nuestro discurso de guerra a un discurso de paz, necesitamos construir procesos de paz, frente a los procesos de exterminio que se dictan en los grandes monopolios internacionales; necesitamos madurar y pasar de la lucha social a la construcción de políticas públicas de prevención, dignificación y cohesión social que nos permitan caminar en la reconstrucción del tejido social.
En la historia de nuestra existencia, las mayores crisis mundiales han logrado cambiar el rumbo de nuestro planeta, en el pasado y lo vemos hoy. Lo que pensamos que fue o era evolución fue en realidad involución. Hoy sabemos que el agua, el aire, la tierra la debemos de cuidar y respetar, no solo para que seamos buenos personas, sino porque de no hacerlo, nuestra existencia como raza humana se extinguirá.
Un país por más rico, desarrollado, y culto que sea, nada puede hacer frente a una decisión de la naturaleza, tal es el caso de lo sucedido hace unos días en las inundaciones en Europa en países considerados desarrollados, nada pudieron hacer y hoy se estima la muerte de 300 personas y la desaparición de 1300 más. Fenómenos como este cada vez son más constantes y reiterativos en todo el planeta, no importando que sean países ricos o pobres.
Nelson Mandela nos enseñó con su propia experiencia que todo es posible, aunque los costos sean altos e incluso dolorosos, pero necesitamos hacer esos cambios. También nos enseñó que habrá gente, principalmente disfrutando de las mieles del poder o que se ven beneficiados por eso, que no permitirán que esos cambios se den pero que al final los cambios pasarán y que no debemos de volvernos iguales por quienes nosotros luchamos, porque corremos el riesgo de ser peores que por quienes peleamos, que la reconciliación una vez que se llega a la meta, deberá ser la primera de las acciones para construir paz donde antes no la había.
Por eso mismo insistimos en Voz Ciudadana por los Derechos Humanos que no debemos dejar de caminar hasta que la dignidad se vuelva costumbre.