Con los obispos progresistas alemanes por un lado y la iglesia ultraconservadora estadounidense por el otro, una guerra civil se está librando en el seno de la institución
IRENE SAVIO / Roma / EL CONFIDENCIAL
No es la primera vez que suenan los tambores de guerra en el seno de la iglesia católica. Pero en esta ocasión, el retumbar procede, simultáneamente, desde direcciones opuestas y en varios continentes.
En Alemania, un centenar de sacerdotes progresistas bendijeron en mayo, sin autorización y en actos públicos, a parejas gays. El 18 de junio, desde el polo ideológico opuesto y también eludiendo al Vaticano, obispos estadounidenses recomendaron excluir de la comunión a figuras públicas que consideran como partidarias del aborto, entre ellas Joe Biden, el segundo presidente católico del país. Y esto, un día después de que un ministro vaticano irritara a Italia al pedir que se cambie un proyecto de ley —en curso de debate parlamentario en el país— contra la homofobia y la transfobia. Una maniobra que algunos expertos en asuntos de la santa sede dudan que haya procedido desde la trinchera de Francisco.
Estos son solo algunos de los frentes en la batalla campal cada vez más cruenta y notoria que se está produciendo dentro de la iglesia católica. Una lucha a múltiples bandas que protagonizan algunas de las congregaciones más ricas y poderosas del catolicismo —la alemana, la estadounidense y la italiana— y que está poniendo en una delicada situación al papa argentino, como confirman expertos en el Vaticano consultados por El Confidencial.
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“La novedad es la cantidad conflictos en curso al mismo tiempo. Mientras que en el pasado el papa se ha enfrentado a una cuestión a la vez, como ha sido el caso del escándalo de los abusos a manos de sacerdotes, ahora hay diversas disputas que se están gestando contemporáneamente”, observa el vaticanólogo Marco Politi, autor de libros como «Francisco Entre los Lobos» y «Francisco, la Peste y el Renacimiento». “El nivel del enfrentamiento ha escalado y aún puede empeorar, pues se centra en cuestiones divisivas dentro de la iglesia, como el aborto y las uniones gays, que Francisco intentó dejar en un segundo plano para poner el foco en temas que considera más prioritarios, como la crítica a los modelos económicos actuales”, añade el experto.
La chispa que ha iniciado el enfrentamiento remite, en efecto, a la división que existe cuando se habla de derechos civiles, coincide el escritor Francis Rocca, especializado en información sobre el Vaticano y sus no siempre fáciles ramificaciones estadounidenses. “Básicamente, la iglesia estadounidense ha ido demasiado hacia la derecha y la alemana, demasiado hacia la izquierda”, resume. “En el caso alemán, un factor que ha tenido un papel han sido las aperturas del papa Francisco sobre ciertos temas, como las uniones gays. Sin embargo, estas solo han sido parciales y se han interpretado como ambiguas, lo que de alguna manera ha cultivado una expectativa que se percibe como incumplida”, agrega el experto.
Rebelión en ambos bandos
La controversia con el clero alemán empezó a ser pública hace dos años cuando, al calor de varios escándalos de abusos sexuales, la Conferencia Episcopal Alemana decidió iniciar, por su cuenta, un proceso de reformas para debatir sobre cuestiones como el papel de la mujer en la iglesia, la homosexualidad o el celibato. Desde entonces, la tensión ha estado a flor de piel y se han producido choques visibles. A comienzos de julio, por ejemplo, el cardenal progresista Reinhard Marx presentó su dimisión como arzobispo de Múnich, una decisión que, por el momento, ha sido rechazada por el papa.
En paralelo, también había estado creciendo durante los años de la administración de Donald Trump una cierta animadversión de una parte de la Iglesia estadounidense hacia Francisco, como el mismo reconoció. “No le tengo miedo a los cismas”, llegó a responder Francisco en 2019 preguntado sobre el tema por un periodista del New York Times. Precisamente el diario neyorquino subrayaba, en los pasados días, que los fieles católicos de este país se enfrentan ahora a una profunda polarización de dos grandes bloques: los ultraconservadores —que se oponen ardientemente a ampliar los derechos de la comunidad LGBTI y a cualquier método de contracepción— y aquellos que desen una iglesia más moderna.
Estos últimos, sin embargo, son los que —al menos, de momento— están en el bando perdedor. “El papa sí posee algunos aliados, como el cardenal de Washington, Wilton Gregory, y el cardenal de Newark, Joseph Tobin, que en la última votación sobre el aborto se opusieron a la decisión, alineándose con Francisco”, enfatiza Rocca. Pero aun así, el resultado de ese voto fue de un 73% a favor de excluir de la comunión a aquellos católicos considerados «pro-aborto» y solo un 24% en contra.
Elisabetta Piqué, periodista italo-argentina muy cercana a ambientes vaticanos moderados y autora de «El Papa Francisco: Vida y Revolución», cree que situaciones como la de EEUU y la de Alemania son fruto del debate que ha abierto el propio pontífice dentro de la Iglesia. “En general es un reflejo del clima de la libertad de opinión que generó este pontificado reformista, en el cual los sectores más progresistas quisieran avanzar más y los conservadores, poner límites”, afirma Piqué, quien considera que las redes sociales amplifican una oposición al papa que, en realidad, es pequeña.
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El Vaticano no se libra
Las riñas no son solo proceden de otros países. Prueba de ello es la tormenta que desató la nota formal de Paul Gallagher, el ‘ministro’ de Exteriores vaticano, en la que pedía a Italia modificar un proyecto de ley contra la homofobia y transfobia, alegando que “algunas normas” violarían “la libertad de la Iglesia católica y sus fieles establecida por el actual Concordato”, el acuerdo que regula las relaciones entre el Vaticano e Italia. Una maniobra que tuvo como respuesta una incendiaria reacción —nunca antes vista, desde que está el Papa— por parte del Gobierno italiano.
Roberto Fico, el presidente del Congreso, recordó que Italia “no acepta las injerencias”, y que el Parlamento italiano es un órgano “soberano, y así permanece”. E incluso Mario Draghi, el primer ministro italiano, educado en un colegio jesuita y que habitúa a usar un tono suave con El Vaticano para contentar a ciertos sectores necesarios para el consenso en Italia, insistió en la importancia de la laicidad del Estado. “Cito una sentencia de la Corte Constitucional: la laicidad no es indiferencia del Estado respecto al fenómeno religioso, es tutela del pluralismo y de las diversidades”, aseveró el ex banquero.
La nota de Gallagher va en contra del estilo de Francisco, subraya Piqué. “El papa siempre dejó claro que quería dejar atrás ese intervencionismo del Vaticano en la política italiana que ocurría en la era del cardenal (Tarcisio) Bertone”, apunta la analista. Por eso, “seguro que (Francisco) estaba al tanto de la preocupación por el proyecto de ley (del primer firmante, Alessandro) Zan y que un sector quería hacer algo para que hubiera modificaciones, pero dudo mucho que haya aprobado el texto”, añade.
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La maniobra, que la semana pasada suscitó múltiples manifestaciones de rechazo contra el Vaticano y el sábado incluso una manifestación nacional para apoyar la legislación, fue el equivalente a meterse de lleno en un avispero. Esto porque, como ya aconteció en España con la Ley Trans, la propuesta de ley italiana también ha inflamado el debate entre los defensores de la legislación y una parte del feminismo italiano, el que rechaza que se suprima una diferenciación basada en el sexo biológico. Esto porque, según las críticas, eliminaría la discriminación sufrida por las mujeres durante siglos y no permitiría un enfoque —por ejemplo, la de las cuotas obligatorias en el trabajo— que apunta a medidas específicas para la población femenina. Enfoque también defendido en Italia por el feminismo católico.
La gravedad de la situación también se refleja en los precedentes. “Ni cuando en 2014 Bélgica se convirtió en el primer país en autorizar la eutanasia infantil el Vaticano tuvo una reacción similar a la de ahora con Italia”, explicaba una fuente.
Más de un enemigo
Tanto así que algunos no han descartado que la maniobra haya sido “una jugarreta de la Curia romana (el Gobierno vaticano) contra el papa”, como dijo el sacerdote Alberto Maggi, fundador del centro bíblico Vannucci de Montefano. “Me parece claro que al papa Francisco le estén poniendo obstáculos en su camino, y que esto se origine dentro de la Iglesia, no fuera. De esos que no soportan sus aperturas”, aseveró esta semana Maggi, en entrevista con el semanario italiano L’Espresso.
Lo que está en juego, en efecto, no es poco. Francisco, como prometió en el comienzo de su mandato, aún debe completar la reforma de la curia. Desde el comienzo de su papado, no ha dejado de denunciar al liberalismo económico y sus secuelas más negativas, una retórica que con la pandemia ha incluso reforzado y que le ha traído a más de un enemigo de puertas para adentro.
Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2021-06-30/iglesia-catolica-batalla-campal_3154447/