Los Periodistas

El muro, la marcha y el memorial

Por Humberto Aguilar Coronado

Era de esperarse que el 8 de marzo, fecha en que se conmemora el día internacional de la mujer, se realizaran marchas en diferentes estados de la república, y por supuesto, en la CDMX, para levantar la voz y exigir que cesen los feminicidios y que las mujeres puedan disfrutar de una vida libre de violencia, respetándose sus derechos humanos.

Lo que unos 8 días antes no se esperaba, es que el gobierno federal colocara una valla metálica de dos metros de altura que se convirtió, con el paso de los días, en el muro de la ignominia que trataba de impedir que la marcha esperada llegara a palacio nacional.

 Al final se convirtió en un memorial que pocos van a olvidar y cuyas fotografías han dado la vuelta al mundo, porque el muro sirvió para que se colocaran una gran cantidad de nombres de mujeres desaparecidas y de mujeres victimas de feminicidio, así como flores de color morado, aludiendo a las propias demandas.

Al margen de que el vocero presidencial provocara a todos los que criticaron la instalación de la valla, al afirmar que era un muro de paz, los ánimos se exacerbaron días antes de la conmemoración por dos hechos que el presidente pudo haber controlado.

Primero, esa férrea defensa de Félix Salgado Macedonio como candidato al gobierno del estado de Guerrero y segundo, las fuertes acusaciones contra Andrés Roemer por violación, acoso y agresión sexual de más de una veintena de mujeres, que lo habían denunciado en forma anónima y que recientemente se han hecho del conocimiento público, lo que ha motivado a otras tantas mujeres a dar su testimonio.

Pero el Presidente decidió no hacerlo, al grado de expresar una de esas frases a las que nos tiene acostumbrados para desviar la atención: “ya chole”, refiriéndose a los serios cuestionamientos que se le han hecho al que pretende ser el candidato de morena a gobernador, frase que hizo enfurecer a una gran cantidad de colectivos de mujeres, generando el repudio de hombres y mujeres por el desprecio que presenta ante las exigencias sociales, con tal de defender a uno de sus incondicionales, sea su compadre o no.

En el caso de Andrés Roemer, lo que ha ofendido a una gran cantidad de mexicanos, además de los casos y denuncias que se han dado a conocer, es que el gobierno de la CDMX haya mandado a proteger la casa donde vive el escritor, con un contingente de policías y granaderos capitalinos, aunque antes, ya había sido amurallada.

Sin duda, el saldo que deja el #8M de la imagen del presidente deja mucho que desear, por las contradicciones presentadas en sus declaraciones y apariciones previas, frente a la realidad mostrada.

Se despreció el fondo de la exigencia de las mujeres al colocar un muro que ofende y lastima a hombres y mujeres libres que respaldan las exigencias de las mujeres; un muro que da vergüenza verlo en fotografías o videos; un muro que se instaló con recursos de los mexicanos que bien se pudieron ocupar en acelerar investigaciones en curso sobre casos de feminicidios o desapariciones.

Vamos a ver cuanto tarda el gobierno en desmantelar el muro que se convirtió en memorial, recordando nombres y nombres de mujeres desaparecidas y victimas de feminicidio, además de exigir que Félix Salgado no sea gobernador.

*Es politólogo y maestro en negociación por la Universidad Carlos III de Madrid, España.

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