Berlín vigila la radicalización de miles de seguidores de esa teoría conspiratoria
CARMEN VALERO / Berlín / EL MUNDO
La pandemia de coronavirus ha servido de catalizador a movimientos de naturaleza insidiosa como QAnon, cuya misión es «salvar el mundo» de un supuesto Estado profundo, pedófilo y caníbal. Ahora que Donald Trump ha salido de la Casa Blanca, el movimiento se expande por Europa y Alemania entre negacionistas de variopinta procedencia y través de las alcantarillas de la ultraderecha y de los grupos neonazis.
La seña de identidad por excelencia de los negacionistas en Alemania es la Q de QAnon pero también de Querdenker. Entre ambos movimientos hay un paso. QAnon nació de la extrema derecha estadounidense en 2017 y como tal le abren sus puertas sus pares europeos. Querdenker agrupa a esotéricos, anarquistas, extremistas de izquierdas y, en general, personas que sienten una profunda desafección y rechazo por las instituciones. Para ellos, el Estado es dictatorial y han llegado a compararse incluso con las víctimas de la persecución nazi como Sophie Scholl. Se les ha visto en varias manifestaciones luciendo la estrella judía.
Querdenker dio la cara con las primeras restricciones por Covid-19 y desde entonces se ha trufado de mensajes antisemitas, racistas y xenófobos, aunque su núcleo y las acciones vandálicas que instigan son de extrema izquierda. En el estado federado de Baviera, los Querdenker o pensadores laterales ya están bajo observación de la Oficina de Protección de la Constitución, los servicios alemanes de Interior. Es el primer Land alemán que dio ese paso.
Salen juntos a las calles -cada uno con su Q y pancartas con el sol negro de los pueblos germánicos y símbolo neopaganano, o banderas imperialistas- votantes de la populista Alternativa para Alemania (AfD), neonazis tan conocidos en este país como Nikolai Nerling e individuos o tan inclasificables como Anselm Lenz, un anticapitalista que también niega la existencia del VIH. Y con Lenz, aunque la lista sería interminable, el dramaturgo Hendrik Sodenkamp y Batseba N’Diaye, viejos camaradas en la Casa Bartleby, centro contra la presión al trabajo que impone el capitalismo.
UNOS 200.000 SEGUIDORES
La mezcla puede ser explosiva y el desembarco en Alemania de QAnon es un factor añadido de radicalización que las autoridades de Interior se toman muy en serio. «Los lazos transnacionales de neonazis son más de inspiración que organizativos. No trazan planes conjuntos, pero crean un potencial de violencia», sostiene Miro Dittrich, experto en redes de extrema derecha de la Fundación Amadeu Antonio, próxima al Partido Liberal.
Según fuentes de Interior consultadas por este diario, QAnon cuenta en este país con unos 200.000 seguidoresaproximadamente, personas convencidas de que el planeta está gobernado en la sombra por una poderosas red de pedófilos y satánicos. Lo dice Q, persona anónima que presuntamente tiene acceso a información clasificada. La Q equivale a clearance o acceso a material altamente secreto y restringido. Anon, a anónimo. La persona llamada a liberar el mundo de este Estado profundo era Trump y por Trump se unieron los QAnon a otros «patriotas» como los Proud Boys en el asalto al Capitolio. Recibieron mensajes de apoyo desde Alemania, Francia, Suiza, Reino Unido y España.
QAnon, declarado movimiento criminal por el FBI y mutilado por Twitter y Facebook con el cierre de miles de cuentas, está bien conectado. Ya en octubre, un mes antes de las elecciones en EEUU, se detectaron mensajes vía Telegram entre ellos y los Proud Boys, destacando el apoyo recibido los últimos meses desde Alemania.
BERLÍN, CENTRO DE OPERACIONES
«Muchos de nuestros vídeos se han distribuido en Alemania. Agradecemos el apoyo a nuestro país. Estamos con los nacionalistas alemanes que no quieren migrantes que destruyan su país», decía el mensaje, que fue captado por el investigador de teorías de la conspiración, antisemitismo y extrema derecha Josef Holnburger. Siguiendo el rastro de las cuentas, Holnburger, profesor de Ciencias Políticas, se topó incluso con un mensaje originado en Alemania asegurando que en este país se había probado que la CIA manipuló las elecciones desde un base secreta en la ciudad de Fráncfort. El mensaje se hizo viral, lo divulgó al menos una agrupación local de AfD y, en EEUU el congresista Loui Gohmert, del partido Republicado de Texas, y Rudy Giuliani, abogado de Trump.
Investigaciones desde diversos frentes y contrastadas por EL MUNDO sitúan el centro de operaciones de QAnon en Berlín. Opera las plataformas un programador informático alemán bajo el nombre Resignation Anon. Sólo esa plataforma intoxica a 120.000 abonados, fundamentalmente en Alemania pero también en Austria y Suiza, desde donde QAnon disemina también sus teorías a Francia. Su principal propagandista es el nacionalista albanés Leonardo Sojli, un viejo conocido en el oscuro mundo de las teorías conspirativas.
Pese a los controles cada vez más severos en las redes sociales, QAnon resiste. Voceros famosos no le faltan y su exponente en Alemania es el cantante Xavier Naidoo, un alemán de padres africanos muy conocido y querido en este país hasta que el texto de sus canciones se llenó de racismo y eslóganes de extrema derecha. Con más de siete millones de discos en sus 20 años de carreta, Naidoo se dedica ahora a denunciar a UNICEF como parte de la trama pedófila y a llorar por los miles de niños secuestrados en sótanos para extraerles «adrenocromo». Se trata, dice, de una sustancia resultante del exceso de adrenalina que segregan los niños cuando son sometidos a abusos y tortura y, que por tener grandes propiedades de regeneración, se ha convertido en el elixir de la juventud de los poderosos en Hollywood.
DISTINTOS GRUPOS UNIDOS POR EL ANTISEMITISMO
Que el oráculo Q no tenga identidad conocida es evidente que da mucho juego, pero puestos a jugar, también es posible que Q sea una o varias personas dispuestas a convertir el mundo en un violento videojuego y ganar dinero. Daño y caja ya están haciendo. Hasta el momento, sin embargo, la Oficina de Protección de la Constitución alemana sólo tiene a QAnon en el rabillo del ojo. Más que el movimiento en sí, lo que interesa es saber si la extrema derecha y neonazis utilizan ese movimiento para sus fines.
El comisionado del Gobierno para el Antisemitismo, Felix Klein, cree que los servicios secretos de Interior cometen un error. «A todos estos grupos les une el antisemitismo y eso les hace enemigos del Estado», subraya Klein. El ministro de Interior de Turingia, el socialdemócrata Georg Maier, opina lo mismo: «QAnon es un movimiento antisemita, pérfido y peligroso», afirma. De los 200.000 seguidores QAnon en Alemania, al menos un millar están en ese Land, coincidentemente uno de los feudos de AfD en el país.
La Q, por otro lado ya es marca comercial. Como en Estados Unidos, los QAnon piden donativos en sus páginas web para seguir la lucha y promueven campañas como #Eltern stehen auf (padres pónganse de pie) contra la imposición de mascarillas y distancia social a los niños. Quien recibe esos donativos es tan misterioso como Q y sus fabricantes de camisetas, entre 15 y 20 euros la unidad en internet.
Hacerse con prendas Q es fácil, pero eso implica pertenecer al movimiento. Hay que superar varias pruebas y la primera es descifrar un código. El más frecuente es WWG1WGA y es tan prosaico que cuesta creer que lo haya ideado alguien con acceso a información restringida. Son las abreviaciones en inglés de Where We Go One, We Go All, en castellano «donde va uno vamos todos» o, como dirían los Tres Mosqueteros «uno para todos y todos para uno».
ESTRATEGIA EN EEUU Y EUROPA
La expansión de QAnon en Estados Unidos y en Europa responde a una estrategia digital. Utiliza data void, término vacío o con tan poco contenido que escapa a los buscadores de internet. Adrenochrom es un ejemplo. A medida que el término se llena de contenido a base de aportaciones se hace el relato y cuando más se reproduzca más veracidad cobra. Como en las sectas.
Los Querdenker, para quienes la pandemia del Covid-19 es también una conspiración mundial, aunque las riendas no están en manos de un supraestado pedófilo, sino de Bill Gates, George Soros y todos los millonarios capitalistas, es igualmente una peligrosa extravagancia. «Estos grupos de iluminados son relativamente pequeños pero cada vez más radicales», advierte el comisionado para Antisemitismo de Baden-Württemberg, Michel Blume. Y de ese proceso de radicalización, por otra parte muy típico, es donde la extrema derecha más asentada busca tajada.
La AfD es un vivo ejemplo. Su discurso no es oficialmente negacionista, pero considera las medidas adoptadas por el Gobierno injustificadas. Por casualidad o no, la incidencia de coronavirus en los nichos electorales de AfD es superior al resto, en los Länder más desfavorecidos y que antaño formaron la RDA. «La rebelión contra la política emprendida por las autoridades sanitarias para controlar la pandemia abre agujeros en la red de protección allí donde hay más negacionistas», afirma comisionado del Gobierno alemán para asuntos del Este del país, Marco Wanderwitz. Y eso, además de ser un sabotaje a la política salud pública, cuesta vidas y dinero.
Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2021/02/01/6016c7dc21efa0195c8b45f4.html