Si bien el alcohol puede ser dañino para la salud física y mental de todos, a las mujeres beber nos afecta más, tanto por nuestra biología como por las razones que nos llevan a ello. Y de beber una copa ocasional a tener dependencia hay un paso. Te contamos, de la mano de un psiquiatra experto en el tema, cuáles son las señales que pueden estar indicándote que estás cruzando esa frontera.
AMINIE FILIPPI / TELVA
Aunque nos cuesta pensar en el alcohol como una droga, debido a lo ampliamente normalizado que lo tenemos en España, se trata de la sustancia psicoactiva más consumida en la población general en todas las edades. Según el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA), en España, el consumo empieza desde muy jóvenes (en torno a los 14 años), con cantidades cada vez más elevadas y en cortos periodos. El psiquiatra Ignacio Basurte, director médico de la Clínica López Ibor, explica que «la aceptación del alcohol y su disponibilidad facilitan el acceso desde edades tempranas, y el consumo intensivo o binge drinking ha ganado popularidad entre ellos».
Esta práctica entre nuestros adolescentes incrementa los episodios de embriaguez, daño físico, problemas de salud mental y el riesgo de adicción. «Aproximadamente, un 10% de los consumidores desarrollan algún grado de dependencia a lo largo de su vida», afirma el experto.
No olvidemos que la OMS sostiene que no existe un nivel seguro de consumo de alcohol, así que si estás pensando en aquello de que una copita de vino es tan buena para el corazón, no te engañes: estudios recientes muestran que cualquier beneficio es mínimo comparado con los riesgos que el alcohol supone para la salud física y mental.
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EL ALCOHOL AFECTA MÁS A LA MUJER
De la Encuesta Europea de Salud en España 2020, del INE, se desprende que un 74,6% de hombres mayores de 15 años ha consumido alcohol en los últimos 12 meses, mientras que en el caso de las mujeres, alcanza el 56,8%. Pese a que ellas beben menos, hay que tener en cuenta que, debido a su propia fisiología, «el efecto del alcohol es más intenso y duradero, debido a que suelen tener menor proporción de agua en el organismo y menor actividad de enzimas que metabolizan el alcohol. Esto significa que, por la misma cantidad, las mujeres experimentan niveles de alcohol en sangre más altos y, a largo plazo, pueden sufrir más rápidamente los efectos nocivos, que también incluyen una mayor vulnerabilidad emocional«.
LO QUE ESCONDE EL CONSUMO DE ALCOHOL
Por otro lado, el experto nos explica que las razones que hay detrás del consumo, también difieren. «Para las mujeres, el consumo suele estar más relacionado con el manejo del estrés y las emociones complejas, mientras que los hombres tienden a beber en contextos de grupo y de ocio».
Es importante saber que en personas con ansiedad o depresión, u otros trastornos de su salud mental, «el alcohol puede agravar síntomas y aumentar la dificultad para manejarlos de manera saludable, impulsando el círculo de la adicción», dice el psiquiatra.
¿ESTÁS BEBIENDO DEMASIADO?
El Dr. Basurte señala que la transición de consumir ocasionalmente una copa a desarrollar una adicción al alcohol es un proceso gradual, pero existen señales que indican que el consumo puede estar cruzando una frontera hacia la dependencia. Estas son algunas pistas que destaca el experto.
- Consumes de forma excesiva y en cualquier ocasión. Si bebes mucho en cualquier evento, pero también a solas y, además, cada vez vas a más, es posible que estés desarrollando un problema con el alcohol. Lo mismo, si sientes un deseo constante de beber.
- Normalizas el consumo de alcohol. La idea de que la cerveza o el vino no son bebidas alcohólicas está muy extendida, pero, recuerda, sí lo son. A veces, puedes descubrirte justificándolo con un «todo el mundo bebe».
- Interrumpes tu vida diaria. Cuando el alcohol empieza a afectar responsabilidades y rutinas, es una señal importante. Por ejemplo, llegar tarde al trabajo o faltar debido a resacas, por ejemplo. Y en el entorno familia, también: olvidarte de recoger a tus hijos de un cumpleaños o dejar de ayudarles con los deberes. También es común descuidar la salud personal, como la alimentación y el ejercicio.
- Usas el alcohol para evadirte. Si te sirves una copa cada vez que sientes ansiedad, o quieres aliviar el estrés del día, o duplicas la cantidad tras un día complicado o una discusión, en lugar de intentar resolver el conflicto, es una muestra de que estás recurriendo al alcohol para escapar o como método de evasión.
- Te aíslas de amigos y familiares. La adicción tiende a desplazar los vínculos sociales sanos, especialmente aquellos donde no se acepta o se cuestiona el consumo. Una señal de dependencia es dejar de asistir a actividades sociales que no involucren alcohol o solo preferir las reuniones centradas en el consumo. O incluso, optar por quedarse en casa, bebiendo en solitario. Esto se traduce en una disminución de su círculo social y en una vida centrada cada vez más en el alcohol.
- Niegas que has bebido. Si detectar que niegas o mientes a quienes te preguntan acerca de cuánto has bebido, atención, que ahí hay otra red flag. Hay quien minimiza el impacto que le ha producido el alcohol o lo justifica con frases como «una copa no hace daño», «lo hago para relajarme» o «me lo merezco después de un día estresante».
- Te resulta difícil controlar el consumo. Este es un síntoma determinante para detectar una adicción a la bebida. Si una persona se propone reducir las copas en una cena o no beber entre semana, pero falla reiteradamente en estos intentos, es una señal de que el alcohol ha ganado un lugar prioritario en su vida. A menudo, esto se acompaña de sentimientos de frustración o vergüenza.
- Sumas síntomas emocionales y físicos. La dependencia al alcohol suele traer consigo emociones como irritabilidad, nerviosismo y ansiedad cuando no se ha consumido, lo cual indica una relación problemática con el alcohol. En estos casos, es habitual beber como una forma de ‘automedicación’ para aliviar los síntomas. También puede haber síntomas físicos como temblores leves, sudoración o dificultades para dormir sin consumir. Una persona en esta situación podría sentir un malestar general hasta que finalmente decide beber, notando que el alcohol le permite «calmarse», lo que fortalece el círculo de dependencia.
- Tienes conductas de riesgo. Con el tiempo, si has cruzado esta frontera, puede ponerte en riesgo a ti o a los demás. Esto puede incluir conducir después de beber o comportarse de manera imprudente. Por ejemplo, salir a trabajar sin haber descansado bien o tomar decisiones impulsivas después de beber, lo cual puede traer consecuencias personales, familiares, laborales o incluso legales. Por otro lado, si estás intentando evadir tus problemas con el alcohol, puede que reacciones con violencia, hostilidad y agresividad en algunos momentos.
- Si hay un trastorno de salud mental previo… Es muy frecuente que la adicción al alcohol coexista con otro trastorno mental previo, como depresión, ansiedad, trastornos de personalidad, etc., lo que se conoce como patología dual. El médico sostiene que la relación con el alcohol, en estos casos, es bidireccional: el alcohol puede ser una forma de aliviar síntomas, pero, a su vez, agrava los trastornos mentales y contribuye a un círculo de dependencia. Tratar tanto la adicción como el trastorno mental de manera conjunta es esencial para lograr una recuperación estable.
PUEDES FRENARLO A TIEMPO
Si te sientes identificada con una o varias de las señales que hemos mencionado, sigues estos primeros pasos y piensa que siempre hay una salida para darle un giro a la situación.
- Observarse y actuar. Es fundamental contar con herramientas de detección temprana, que implican observar cambios en los patrones de consumo y en la relación con el alcohol, como las señales que hemos mencionado antes: beber cada vez más para afrontar el estrés o sentirse incómodo en situaciones sociales sin una bebida. Las personas en situación de vulnerabilidad emocional, como tras una ruptura, problemas familiares o pérdida de empleo, deben ser especialmente conscientes de su consumo, ya que estos momentos pueden aumentar el riesgo de usar el alcohol como escape.
- Reforzar las redes. Amigos, familiares y, de ser necesario, profesionales de la salud mental pueden constituir un entorno de apoyo, que puede ayudarte a mantener la perspectiva.
- Pedir ayuda a un profesional. Ya que permitirá abordar las causas subyacentes del consumo, como trastornos emocionales o situaciones de vulnerabilidad, evitando que el consumo de alcohol se convierta en la principal herramienta para gestionar las dificultades.
Fuente: https://www.telva.com/bienestar/psicologia/2024/11/15/6736ee1402136ec4bd8b4570.html