La senadora es proclamada candidata del Frente Amplio y entona el ‘Sí se puede’ de una oposición entusiasmada
CARMEN MORÁN BREÑA / EL PAIS
La oposición mexicana ha recobrado el ánimo necesario para acercarse a las elecciones de 2024 con una mujer que ha servido de conglomerado para todos los partidos que conforman el Frente Amplio, Xóchitl Gálvez. Miles de personas han acudido a la glorieta del Ángel de la Independencia de la capital para acompañarla en el acto que la oficializa como candidata. El color rosa de la vestimenta de muchos de ellos era el símbolo de cómo se ha consolidado en unos meses el movimiento ciudadano que se unió en contra del Gobierno actual. Gálvez ha querido remarcar ese esfuerzo de la sociedad civil, y su éxito debido a él, rodeándose en el escenario por una madre buscadora, Cecilia Flores, una mujer que recicla y vende residuos urbanos, Elsa Ortigosa, y Nicolás Holguín, un representante de los indígenas que luchan por sus tierras. A todos ellos les cedió el micrófono unos segundos. El mensaje era claro, la candidata está por encima del PRI, del PAN y del PRD, cuyos líderes han ocupado un puesto secundario en el acto. “Políticamente soy daltónica, solo veo un color, el color de México”, ha proclamado.
La senadora Gálvez, que prácticamente ha salido de la nada y en un corto espacio de tiempo ha desbancado en la contienda interna a destacados nombres de los partidos tradicionales, sabe que necesita a todos, y así lo ha dicho, ha reconocido también que todavía no alcanzan a Morena en las intenciones de voto que resultan de los sondeos actuales, pero su discurso ha sido de Gobierno y de esperanza frente a los comicios que se esperan para suceder a Andrés Manuel López Obrador, el presidente más carismático de las últimas décadas. “Escucharemos todas las voces e incluiremos a todos los que se quieran sumar en esta lucha”, ha declarado, y ha desarrollado su particular catálogo de intenciones, entre las que se incluye el respeto por las mujeres, las clases medias, la diversidad y la discapacidad, las madres buscadoras, las familias con hijos enfermos, los ambientalistas, los científicos y académicos “ninguneados”, los estudiantes, los migrantes mexicanos y los que cruzan el país, doctores y maestras y periodistas. Era el guiño hacia colectivos que se han sentido vulnerados en este sexenio por declaraciones o medidas políticas del presidente Obrador. Gálvez les abría las puertas: “En este frente cabemos todos. Vamos a abrir las puertas del Palacio Nacional”.
La flamante candidata, vestida con uno de sus tradicionales huipiles, también en esta ocasión de color rosa, ha empezado su discurso con unas palabras en idioma prehispánico para decirles a todos que estaba muy contenta y se ha presentado como originaria del pueblo ñañú e ingeniera, un binomio que define sus principios de que el esfuerzo y el mérito son suficientes para progresar. “Soy ingeniera y sé que los problemas no se arreglan con ideología, sino con soluciones”, ha dicho. Pero también ha dejado claro su intención de dejar como está aquello que sirve, en el entendido de que ganara las elecciones, y de reconocer lo que se hizo mal. De nuevo en tono gubernamental, ha prometido a sus seguidores que no les engañará ni manipulará: “Siempre les diré la verdad, por dolorosa que sea, sin adornos y sin cuentos”.
Su mensaje tenía también como destinatario a Morena y sus aspirantes a la presidencia. El Frente, ha señalado “no va a seguir dividiendo a México, la unidad es urgente, ni vamos a recurrir a la ofensa ni el insulto”. “Del otro lado”, ha añadido, “presumen espectaculares y bardas, aquí llegamos con corazón, amor y entusiasmo, eso no se puede comprar, no tiene precio”, ha recordado en alusión a las recientes polémicas por el dinero gastado en Morena para la campaña de sus aspirantes presidenciales.
Junto al Ángel de la Independencia, panteón de los líderes de la independencia de México de la Corona española, para quienes ha tenido halagos, ha propuesto un particular pacto por una “nueva independencia” donde los héroes sean los maestros que sacan adelante a sus alumnos, los médicos y enfermeras que atienen a sus pacientes, los policías, soldados y marinos, donde se cuente con un gobierno “de la gente por la gente y para la gente” sin que se discrimine, ha seguido, “a los ciudadanos por su idioma, color de piel o condición económica”. Las clases medias, entre las que se han incluido, han salido resentidas en este mandato por algunas declaraciones del presidente Obrador, quien las acusaba de estar alejadas del pueblo llano. “La República son hospitales públicos, escuelas públicas, calles y seguridad públicas”, ha dicho a una plaza enardecida que ondeaba banderas del PAN, PRI y PRD, cuyos militantes han coreado “presidenta, presidenta”.
Gálvez ha planteado un México “libre del miedo al crimen, de mordidas a funcionarios y delincuentes y donde las mujeres no estén en desventaja”. Pero la candidata no sería ella si no hubiera dejado caer también alguna de las típicas frases desenfadas que le han ganado popularidad en estos últimos días: “Ya conocen mi regla de oro: ni huevones, ni rateros, ni pendejos”, ha soltado. A sus equipos les pedirá “cien por cien trabajo, honestidad y capacidad”, ha añadido.
Actos como el de hoy en la capital estaban convocados en plazas por todo el país. En todas ellas se ha escuchado a una candidata que trae nuevos ánimos para quienes no comulgan con Morena y que ha tornado interesante la batalla política que se avecina en México: “Hace apenas unos meses se decía que no había una oposición unida, que estaba desmoralizada, solo nos preguntábamos por cuántos puntos nos iba a derrotar Morena. Hoy, hay oposición, aquí está la oposición, le dimos la vuelta al pesimismo”.
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