Por Fernando Manzanilla Prieto
El hecho de no hablar sobre algún tema o situación no la hace desaparecer, por ello considero de gran importancia que hablemos de salud mental, mencionarla es visibilizarla.
El 10 de octubre es la fecha que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció desde el año 2013, como el Día Mundial de la Salud Mental, con el objetivo de crear conciencia acerca los problemas de esta índole en todo el mundo y movilizar esfuerzos en apoyo a quienes padecen algún trastorno mental.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el mundo alrededor de 450 millones de individuos padecen algún tipo de trastorno mental. En México, la Secretaría de Salud estima que de los 15 millones de personas que padecen algún trastorno mental en México, la mayoría son adultos jóvenes en edad productiva y los diagnósticos más comunes en nuestro país son: Depresión, Trastornos de Ansiedad, Trastorno por Déficit de Atención, Autismo, Trastornos de la conducta alimentaria.
Las carencias afectivas, los problemas familiares y económicos, la falta de redes de apoyo, los vicios, drogas, violencia y entornos no saludables, la escasa visita a psicólogos y principalmente la falta de una comunicación en temas de salud mental, dan como resultado la presencia de trastornos mentales que en muchas ocasiones ni siquiera son diagnosticados adecuadamente y no reciben atención médica.
Como he compartido en otras entregas, la pandemia de COVID-19 llegó para agravar algunas situaciones de salud, y la mental no es la excepción, aumentado los casos, empeorando los existentes, o interrumpiendo los tratamientos.
Cuando nos enfrentamos a lo desconocido, cambios en la dinámica social, laboral o escolar experimentamos incertidumbre, miedo, preocupación y estrés frente a un virus que llegó a modificar la rutina que teníamos, aunado al temor a contraerlo y enfermar.
Otro factor que hemos vivido desde marzo 2020, ha sido el aislamiento social, principalmente en los grupos de alto riesgo, como adultos mayores o con alguna comorbilidad; el cual puede contribuir a desencadenar soledad, depresión, consumo de sustancias nocivas o insomnio entre otras.
Además de la crisis sanitaria tenemos la económica, ya que la pandemia ha representado el cierre de empresas, la pérdida de empleos y, desde la perspectiva de género, el confinamiento ha ocasionado un aumento en la carga de trabajo de las mujeres por las actividades del hogar y laborales, así como riesgo de padecer violencia, según datos de la Organización de los Estados Americanos (OEA, 2020).
“Durante la pandemia, las mujeres mexicanas enfrentaron mayores niveles de desempleo que los varones, además de que se registró el incremento en el uso de medicamentos psiquiátricos para enfrentar el insomnio, ansiedad y depresión ocasionados por el agotamiento físico y mental.”
La nueva normalidad que trae consigo el teletrabajo, el desempleo temporal, la educación desde casa y la falta de contacto físico con familiares, amigos y compañeros de trabajo, requieren tiempo para adaptarse y resulta complicado para quienes son más vulnerables a presentar algún trastorno mental.
Ya lo decía Charles Darwin desde el año 1859 en su libro “El origen de las especies”, que las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio.
Hoy más que nunca debemos hablar de salud mental. Durante muchos años en nuestra cultura mexicana, las emociones y roles se reprimían o permitían según el género, “Los hombres no lloran” o “las mujeres cuidan mejor a los hijos y padres”; afortunadamente van cambiando estas ideas y estamos aprendiendo a expresar lo que sentimos de manera asertiva. Es válido solicitar ayuda cuando sentimos que solos no podemos.
Normalicemos acudir al psicólogo, a terapia o al psiquiatra. Aun hay mucha resistencia por las personas en pedir apoyo para el manejo de sus emociones, pero este es el primer gran paso para prevenir los trastornos mentales o cuando se presenten, atenderlos adecuadamente.
México tiene un gran reto en materia de salud mental; es el segundo país en el mundo con más estigma y discriminación hacia y entre las personas con problemas de salud mental. Aunado a la falta de cobertura en hospitales públicos, y el alto costo de las consultas privadas y los medicamentos controlados.
La falta de profesionales con especialización en el área, y el tabú que representa hablar abiertamente sobre psiquiatría, son los elementos principales que contribuyen a la discriminación y aislamiento social de hombres y mujeres que viven alguna condición de salud mental en México. Sin duda, es un área de oportunidad que merece ser impulsada.