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Victoria Pascual, la criminóloga que rompe los sesgos de género en el crimen: «Las mujeres matan, aunque menos que los hombres y por diferentes motivos» | Yo Dona

La criminóloga Victoria Pascual ha publicado el libro ‘Asesinas. ¿Por qué matan las mujeres’ (ed. Pinolia), en el que ha recopilado 23 historias de homicidas, de ahora y de antes, en España y fuera, que pone los pelos de punta.

Victoria Pascual, autora de ‘Asesinas. ¿Por qué matan las mujeres?Ilustración: BLANCA SERRANO.

CRISTINA ALDAZ / YO DONA

Según datos del INE, en 2018 en España hubo 1,3 homicidios cometidos por hombres por cada 100.000 habitantes, y 0,2 a manos de mujeres. Y es que, aunque menor en número, «el crimen femenino existe, pero tiene diferente motivación», según Pascual.

La autora recuerda la necesidad de este libro porque, hasta hace bien poco, en este escabroso tema también había un sesgo de género, desde que entre las motivaciones de las mujeres para asesinar estaba la menstruación hasta que no eran capaces de cometer delitos violentos.

La zorra de Buchenwald

Y vaya si lo son. En el libro se lleva la palma Ilse Koch, alias la zorra de Buchenwald, a la que se le han imputado nada más y nada menos que alrededor de 5.000 víctimas. Era la esposa del teniente de las SS Karl Otto Koch, comandante en jefe del campo de concentración de Buchenwald.

Allí salió a la luz su parte más vil y se creyó dueña y señora de las personas a las que el destino envió al campo: paseaba por las instalaciones primero con una fusta para pegar a quien quería, después con un látigo rematado con cuchillas de afeitar, y hasta se encaprichaba de los tatuajes que llevaban algunos presos, ordenaba que les arrancaran la piel y forraba con ella sus lámparas o cajas de manicura.

Los motivos de las mujeres para matar

Un sesgo que está ayudando a eliminar la corriente de crimonología feminista, que busca igualar el prisma desde el que se hacen las investigaciones. Fue en los años 70 del siglo pasado cuando empezó un proceso revisionista, cuenta la experta, quien cree que «más de una mujer se habrá salvado de la cárcel porque se creía que, al tener más sensibilidad, eran incapaces de matar».

Es verdad que no lo hacen del mismo modo que los hombres ni por los mismos motivos. El más frecuente entre las asesinas es el móvil económico, lo que tiene cierto sentido, dice Pascual, «porque ellas históricamente no han tenido acceso al dinero». Se trata, por tanto, de crímenes funcionales, no pasionales. O, lo que viene a ser lo mismo, matan «en frío, con veneno o barbitúricos, o duermen antes a sus víctimas».

Después del móvil económico en segundo lugar aparecen las llamadas viudas negras, es decir, esas mujeres que asesinan a personas de su entorno más cercano, y en tercero los ángeles de la muerte, cuidadoras que matan a quienes están a su cargo. Entre estas últimas , otras protagonistas del libro, las austriacas Irne Leidolf y Waltraud Wagner, que acabaron con la vida de entre 49 y 300 de sus pacientes con sobredosis de somníferos o por ahogamiento.

Las víctimas, del entorno

Otra característica que diferencia los asesinatos cometidos por los hombres y por las mujeres es el tipo de víctima: ellas suelen matar a personas de su familia y su entorno. También, que utilizan menos violencia, habitualmente con métodos que las ayudan a salvar su menor fuerza física, porque tienen menor acceso a las armas de fuego, y asimismo mandan asesinar a otros.

Sin embargo, hay algo que tienen en común asesinos y asesinas: toman la decisión de matar cuando han valorado las consecuencias de sus actos y sus beneficios, y todos ellos asumen que es mayor el beneficio.

¿Los asesinos nacen o se hacen?

Pero ¿qué les lleva a quitar la vida a otro ser humano? O, dicho de otra forma, ¿un asesino nace o se hace? Aunque en la criminología hay diferentes teorías y hay muchos que piensan que se puede nacer malo, la creencia de Victoria Pascual es que se hace, y que «son muchos los factores que llevan a eso».

Según la experta, «es fundamental el entorno familiar y social, que se convierte en un factor de riesgo muy importante». Pero también enumera un buen puñado de características individuales que, combinadas como en un siniestro cóctel, pueden llevar a una persona a matar a otra: «El grado de tolerancia a la frustración, trastornos psicopatológicos, el acceso a la educación, el apego familiar, la ideología que se le traslada, el entorno social de su barrio, su ciudad y su país».

Matar como única vía

La autora habla en su libro sobre mujeres asesinas de «la necesidad de matar», que explica así: «Llegan a cometer el crimen porque tienen la sensación de que es una necesidad interna que se convierte en una obsesión en el caso de los asesinos en serie, saben que no van a conseguir lo que quieren por otros medios».

Y hablando de asesinos en serie, también ha habido mujeres. La más famosa de Estados Unidos, Aileen Wuornos -interpretada en el cine por Charlize Theron en la película ‘Monster’-, es un ejemplo de cómo ella, prostituta, creyó que su única forma de dejar de soportar el maltrato de sus clientes era matándolos.

El caso más brutal

En España, la que más ha impresionado a Victoria Pascual a la hora de escribir su libro es Rosa Gonzálvez Fito, que en 1990 mató a su hija de una manera extremadamente cruel: «Una evisceración en vivo es tan brutal, y que encima te la hagan tu madre y tu tía…, me costó mucho. Además, en el juicio recibieron la eximente completa».

¿Hay que estar mal de la cabeza para matar? «En algunos casos sí y en otros no», concluye la experta, «hay que tener en cuenta si en el momento en que una persona mata tiene capacidad de entender que lo que hace está mal. Muchísimos asesinos lo hacen sin padecer ningún trastorno».

Fuente: https://www.elmundo.es/yodona/actualidad/2023/05/18/645b8938fdddff70468b45d7.html

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