Fue paracaidista, la CIA experimentó con él y antes de triunfar en España sobrevivió entre salas de fiestas y foros paranormales. El hombre que nos enseñó a doblar cucharas con la mente tiene hoy 76 años y sigue convencido de que los extraterrestres están al caer
JORGE BENÍTEZ / PAPEL / EL MUNDO
El señor de las cucharas vive en Jaffa, el viejo puerto absorbido por Tel Aviv que fue fundado por un hijo de Noé al poco de que escampara el Diluvio universal. Donde Jonás se embarcó cuando cabreó a Dios y acabó como antiácido de una ballena. Donde, según los antiguos griegos, Perseo rescató a su Andrómeda encadenada.
Allí Uri Geller (Tel Aviv, 1946) se ha comprado una gran casa que ha convertido en un museo de su legado personal y psíquico. «Cuando los de la inmobiliaria me la mostraron, no lo dudé y pensé: esto es increíble», dice por teléfono el mentalista israelí.
‘Increíble’ será la palabra que más repetirá a lo largo de la conversación.
Geller es simpático, directo e indiscutiblemente polémico. Para muchos es un elegido, un hombre superlativo que domina la telepatía y la psicoquinesis, la capacidad para influir con el pensamiento en la materia y la energía; mientras que para otros es tan sólo un vendehumos muy competente camuflado detrás de trucos de un ilusionista. Siempre controvertido. Incluso cumplidos los 76 años.
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- REDACCIÓN:SAL EMERGUI Tel Aviv
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Lo que sí es innegable es que España no ha olvidado a Uri Geller ni Uri Geller se ha olvidado de España.
Los españoles porque disfrutaron gracias a él de un momento televisivo único que forma parte de su memoria sentimental. ¿Quién no conoce a alguien que jura que con la mente dobló una cuchara o dio cuerda a un reloj parado la noche del 6 de septiembre de 1975? Ríanse de Eurovisión, de la final de la Champions o del último capítulo del culebrón Rociíto, nunca nadie ha repetido lo logrado por Geller y José María Iñigo en aquel Directísimo: elevar al paroxismo el concepto de televisión como medio de comunicación de masas.
¿Y por qué Geller no olvida a España? La respuesta es sencilla: aquí confirmó su resurrección. «Los españoles sois especiales porque tenéis la mente abierta y mucha fe. Al día siguiente de la emisión del programa acudí a El Corte Inglés para firmar mi libro y había una cola de 10.000 personas. Eso no lo olvidaré nunca, nunca».
Para él aquel programa fue un momento clave. La televisión, a la que tanto debe, había estado a punto de enterrarlo poco tiempo antes.
En 1973 Geller había sido invitado a The Tonight Show, programa emblemático de la NBC estadounidense presentado por Johnny Carson. Allí se le pidió una demostración de sus poderes psíquicos, pero Geller tuvo un gatillazo.
-¿Sufrió mucho?
-Tiene que entender que soy muy controvertido. El propio Carson no creía en mi poder y hubo un intento de boicoteo y burla. Pensé que era mi canto del cisne, que estaba acabado.
Antes de cumplir los 30 parecía irse por el sumidero una carrera de popularidad de un joven que hasta hace no mucho sobrevivía haciendo espectáculos en salas de fiestas y dando charlas en foros de amantes de lo paranormal. Aquel descrédito arruinaba los sueños de este ex paracaidista que había combatido en la Guerra de los Seis Días.
Cuando aquella noche las cámaras de Carson se apagaron, Geller regresó hundido a su hotel. A la mañana siguiente, con la maleta ya hecha y dispuesto para coger un avión de vuelta a Israel, sonó el teléfono de su habitación. Era Merv Griffin. Quería que acudiera al día siguiente a su popular talk show.
Era su revancha.
Entonces fue cuando José María Iñigo vio que Geller era un diamante televisivo. Fogueado en la adaptación de fórmulas de entretenimiento que funcionaban en las cadenas anglosajonas, el español no dudó en traerle a Madrid. «Iñigo era una persona muy carismática que me ayudó mucho y como comunicador era increíble (otra vez). A mí la controversia en EEUU me había venido muy bien, fueron los escépticos los que crearon ese enigma a mi alrededor«, recuerda. «Ellos me habían hecho mucho más famoso».
La fama es importante para Geller, no lo disimula. Ya jubilado sigue siendo asiduo de la televisión en Israel. Ha participado en realities, ha sido coach de deportistas y hasta actor en películas de terror. Se sentía predestinado a ella: «Siendo un niño ya supe que iba a ser rico y famoso».
Una postura que siempre defendió otro genio de la publicidad, un buen amigo que hizo en España: Salvador Dalí. «Un día me llamó para que fuera a verle porque quería hacerme un regalo muy especial: un cristal que supuestamente había pertenecido a Leonardo da Vinci». Geller creyó que era una de las tantas boutades del genio de Figueras, un pintor «increible». Pero su juicio cambió cuando hace unos años vio en el periódico una fotografía del Salvator Mundi, pintura atribuida a Leonardo por la que un príncipe saudí pagó 450 millones de dólares para cederla al Louvre de Abu Dhabi. «En ella Jesucristo sostiene un cristal idéntico al que me entregó Dalí».
Visto con distancia no resulta tan extraña la seducción mediática tan del gusto de Dalí del mentalista. Era joven y guapo, con un look muy Camilo Sesto; se comunicaba en inglés, lo que le daba un halo de modernidad, y encima doblaba cucharas con la mente. Era un pelotazo para cualquier productor del show business.
Pero es cierto que su camino hasta Prado del Rey había sido duro. Descendiente de judíos húngaros y austriacos, Geller nació en un Israel que todavía no existía como país y que era un territorio bajo el Mandato británico de Palestina. De una familia de orígenes muy humildes, tuvo que trasladarse a Chipre con sólo 11 años. Allí aprendió inglés.
-¿Cuándo descubrió que tenía poderes?
-A los cinco años. Descubrí que no había nada que no pudiera ser, hacer o tener porque soy el arquitecto de mi propia vida y mi don me permitió soñar con todo eso.
-¿Cómo reaccionó su entorno?
-Mi madre no se sorprendió, era muy abierta de mente. Tenga en cuenta que era pariente lejana de Sigmund Freud. Sin embargo, en la escuela tanto niños como maestros estaban muy impactados.
Ese impacto que provoca en la gente nunca ha sido un problema para él. Un informe de la CIA ya desclasificado confirma que en 1973 la agencia de inteligencia puso a prueba sus capacidades telepáticas y que estas son reales. «Al principio tenía miedo porque las condiciones del laboratorio eran muy distintas a las que yo estaba familiarizado, pero todo fue muy riguroso». Según cuenta, a la CIA le preocupaba que la URSS tuviera psíquicos que pudieran borrar con la mente archivos clave de sus computadoras.
-¿Es cierto que le preguntaron si era capaz de detonar una bomba atómica con la mente?
-Esa pregunta me la hicieron en el Laboratorio Lawrence Livermore National.
-¿Puede decirme qué contestó?
-No puedo hablar sobre algo aún clasificado como Alto Secreto. Sin comentarios.
Las referencias de Geller a la religión son constantes y a veces da la impresión de ser un panteísta. Él es judío, pero su fe es muy amplia y engloba todas las religiones.
-¿Ha sufrido alguna crisis de fe?
-Nací siendo creyente. Creo que Dios es una entidad religiosa que está en tu cerebro desde que naces. Hay un creador al que todos los días rezo. Rezo también por los enfermos, por la Tierra. Considero que el poder de la oración es poderoso y que todos estamos unidos con un hilo espiritual invisible.
-Pues en la Tierra llevamos unos años difíciles, hemos vivido una pandemia, hay una guerra en Ucrania, el cambio climático, crisis económica… ¿Es optimista sobre el futuro?
-Intento serlo pero no olvido que nos apuntan armas nucleares, que se derriten los casquetes polares, que hay virus peligrosos. Y cualquier día puede hasta caer sobre nosotros un meteorito. No estamos preparados para eso. Creo en los extraterrestres y estoy seguro de que nos van a visitar.
-¿En serio? ¿Cuándo?
-En un plazo de entre 25 y 60 años.
-Vaya, es usted concreto. ¿Y, en su opinión, será una visita pacífica o peligrosa para el ser humano?
-Pacífica. Todo muy lógico y racional. Si los alienígenas no fueran pacíficos, nos habrían destruido hace mucho tiempo…
Geller no ha usado la palabra increíble en esta ocasión. No era necesaria.
De repente, él se convierte en entrevistador.
-¿Qué tal se encuentra?
-¿Perdón?
-¿Qué cómo está usted? ¿Qué tal está su familia?
-Bien. Mi pareja ahora tiene covid. Un fuerte catarro. Nada serio, por fortuna.
-Cuando colguemos voy a mandarle a ella energía positiva.
-Vale… Gracias, señor Geller… Hablando del covid. ¿Cómo está llevando la pandemia?
-Cuando empezó seguí trabajando en la restauración de la casa-museo. Ha sido difícil porque los turistas desaparecieron. La pandemia sigue aquí, hay una nueva ola. Y yo tengo mi propia teoría de cómo surgió. Este es un virus creado en un laboratorio militar que ha sido propagado intencionadamente…
-Una teoría un poco atrevida, ¿no?
-Sé que algunas personas pensarán que estoy loco, que soy un teórico de la conspiración, pero sólo expreso mi opinión.
Al poco de concluir la entrevista recibí un amable whatsapp de Uri Geller: «Me centraré en que su mujer se recupere bien».
Fuente: https://www.elmundo.es/papel/lideres/2022/08/04/62e7ba24fc6c8305318b4578.html