Por Fernando Manzanilla Prieto
@Fer_Manzanilla
Tenemos en puerta la conmemoración del Día de la Raza, una fecha que recuerda la lucha que hace más de cinco siglos libraron los indígenas y los colonizadores españoles, luego del llamado “descubrimiento” del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón.
Se ha denominado así a este día por el mestizaje que nació de la fusión entre estos dos grupos culturales: el pueblo español y el indígena, bajo lo cual inició la unión entre Europa y América.
Esta fecha no se recuerda solo en México, sino en la mayoría de los países americanos y España, aunque con nombres diferentes, pero todos ellos evocan el momento histórico del llamado “Encuentro de dos mundos”.
Para José Vasconcelos, en su ensayo La Raza Cósmica, las distintas razas del mundo tienden a mezclarse cada vez más, hasta formar un nuevo tipo humano, compuesto con la selección de cada uno de los pueblos existentes.
Sin embargo, en torno a esta conmemoración es necesario preguntarnos sobre lo que significa “raza” y su pertinencia o no en la sociedad actual.
De acuerdo con el Diccionario de la lengua española, raza se define como: “cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies biológicas y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia.
Y es que para el ser humano la clasificación es un proceso que ha caracterizado a la especie humana desde siempre, ya que la practicamos de manera automática para intentar entender el mundo que nos rodea.
El concepto raza nació a finales del siglo XVIII en Europa. En esa época, algunos científicos naturalistas que se dedicaban a clasificar a las especies animales y vegetales empezaron también a clasificar a los seres humanos en “razas” guiados por su apariencia física.
A todas estas teorías que sirvieron para fundamentar la existencia de diferentes “razas humanas”, cada una con características biológicas, psicológicas y sociales determinadas, hoy se les ha denominado racismo científico.
Durante los siglos XIX y XX, varios de los supuestos de estas teorías tuvieron terribles consecuencias, por ejemplo en la Alemania nazi, donde se desencadenó el genocidio de millones de personas judías y gitanas en campos de concentración y exterminio. También surgió la eugenesia, una disciplina científica enfocada en “mejorar” a los grupos humanos.
Actualmente, los avances científicos se encaminan a desmitificar las ideas de la existencia de las “razas humanas” y enfocarse en que todos los seres humanos pertenecemos a la misma especie, la del Homo Sapiens.
Tan sólo uno de los avances científicos más importantes del siglo XIX, progresa en este sentido. El Proyecto Genoma Humano logró descifrar la secuencia del código genético de la especie humana contenida en el ADN (ácido desoxirribonucleico).
Uno de los hallazgos centrales de este proyecto fue que todos los seres humanos que hemos habitado el planeta Tierra —incluyendo los 7700 millones que la habitamos hoy en día— somos idénticos en un 99.9% de nuestro ADN; es decir que las diferencias genéticas entre nosotros residen solamente dentro del 0.1% de este ADN.
Es así que es muy importante cambiar el paradigma que nos permita entender plenamente que el ser humano es más que sus propias características fisionómicas, como el color de piel o cabello, estatura o complexión física. A la raza humana lo que nos hace diferentes de las otras especies que poblamos este planeta son nuestras capacidades intelectuales.
Porque precisamente, la propia universalidad es producto de una mezcla de seres humanos, que desde sus diferencias físicas e ideológicas, hemos logrado construir la unidad que nos hermana.
Actualmente en el mundo somos más de 7,753 millones de personas y proyecciones de las Naciones Unidas (ONU) vaticinan que para finales de este año podríamos llegar a los 8,000 millones de habitantes.
Estas cifras nos recuerdan que somos sólo una humanidad, unida por más coincidencias que diferencias, si bien con una gran riqueza multicultural, pero también con la encomienda de trabajar para derrocar la desigualdad, injusticia y violencia.
Es así que este Día de la Raza es un muy buen recordatorio para no olvidar que somos una sola raza, la humana y que ello conlleva una gran responsabilidad con el prójimo y con el propio planeta, pues ha sido a nosotros a quienes se nos ha encomendado su cuidado, así como el de todas las especies que la habitamos.