EDITORIAL / DESDE LA FE
La trata de personas es una plaga que lamentablemente no se ha podido erradicar, que sigue afectando y denigrando a miles de personas que son arrancadas de sus hogares y de sus familias, para ser explotadas por grandes mafias que las ven como una mercancía.
El Papa Francisco ha señalado lo grave que es este delito al que ha calificado como una herida abierta en el cuerpo de Cristo y en el cuerpo de la humanidad entera. Es una herida profunda que nos concierne atender a cada uno de nosotros, en la medida de nuestras posibilidades y desde nuestros ámbitos de competencia.
De acuerdo con el “Informe Mundial sobre Trata de Personas 2022”, realizado por la Oficina de la Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en México la cifra de víctimas de trata se incrementó un 67.3% 2020 a 2021.
Dicho estudio detalló que dentro de las diversas modalidades de este delito aumentó la relacionada con los fines de explotación sexual, en un 32.8%, en tanto que la de la mendicidad forzada se incrementó en un 47% y la del trabajo forzado un 175.3%.
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A estas cifras se suma el desconocer aquellos casos que siguen ocultos y no son denunciados. Son miles de seres humanos que además de padecer un grave sufrimiento físico y moral, también experimentan un decaimiento en su fortaleza espiritual al sentirse olvidados.
Es fundamental que todos sumemos esfuerzos para enfrentar este grave delito y acabar con esos grupos delictivos que siguen operando con toda impunidad. Por ello, como cristianos debemos actuar firmemente y, en caso de tener conocimiento de un delito de esta naturaleza, lo denunciemos ante las autoridades correspondientes.
La trata de seres humanos no solo desfigura la dignidad de las personas que la sufren, sino que la explotación y el sometimiento que viven las convierte en objetos de usar y tirar.
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Hagamos un frente común con las autoridades y sumemos esfuerzos para contener el avance de este delito que lacera a nuestra sociedad. Como hijos de Dios recordemos que si uno de nuestros hermanos sufre, todos padecemos su dolor y su sufrimiento.
En este día que se conmemora el Día Internacional contra la Trata de Personas, es fundamental que elevemos nuestras oraciones por quienes sufren esta explotación y pidamos la intersección de nuestra Santísima Madre María de Guadalupe para que sean liberadas de su confinamiento y puedan regresar con sus familias.
Fuente: https://desdelafe.mx/editorial/una-herida-abierta-y-dolorosa/