Carol López llega al Festival de Mérida con una versión libre del texto de Menandro: “Es una comedia romántica”, asegura
JULIÁN HERRERO / LA RAZÓN
No hay cifra que cuantifique las veces que se ha dicho, o se ha pensado, aquello de abandonar el frenesí urbanita por la paz del campo. Llegó la pandemia, nos trajo el encierro, y el sueño de tener una casa fuera del ruido, con mucho espacio y con mucho césped, se multiplicó. El objetivo de vivir lo más céntrico posible, lo más conectado con todo y todos, se desvanecía a medida que sintonizábamos con nuestros instintos más básicos: dormir, comer, subsistir, no enfermar… Eso sí, aderezado todo ello con una buena dosis de cultura (música, libros, pelis, series…) y con otro poco de inventiva culinaria. Nada que no se pudiera no hacer en mitad de la nada con un buen wifi. Traslado de la urbe a lo rural que, quitado a tres jipis, es relativamente nuevo en nuestra sociedad, en la que el movimiento había sido a la inversa desde hace décadas.
Pero ya, mucho antes, Menandro nos lo había relatado: puso en la piel de su Misántropo (Dyskolos) a ese ser que quiere cambiar el bullicio por la paz. Para él, retirarse al campo es la única opción que se adapta a su carácter de ermitaño; reivindica su derecho a ser huraño y que no necesita nada más que lo que la naturaleza le puede ofrecer. Sin embargo, aquella versión representada en el festival de Leneas en el siglo IV a. C. ya no es la misma, al menos, en la versión de Carol López. La adaptadora –junto a Xus de la Cruz– y directora llega hoy a Mérida para apostar por un texto remozado en el que su Misántropo (Jesús Castejón) defiende lo ecológico, lo sostenible y aboga por una vida austera. «La ciudad te anula, no te deja parar hasta que petas y aparecen todas esas enfermedades mentales. Hemos dejado que nos gobierne el sistema. Las generaciones que suben ya no salen de las redes sociales», señala López. Pero, pobre protagonista, pues no encontrará la tranquilidad esperada: unos de los urbanitas de los que huyó montarán un hotel ecológico a su vera.
Y es aquí donde la versión escrita para el Teatro Romano catapulta su libertad y que llenará las ruinas de campos de trigo y amapolas. Será la hija del personaje de Castejón la que tomará las riendas argumentales y la que hará de El misántropo una «comedia romántica feminista», explica una López que se aleja del mensaje individualista para poner el foco en que, «por mucho que uno quiera estar solo y evadirse de los demás, al final, necesitamos haber cultivado los afectos».
Así nos lo enseñaron en Conocimiento del Medio, al menos a los que crecimos en los 90, que las funciones vitales eran tres: nutrición, reproducción y relación. Relaciones que para la directora están demodé. «Parece que hoy en día amarse es lo revolucionario, es hasta punki», dice López ante la puntualización de Beatriz Carvajal –parte del elenco que se completa con Ángel Ruiz, María Ordóñez, Alejandro Pau y Carlos Troya–: «La gente joven ama, pero lo que no quiere es compromiso. Es otra forma de entender el amor, que cada uno lo vive como quiere. Nadie te puede imponer nada», cuenta una actriz que regresa al escenario principal de Mérida 28 años después de hacer Los bosques de Nyx (dirigida por Miguel Bosé).
E incide Carvajal en la idea de «juntos, mejor» que propone la directora: «Somos mucho más fuertes. Lo vemos ahora en Ucrania, pero también si piensas en los independentismos. Entiendo que la gente quiera su sitio, pero lo de separarse del resto no lo comprendo. Deberíamos tender a juntarnos y ayudarnos. Eso es lo generoso, lo otro es egoísta», cierra.
Fuente: https://www.larazon.es/cultura/teatro/20220713/hodnjzpwwndlfe4cppcbflrice.html