Ovidio Guzmán prefirió hacerse mafioso y ser el ‘rey del fentanilo’. Acaba de ser extraditado a EE.UU., donde sólo en el último año murieron 107.000 enganchados
PABLO SCARPELLINI / CRÓNICA
A un «cantante popular» que estaba en la cresta de la ola lo mandó a asesinar por haberse negado a actuar en su boda en 2021. Por orden suya le arrancaron los dientes a un sicario que intentó traicionarlo, rematado después, con sus propias manos, con un bate de béisbol. Pudo haber elegido el camino recto, estudiar en las mejores universidades del mundo y hacerse arquitecto o banquero, pero Ovidio Guzmán prefirió dejarse seducir por el mundo oscuro del narco y seguir los pasos de su padre, el más sanguinario y temible de la historia de México: ‘El Chapo’ Guzmán. Lo ha conseguido. El líder de ‘Los Chapitos’, una facción del Cartel de Sinaloa, está en una prisión de Estados Unidos desde el 15 de septiembre, extraditado. Como su padre.
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Sobre sus estrechas espaldas pesa una montaña de muertos. Los 29 que dejó la masacre en que se convirtió su detención a principios de 2023, los informantes y narcotraficantes que, de acuerdo a Estados Unidos, se quitó de en medio en su lucha por controlar las rutas de la droga hacia el norte, y los cientos de miles que han dejado los opiáceos adulterados que envió hacia Estados Unidos y Canadá durante años.
Guzmán, nacido en 1990 en Culiacán, capital del estado de Sinaloa, hijo de la segunda esposa de ‘El Chapo’, se convirtió con el tiempo en el ‘rey del fentanilo’, la droga sintética que está causando estragos en las calles de muchas ciudades de Estados Unidos. Sólo el año pasado fallecieron 107.000 personas por sobredosis en la primera potencia mundial, con más de dos tercios atribuidos a drogas mezcladas con fentanilo.
Todos los días caen drogadictos que no resisten el último chute de fentanilo, una sustancia 50 veces más potente que la heroína. Al menos 1.800 adolescentes perdieron la vida entre julio de 2019 y diciembre de 2021, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). En el condado de Santa Clara, en el corazón de San José, ‘capital’ de Silicon Valley, ya han perdido la vida 105 menores por las drogas sintéticas en lo que va de 2023, entre ellos un bebé de tres meses. Las píldoras fabricadas en México sin regulación alguna y con químicos importados de China están en todas partes.
Ovidio, conocido como ‘El Ratón’, controlaba al menos 11 de esos laboratorios clandestinos en México junto a su hermano Joaquín. En total, movían entre 1.300 y 2.200 kilos al mes de metanfetaminas que terminaban siendo distribuidos en los países vecinos del norte, según las autoridades estadounidenses. De ahí que Washington lo considerara como el narco más peligroso y productivo del mundo y que insistiera en su extradición.
El pasado viernes se declaró no culpable de tráfico de drogas y lavado de dinero en su primera aparición ante un tribunal en Chicago. A sus 33 años se enfrenta a una vida entre rejas con seis cargos en contra y a la espera de juicio, con la siguiente cita en corte prevista para el 17 de noviembre. Esquivará la pena de muerte como parte del acuerdo de extradición con el Gobierno mexicano, lo mismo que su progenitor, que ya lleva tres años y medio en una prisión estadounidense, condenado a cadena perpetua.
Su historia podría haber discurrido por derroteros muy distintos. Ovidio, uno de los 10 hijos -o 23, según otro recuentos- de ‘El Chapo’, fruto de cuatro matrimonios, se crió en un barrio ‘fresa’ (o pijo) de la capital mexicana, en la colonia Jardines del Pedregal de Ciudad de México. En esa época iba al colegio de los Legionarios de Cristo en taxi, hasta que su padre logró fugarse de la cárcel en la que cumplía su primer sentencia y el muchacho volvió a Culiacán, a la sombra del patriarca.
UNA HERENCIA DESTINADA A LA DROGA
La muerte de su hermano Edgar en 2008, cuando Ovidio sólo tenía 18 años, propició el resto. Junto a su otro hermano, Joaquín Guzmán López, heredó «gran parte de las ganancias de los narcóticos y comenzaron a invertir grandes cantidades de dinero en la compra de marihuana en México y cocaína en Colombia. También comenzaron a comprar grandes cantidades de efedrina de Argentina y organizaron el contrabando del producto a México mientras comenzaban a experimentar con la producción de metanfetamina», de acuerdo al informe del Departamento de Inmigración de EE.UU. (ICE).
Con el tiempo Ovidio se fue haciendo con el control de toda la operación criminal de ‘El Chapo’ y dejó claras muestras de su poder en los dos asaltos para detenerlo. Además de la matanza en enero que conmocionó al país, el 17 de octubre de 2019 agrandó su leyenda popular con el ‘culiacanazo’, un operativo fallido en el que las autoridades le acabaron soltando para evitar un derrame de sangre aún mayor. La orden llegó directamente de arriba, del presidente Andrés Manuel López Obrador, tras tenerlo detenido.
Sus secuaces salieron en masa a las calles y protagonizaron un caos monumental: calles cortadas, coches quemados, con sicarios armados hasta los dientes entre la población civil. El ejército mexicano se vio obligado a recular. Ovidio nunca huyó, como su padre, una de las diferencias entre ambos. ‘El Chapo’ era un estratega habilidoso, al contrario que su vástago, con fama de impetuoso y sin capacidad en cuestiones tácticas, amante de los caballos y los gallos de pelea, con poco interés por la ostentación y el lujo pese a las cantidades ingentes de dinero que manejaba.
El Departamento de Estado había ofrecido en 2021 cinco millones de dólares por su cabeza y la de tres de sus hermanos. Después solicitó su extradición tras ser capturado en enero, acusados en 2018, tanto Joaquín como Ovidio, de conspirar para distribuir más de 5,5 kilogramos de metanfetamina y 1.000 kilogramos de marihuana. Biden los tenía como objetivo prioritario en su lucha contra el narcotráfico.
Fuente:https://www.elmundo.es/cronica/2023/09/26/650db4f321efa0251c8b456f.html