El 13 de agosto de 1521 Hernán Cortés entró con sus tropas en la capital del imperio azteca y nadie lo ha contado mejor que Laszlo Passuth en ‘El dios de la lluvia llora sobre México’
JULIO MARTÍN ALARCÓN / EL CONFIDENCIAL
En 1938, en los albores de la Segunda Guerra Mundial un joven escritor húngaro, Lászlo Pássuth, paseaba por Londres cuando se topó de lleno en una librería de Oxford Street con la historia que cambiaría la percepción popular de la conquista española de América. El joven autor acababa de publicar una modesta novela ‘Eurasia’ sobre el impacto nacional de la terrible Primera Guerra Mundial en los territorios de Europa. No pasaba de ser una promesa local hasta que sus ojos se fijaron en dos volúmenes del siglo anterior ‘La conquista del Perú’ y ‘La conquista de México’ de un historiador estadounidense, William H. Prescott publicadas en 1850.
Passuth compró el primero y lo devoró durante toda la noche, aunque lo que más le excitó no fueron las peripecias de Francisco Pizarro y Atahualpa, sino las referencias en el libro a la conquista anterior del imperio azteca. A la mañana siguiente, según relataría él mismo acudió a la la librería para conseguir ‘La conquista de México’, pero se había vendido ya. La contrariedad no detuvo al húngaro que insistió al librero hasta que éste le consiguió otro ejemplar tras rastrear en el almacén. El resultado de aquel flechazo sería ‘El dios de la lluvia llora sobre México’ (1939), novela histórica en los altares del género junto a la seminal ‘Los últimos días de Pompeya’, ‘Sinuhé, el egipcio’ o la posterior ‘Yo, Claudio’.
¿Cómo derrotó un puñado de españoles a millones de aztecas? El nuevo Hernán Cortés Daniel Arjona
La aventura más grande jamás contada, la epopeya de Hernán Cortés en el corazón azteca de Tenochtitlan consiguió su verdadero impulso: la popularización del mito ochenta años antes del ‘boom’ televisivo que empezó hace dos años en Amazon Prime con la serie producida en México ‘Hernán’, protagonizada por el español Óscar Jaenada y que hoy, cuando se conmemora el quinto centenario de la toma de Tenochtitlán por Hernán Cortés el 13 de agosto de 1521, vuelve a estar en el centro de la actualidad y la polémica.
Tenochtitlan en Budapest
La leyenda negra sobre la conquista española pesaba ya en Europa, forjada en la imagen de la Inquisición, las matanzas y la brutalidad del imperio que había aplastado a la civilizaciones precolombinas y no iba a ser ninguna institución ni historiador español quien fuera a cambiarlo. William H. Prescott, el historiador estadounidense que sirvió de inspiración al novelista húngaro había alcanzado el éxito en EEUU con una obra que constituía la primera gran piedra contra la leyenda negra. En ella, la figura de los conquistadores españoles se agrandaba sobre la barbarie del imperio azteca y su aventura pasaba a ser una gesta casi propia de los héroes clásicos.
Así, lejos de España, en Budapest, Lázslo Passuth, un empleado de banca, licenciado en derecho y finanzas por la Universidad de Szedged hundía su imaginación en las remotas costas de Veracruz y en los manuales para aprender español: ni siquiera hablaba el idioma cuando decidió adentrarse en uno de los recovecos más polémicos y apasionantes de toda la historia del Imperio Español.
Escapar a Hitler
Para entonces, Hungría acaba de sellar su destino en la guerra: el regente Miklos Horthy se había alineado con el Tercer Reich de Adolf Hitler, cuya bota pisaba ya Austria, Checoslovaquia y Polonia. El resultado inicial fue precisamente la recuperación de los territorios perdidos por el país en el Tratado de Triannon tras la Primera Guerra Mundial: Transilvania entre otros, uno de los puntales de la ópera prima de Lászlo Pássuth, ‘Eurasia’.
Sin embargo, el empleado de banca autodidacta había decidio alejarse de las preocupaciones del momento, abandonando su inicial deriva, para sumergirse en la historia de un país extranjero que apenas conocía, en una época lejana, el siglo XVI y en una tierra remota que no había pisado nunca: México. Como aún no había alcanzado el descomunal éxito mundial que le brindaría la novela histórica trabajaba en Italia para el banco húngaro italiano RT en la sede de Milán cuando visitó al novelista húngaro Zsigmond Moricz, redactor jefe de la revista Nyugat (Occidente)para la que escribía en sus ratos libres.
Pássuth: «Me gustaría escribir sobre el enorme y fatídico choque de civilizaciones extraterrestres en la historia de México»
Passuth tenía en la cabeza un aspecto que sería crucial para el género y la posterior revisión de todo lo acontecido durante la conquista del imperio azteca: el retrato interior de los principales personajes del drama y su interacción: Cortés, Moctezuma, Malinalli. En la casa de la Toscana de Moricz, de la generación previa y novelista húngaro consagrado le confió su anhelos: «Me gustaría escribir sobre el enorme y fatídico choque de civilizaciones extraterrestres en la historia de México». Con una sonrisa, Móricz le contestó con escepticismo: “Veo, mi querido amigo que estás obsesionado con este tema. Escríbelo para tí mismo si te entusiasma y una vez que lo hayas escrito, guárdalo en el cajón», a lo que Passuth contestó: «El dios de la lluvia está de luto por México».
Moctezuma, el asesino ritual
Pronto pasó de la obra de W. H. Prescott a los propios manuscritos que habían legado los españoles, desde los escritos de Hernán Cortés a la crónica de Bernal Díaz del Castillo. Su dominio del español, que había sumado al alemán, el inglés, el italiano y el francés, avanzaba y su gran concepción sobre la historia de Cortés y Moctezuma también. Tal y como escribió la hispanista húngara Edith Muharay: «Más que los meros hechos históricos, lo que le interesaba era el perfil humano complejo y contradictorio de ambos protagonistas. Le intriga y conmueve «la exquisitez espiritual de Moctezuma que no tiene nada que envidiar al hombre europeo del Renacimiento”, y quien al mismo tiempo fue “uno de los asesinos rituales más sangrientos del mundo. La noción del valor de la vida humana no llegó a su conciencia cuando se trataba de servir a sus dioses sedientos de sangre”.
A partir de una investigación cada vez más exhaustiva, que incluyó la consulta de algunas de las cartas de Hernán Cortés conservadas en el archivo de la Biblioteca Nacional de Austria en Viena, Passuth, que también leyó las ‘Obras Históricas’ del príncipe Ixtlilxóchitl y el Códice Vindoboenensis, se adentró además en lo que sería el puntal verdadero de su obra. La relación entre Moctezuma y Cortés, así como la historia de éste con la india Malinalli, que convierte en su amante y cómplice. Era la gran aportación a la historia junto a la detallada descripción de los palacios y la cultura azteca.
«Destruyó la ciudad cuya belleza y perfección admiraba, y masacró sin miramientos a los indios»
Además, Passuth que había quedado fascinado en su juventud por las novelas del oeste supo captar también el aspecto más salvaje del conquistador: «Determinado por su religión y su lealtad al rey de España, el mismo hombre fino llegado al Nuevo Mundo mandó a la hoguera a los caciques rebeldes, no hizo nada para impedir la ejecución de Cuauhtémoc, destruyó la ciudad cuya belleza y perfección admiraba, y masacró sin miramientos a los indios cuando se trataba de salvar la vida de sus hombres y asegurar su avance».
El fiasco de Hollywood
La influencia del relato del húngaro y su éxito atrapó la imaginación de otro gran escritor, el guionista Dalton Trumbo. Dos décadas después de haberse publicado la novela preparó un guión poco después de estrenar ‘Espartaco’. A diferencia de lo que ha ocurrido después con las series de Amazon, ‘Hernán’ y la próxima ‘Cortés’ tenía por título ‘Moctezuma’. Siguiendo la estela de Passuth, que ya había alcanzado el éxito mundial, convirtiéndose en una de las novelas históricas de referencia, escribió en 1965 un borrador de 205 páginas sobre la relación de Moctezuma con Cortés que tenía que dirigir John Houston y protagonizara Kirk Douglas.
Según su biógrafo, Peter Hanson, se trataba, según todos los comentarios que han sobrevivido, del trabajo con más calidad del guionista de ‘Espartaco’ y director de ‘Johny cogió su fusil’, de los que no llegaron a producirse nunca. Trumbo, que había sido perseguido por el Comité de Actividades Antiamericanas y formó parte de la Lista Negra de Hollywood hasta que Kirk Douglas le rehabilitó precisamente en ‘Espartaco’, describió al conquistador español en la línea de Passuth: «Un intelectual y a la vez un hombre hombre de acción, fanático religioso y sin embargo cínico. Un aventurero y estadista, valiente pero que no se avergüenza de salir corriendo para salvar su vida». ‘Montezuma’ iba a ser sin duda la gran película de Holywood sobre la conquista de México, exactamente la idea que ha retomado el guionista Steve Zaillian -‘La lista de Schindler’- para el Cortés que interpretará Javier Bardem y que Amazon estrenará el año que viene tras ‘Hernán’.
El gran mérito de Lászlo Passuth consistió en trasladar con un ritmo narrativo trepidante y un profundo estudio de la psicología de los personajes los increíbles hechos históricos de la conquista de México. Influenciado por Prescott no se dejó llevar por el indigenismo, pero a diferencia del estadounidense, tampoco eximió la vertiente más brutal de los conquistadores bajo un prisma occidental.
Acertó de lleno al centrar el drama en la relación de Cortés y Moctezuma que tanto sigue fascinando y sentó las bases sobre el personaje de la india Malinalli, amante de Cortés. Como buena novela histórica está repleta de escenas y diálogos inventados y sin embargo ha sido considerada durante años por los académicos como una obra en esencia rigurosa con los hechos. Passuth, que tan sólo visitó España una vez en los años 30, no viajó a México hasta que cumplió 71 años, en 1970, invitado por la secretaria de Cultura del país.
Edith Muharay recogió la esencia de aquel único viaje: «Con el entusiasmo de un adolescente goza cada momento de su viaje. Desde que aterriza el avión se alegra por haber “ganado ocho horas más de vida”, debido a la diferencia del horario. Unas cuantas horas para ver el país de sus sueños. “Cierro los ojos. En el fondo de mí no puedo creer que estoy aquí de verdad“, escribe en su diario de viaje. Incansable, visitará los escenarios que describe en su novela. Pasa largas horas en el Museo de Antropología, va a Teotihuacán, llega a Veracruz… En el mercado de Toluca se maravilla al encontrarse con el mismo ambiente descrito por Cortés en sus informes al rey: “No hay diferencia. Casi todo es igual. A lo más los aztecas aprendieron desde entonces a usar la balanza para pesar sus mercancías».
Fuente: https://www.elconfidencial.com/cultura/2021-08-13/hernan-cortes-mexico-laszlo-passuth-dios-lluvia_3228571/