Un dermatólogo asegura que esta es la manera más efectiva de ducharse por su efectividad y, además, por el ahorro de agua que se produce
Redacción La Razón
Ducharse es una práctica esencial para mantener la higiene personal y promover el bienestar general. En verano, esta rutina cobra aún más relevancia debido a las altas temperaturas, la mayor sudoración y la exposición constante al sol.
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Durante esta temporada, el cuerpo suda más para regular su temperatura, lo que puede llevar a la acumulación de bacterias y malos olores si no se cuida adecuadamente la limpieza. Además, una ducha refrescante ayuda a eliminar impurezas como el cloro de las piscinas o la sal del mar, manteniendo la piel saludable y revitalizada. Ducharse no solo proporciona una sensación de frescura inmediata, sino que también es fundamental para prevenir irritaciones, infecciones cutáneas y mantener una buena salud en general.
En este sentido, numerosos expertos han alertado de cuál es el procedimiento adecuado a seguir para ducharnos, por dónde debemos empezar y por dónde acabar, así como de otros aspectos fundamentales que se deben tener en cuenta a la hora de tomar una ducha refrescante.
La ducha ha de ser en este orden
Puede que en alguna ocasión hayas tenido un debate sobre cómo debemos ducharnos, qué partes van primero y cuáles después. Por ello, en palabras del dermatólogo Sergio Alique García, recogidas en el medio ‘Terra’, lo idóneo es seguir unos pasos previamente establecidos, pero no universalmente aceptados, a la hora de ducharnos.
De esta manera, el dermatólogo recomienda ducharse de arriba a abajo, es decir, comenzar enjabonándonos el pelo y posteriormente continuar bajando. Además, apunta que si se usa acondicionador después del champú, lo ideal es aplicarlo justo después de habernos lavado la cabeza y, acto seguido, continuar enjabonando y lavando el resto del cuerpo. continuando por el cuello, los hombros y los brazos, el pecho, las partes íntimas, las piernas y, finalmente, los tobillos y los pies.
Además, señala que es fundamental que se limpien a conciencia aquellas zonas en las que se pueden acumular más microorganismos, como los tobillos y los pies, los, en ocasiones, grandes olvidados de la limpieza.
Asimismo, según el experto, hay que tener cuidado con los productos que se utilizan, ya que algunos champús y acondicionadores pueden no ser adecuados para la piel y podrían llegar a causar sarpullidos en zonas de la espalda o el pecho. Además, el dermatólogo asegura al citado medio que seguir estos pasos no solo ayuda a tener una limpieza más efectiva, sino a contribuir significativamente al ahorro del agua.