Las nuevas restricciones contra el tabaco en México ponen el foco en muchos jóvenes y mujeres atrapados por la publicidad. Mientras la industria gana, millones de consumidores mueren y los contribuyentes pagan los daños.
JOSÉ OSPINA-VALENCIA / DW
México es el séptimo país más consumidor de tabaco en las Américas. El tabaquismo mata a ocho millones de personas al año en el mundo. Según la diputada Carmen Medel Palma, en México fallecen 51.575 personas víctimas de la adicción al tabaco, anualmente. Es decir, 141 muertes al día, según cifras presentadas en el foro «Control y regulación del tabaco en México: un asunto de salud pública», realizado en 2020.
Desde el pasado 15 de enero de 2023, en México entraron en vigor estrictas restricciones al uso, venta y publicidad de cigarrillos tradicionales y electrónicos, calentadores de tabaco y vapeadores.
En parte, México se pone así al nivel de la mayoría de países de Sudamérica en dos medidas cruciales, dice a DW Rosa Sandoval, asesora para México de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para control del tabaco. «Una es la prohibición de fumar y de emisiones en lugares públicos y de trabajo cerrados, ya introducida en 24 de los 35 países de las Américas. Pero México amplía las restricciones de fumar y vapear a lugares de congregación como playas y parques». Si bien algunos aseguran que lo emitido por los vapeadores no es humo, «en todo caso es una emisión”, acuña Sandoval, con dos décadas de experiencia en la implementación de medidas contra el tabaquismo.
Convenio Marco para el Control del Tabaco: una hoja de ruta
En cuanto a la prohibición de publicidad, «la regulación de México va más allá, y se suma a países como Uruguay, Colombia, Panamá y Brasil», explica a DW Adriana Blanco Marquizo, directora de la Secretaría del Convenio Marco de la Organización de la Salud para el Control del Tabaco (CMCT OMS), que vigila las buenas prácticas en la lucha por espacios sin humo. Dicho convenio es vinculante y ha sido ratificado por 181 países, más la Unión Europea. Estados Unidos, Argentina, Cuba, República Dominicana y Haití son los únicos países de la región que aún no se suman al convenio.
La publicidad de cigarrillos, ya sea el mensaje directo o el subliminal, tiene un efecto nocivo, como lo prueba el caso de Chile, que con 29,2% lidera el mayor índice de tabaquismo del continente. Mediciones locales hablan hoy de un 33% de adicción.
¿Por qué se llegó a eso? «Se debe fundamentalmente a una estrategia publicitaria, sin ninguna restricción, de las compañías tabacaleras trasnacionales, que fue muy agresiva en Chile, especialmente en los años 70 y 80, y que apuntaba preferentemente hacia las mujeres, a las jóvenes y pobres», explica en entrevista con DW la experta en salubridad María Teresa Valenzuela, de la oenegé Chile Libre de Tabaco.
«La adicción de millones de mujeres en Chile», agrega Valenzuela, exdocente de la Universidad de Chile, «generó un ejemplo para niños y jóvenes que se fue replicando a lo largo de los años, haciendo que el hábito de fumar se normalizara, a pesar de tratarse de una droga más adictiva que otras, pero legal, que es lo que hace la diferencia».
Entre más al sur, más mujeres fumadoras
Adriana Blanco Marquizo, del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco coincide con la salubrista chilena y agrega que «en el Cono Sur, en países como Chile, Brasil, Uruguay y Argentina, el consumo de tabaco entre las mujeres jóvenes, supera, a veces, al de los hombres jóvenes y no se diferencia mucho del de los adultos”.
En jóvenes se pensó en México a la hora de diseñar las nuevas medidas contra el tabaquismo. La nueva ley penaliza también que las diferentes marcas de cigarros se anuncien en redes sociales, a través de influencers, en servicios de streaming, o como publicidad subliminal en producciones de televisión y cine. Además, pide a las tiendas que los comercializan que no los exhiban en sus mostradores. Sin embargo, no prohíbe su venta.
Las víctimas y los costos del tabaquismo los pone la población
La lucha contra el tabaquismo es también una lucha contra las grandes productoras de tabaco. ¿Cuál es la relación entre las ganancias de las tabacaleras y lo que los países tienen que invertir en salud para tratar las consecuencias del tabaquismo?
«Hay dos cosas a tener en cuenta para los países donde la industria tabacalera no es nacional: todas las ganancias van para las transnacionales, y las divisas se van del país. La mayoría de los países son subsidiarios de las grandes marcas, así que lo que el país recauda en impuestos proviene del bolsillo de los mismos consumidores. O sea, que lo que un país percibe por la compra de cigarrillos siempre es muchísimo menor que lo que gasta en salud, y en la pérdida de productividad”, explica Adriana Blanco Marquizo, doctora en Medicina con una maestría en Políticas de Prevención de Adicciones en Niños y Adolescentes del Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH), con sede en Montevideo.
En la gaceta de la Cámara de Diputados de México, el subsecretario de Prevención de la Salud de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell, advierte que «los costos médicos por tabaquismo en México ascienden a 80 mil millones de pesos por año, mientras la contribución del sector tabacalero a la economía mexicana es del 0,11% del PIB».
Además de hacer México las tareas a las que se comprometió firmando el CMCT, el impacto de las restricciones al humo de cigarrillo es realmente importante. «No es lo mismo hablar de un país libre de humo, como mi país, Uruguay, con 3 millones de habitantes, que de México, con más de 130 millones”, recalca la experta de la OMS, y concluye que siendo México un país tan grande, se convierte en una referencia: «Ahora los mexicanos pueden probar, incluso más allá de Latinoamérica, que si en México se puede, se puede en otras partes del mundo con grandes poblaciones”.
(cp)