La revolución de la belleza a favor del envejecimiento ya está aquí, como demostraron Pamela Anderson sin nada de maquillaje y Helen Mirren y Andie MacDowell orgullosas de sus canas en la Semana de la Moda de París.
VIV GROSKOP / THE GUARDIAN
La Semana de la Moda de París suele celebrar la juventud, el artificio y el máximo esfuerzo en el departamento de la apariencia física. Pero esta semana ha habido un gran alboroto francés sobre la alegría de ser natural y auténtico.
Pamela Anderson ha desfilado “sin maquillaje a los 56 años”. Andie MacDowell, de 65 años, y Helen Mirren, de 78, lucieron canas naturales (es decir, aparecieron con su pelo) en la pasarela de L’Oréal. Esforzarse mucho, por supuesto, sigue estando de moda. Probablemente, todos estos estilos conllevan complicaciones de un tipo u otro: un carrusel interminable de atuendos penosamente “despreocupados” o un peinado que, como mínimo, necesita varias horas de estilismo. (Nota al margen importante: si sigues codiciando un pelo gris como el de Meryl Streep en El diablo viste a la moda, en realidad era una peluca).
No quiero juzgar a nadie: La Semana de la Moda de París debe ser fabulosa. Y, como dice el refrán, estas mujeres también se verían fabulosas en un costal de papas. Pero a pesar de los espejismos habituales y de la cantidad de productos, dinero y esmero que se han invertido en estos estilos, se está produciendo un verdadero cambio. Hay un movimiento claro hacia lo que se llama “proenvejecimiento”, en el que se celebra el proceso de envejecimiento.
Hace tiempo que marcas de belleza como Studio 10, Tropic Skincare, Clarins y Look Fabulous Forever utilizan la palabra “proenvejecimiento” para promover la idea de que aparentar la edad que se tiene es una aspiración. Ahora se defiende a mujeres a las que hace 20 años no se habría permitido entrar en la Périphérique durante la Semana de la Moda de París.
Siempre ha habido algo tedioso en el “debate” sobre el aspecto “permitido” a las mujeres; lo que se aplaude, lo que se fomenta. Al fin y al cabo, hay una gran diferencia entre las mujeres que Elizabeth Hurley llamó en su día “civiles” (no famosas) y aquellas cuya vigencia profesional depende de su aspecto y relevancia.
Joan Rivers, enemiga del envejecimiento, por no hablar de proenvejecimiento, lo sabía. Se sometió a una serie de procedimientos médicos que no solo la hacían parecer más joven, sino que también la convertían en objeto de los titulares y chismes necesarios para mantener una carrera en el mundo del espectáculo.
Puede que la jugada de Anderson sea inocente y se deba a cómo le gusta salir de casa hoy en día. No lo sabemos. Pero consigue el mismo efecto que las cirugías de Rivers: comentarios, imágenes, un toque viral. De todos modos, como escribió Jamie Lee Curtis sobre Anderson, algo inusual está sucediendo: “Esta mujer se presentó y reclamó su sitio en la mesa sin nada en la cara. Estoy tan impresionada y anonadada por este acto de valentía y rebeldía”.
¿Es realmente tan rebelde? Sí, si tu cara es tu fortuna y dependes del juicio de los demás. Y sí, también tiene algo de deprimente el hecho de que 70 años después de que Simone de Beauvoir escribiera El segundo sexo, sigamos considerando “valiente” que una mujer aparezca en público en las mismas condiciones en las que aparece un hombre de cualquier edad en público (es decir, de cara lavada y con algo de ropa).
Pero este “acto de valentía” lleva ya un tiempo presente en las redes sociales, con gente “normal” y famosas que publican cómo se dejan crecer las canas, no se maquillan y adoran su cuello arrugado. Una de las mayores influencias de los últimos años en el mundo de la moda es Iris Apfel, que recientemente anunció su 102 cumpleaños en Instagram a sus 2.9 millones de seguidores. ¿La buena noticia? Sigue fabulosa. ¿Y la mala? Lleva 56 mil millones de accesorios cada día (sobre todo brazaletes). Puede envejecer. Pero el mensaje es claro: más vale que sigas esforzándote.