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«Sarah Goodridge en el siglo XVIII ya había mandado el primer ‘nude’ a un amante» | ethic

Laura Calonge / ethic

La historiadora del arte Sara Rubayo (Madrid, 1983) se ha propuesto contar la historia de arte no solo de forma accesible y entretenida, sino, además, rescatando del olvido a esas mujeres artistas que no aparecían en los temarios. ¿Acaso las pinturas femeninas no tenían la calidad suficiente? Fruto de este propósito, y de su asociación con Ana Gállego, licenciada en Geografía e Historia, ha publicado dos volúmenes de ‘PintorAs’, un compendio de 748 pintoras que, asegura, completan la otra mitad de la Historia del Arte.

¿Qué te animó a crear tu propia plataforma divulgativa dedicada a la historia del arte?

Estudiando la carrera de Historia del Arte, me di cuenta de que al mundo no le quedaba claro qué hace un historiador del arte. Siempre me preguntaban que qué pintaba, y yo no pinto, me dedico a estudiar a los y las que pintan. Asistía a clases y conferencias interesantísimas, pero con un nivel de comunicación que convertía en actos de fe aguantar dos horas y media, por muy interesante que fuese el tema. Esto era un problema porque lo que hacía toda la parte académica era literalmente alejar la historia del arte del público, entonces me pareció que podía ser una buena traductora en este sentido. Si a mí me apasiona y soy capaz de aguantar estas dos horas, las convierto después en un vídeo atractivo para YouTube y puede funcionar. Así fue como pasé a ser de las primeras que empezó a utilizar la plataforma de YouTube para contenido cultural, con el canal La Gata Verde: el 5 de octubre del 2015 subí el primer vídeo, tras haber estado previamente todo un año grabándome.

«El sistema académico ha convertido a los grandes maestros en personajes intocables, y no lo son»

En tus vídeos das información muy interesante que no parece fácil de encontrar, ¿cómo es tu sistema de trabajo de documentación e investigación?

Hago visitas guiadas en el Museo del Prado, y mucho lo he sacado de la propia página del museo. Las comparativas entre unas obras y otras, o encontrar una figura que se repite en distintos cuadros me ha nacido solo, porque es deformación profesional. Te acostumbras a ver obras, a que los y las artistas se convierten en tus compañeros de viaje y te vas dando cuenta de que hay muchas casuísticas que se repiten, y otras que son sorprendentes. Leo mucho, busco, curioseo, me informo… Llevarlo a la vida terrenal, porque en cierta manera el sistema académico ha convertido a los artistas, a los grandes maestros y genios en personajes intocables, como semidioses, y no lo son. En el momento en que te acercas a sus biografías te das cuenta de que, por ejemplo, Vincent van Gogh pintó solo los últimos nueve años de su vida –pintó 900 o 700 obras en nueve años–, pero estuvo más perdido que nadie durante toda su vida dando bandazos sin saber qué hacer… Eso está relacionado con lo que le está ocurriendo hoy en día a la gente joven, que no sabe a qué dedicar su vida. Cuando pones esas dos vidas en paralelo, de repente te ves reflejada en Vincent van Gogh y, más allá de que te guste La noche estrellada, encuentras un vínculo más cercano y afín, transciendes el gusto artístico para interesarte por su figura. Eso es lo que te va a hacer llegar a sus 899 obras restantes.

En PintorAs hay obras muy bien seleccionadas. ¿Has podido detectar si hay rasgos comunes entre las mujeres artistas que has ido recopilando? ¿Se podría hablar de un estilo pictórico femenino?

Ahora mismo es un debate en auge y hay algunas cosas que sí y otras que no. En las representaciones infantiles, los niños se han pintado siempre de una manera un poco artificiosa. Los hombres pintan a los niños como muñecos; durante toda la Edad Media y el Renacimiento los pintan perfectamente como hombres pequeñitos. Es una indicación de que Jesús nació tan perfecto que no tenía que evolucionar, y eso a nivel pictórico es un auténtico reto: ¿cómo pintar un bebé que ya no tiene que crecer? Pintaron un bebé con abdominales y calvicie y eso ha hecho que todos los bebés sean tan feos en la Edad Media. Cuando se incorporan las mujeres en la pintura se dedican a pintar las maternidades desde otro punto de vista, con mucha más ternura y cercanía, pintando niños que son niños, no hombrecitos ni muñequitos. Las maternidades se pintan por parte de las mujeres sobre todo a partir del siglo XVIII, y concretamente en el XIX hay una explosión de pintura femenina de maternidades en la que sí que se ve el cansancio de las mujeres. Las mujeres quizá prestan más dedicación a los detalles, también hay artistas masculinos que prestan mucha atención a los detalles como las joyas, los bordados, la parte de atuendo, no los ojos o los peinados en los que las mujeres quizás sí ponen más cariño, pero este es un tema de debate y depende del momento de los artistas. El bodegón y el retrato son temas muy femeninos.

¿Y si las mujeres hubieran sido las grandes pintoras y artistas que hemos heredado, y los hombres los modelos?

Es complicado. En el tema de los desnudos, por ejemplo, siempre se ha hablado de que los hombres nos ponen como musas, objetos sexualizados, pero ellas también se pintan desnudas, orgullosas de ser sexis y guapas. Puede ser más por temáticas, a lo mejor en pasajes de la historia habrían elegido otros temas, no tantos cuadros de batallas pensando en vencedores y vencidos. En los temas religiosos, a lo mejor visto desde el prisma femenino una Virgen María no sería tan pasiva, sino un poco más activa en algún aspecto, o un Jesucristo pintado por mujeres habría sido tal vez un icono o una imagen muy distinta. Muchas veces es casi imperceptible conseguir las diferencias porque como aprenden con ellos, al final la pintura se parece mucho y, de hecho, el tema de atribuciones ha sido muy complicado. A lo mejor hubiesen prestado más atención a la naturaleza; es verdad que se centran mucho en la pintura de acciones domésticas, sin más trascendencia que simplemente el hecho de vivir… O sea, la calma.

«Las monjas de la Edad Media eran las mujeres más libres que te puedes encontrar»

¿Con qué descubrimiento has pensado: cómo puede ser que yo no supiera de la existencia de esta pintura?

Me ha pasado con todas, de 748 biografías hay 748 casuísticas totalmente distintas. Las monjas me llamaron mucho la atención, porque todos tenemos la idea preconcebida de que las monjas están encerradas en clausura haciendo magdalenas y bordados, y las monjas de la Edad Media eran las mujeres más libres que te puedes encontrar. Muchas de ellas generaron sus propios corpus enciclopédicos para dar clase a las novicias que tenían a su cuidado. Desarrollaron enciclopedias de astrología, astronomía, botánica, música, literatura para enseñar a sus novicias, que tienen que acompañar de dibujos y ahí es donde desarrollan su obra pictórica. O grandes pintoras del siglo XVIII muy famosas, que dejaron de pintar porque sus maridos las incitaron por ser demasiado famosas y llamaban demasiado la atención. Es el caso de María Cecilia Cosway, que se autorretrata súper enfadada, con las manos dentro de los sobacos porque su marido le dijo que eso estaba yendo demasiado lejos y se autorretrata así, como diciendo «no me dejan pintar». O el Retrato de una negra –también llamado Retrato de Madeleine–, un retrato espectacular de una esclava, de Marie-Guillemine Benoist. Esta artista fue ultrafamosa. Su marido le dice que no puede ser más famosa que él, y ella deja de pintar. Hay casos así, terribles, pero otros súper locos como la monja samurái… ¡Wonder Woman se queda a la altura de nada! Una japonesa que se llama Ōtagaki Rengetsu, nacida de una cortesana y un samurái. Hay mujeres que regentan sus propios talleres, llevan embarazos a término de hasta catorce hijos, las que por ejemplo crean sus propios libros de pintura para enseñárselos a sus alumnas, como es el caso de Mary Gartside… Son todas pioneras en un montón de cosas, son sobre todo enciclopedistas y científicas, que, al estar acotadas en el género del retrato y el bodegón, en un momento dado empiezan a preguntarse qué están pintando; empiezan a investigar las plantas y los vegetales, también los insectos, y se convierten en ilustradoras científicas y viajan por el mundo analizando plantas… O las hay también que se dedican a hacer viajes por el mundo con un diario y ese diario se convierte en un documento histórico fantástico. Pianistas hay un montón, hay hasta pintura sin brazos, miniaturistas hay un montón y Belleza revelada son unos pechos autorretratados de Sarah Goodridge en el tamaño de una tarjeta de crédito para regalársela a su amante porque se acaba de quedar viudo.

«En los 90 las referentes que teníamos las niñas eran actrices, modelos y cantantes»

Algo parecido a los selfies de desnudos actuales, que se envían a través del móvil. ¿Cambian las técnicas, pero el fin es el mismo?

Cambian las técnicas, pero no el mensaje. Encontrar que Sarah Goodridge en el siglo XVIII ya había mandado el primer nude a un amante nos deja el sentido de que la historia no es tan aburrida. Para mí, además, este libro también ha supuesto encontrar referentes. Yo nací en el 83 y mis referentes fueron las Spice Girls y las supermodelos de los años 90… Esas eran las referentes que teníamos las niñas: actrices, modelos y cantantes. Pero a nivel académico no había médicas, científicas, veterinarias, cineastas… Encontrar ahora que mi hija tiene pasión por la pintura y poderle decir, pues tienes aquí un chorro de tías con unas vidas dignas de película que te van a hacer tirar para adelante, y si una mujer sin brazos lo consiguió, ¿no lo vas a conseguir tú? Pues claro que sí. Es importante porque, tanto si son pintoras como si se dedican a lo que se dediquen, como tienen vidas tan increíbles vale para cualquier persona con un mínimo de curiosidad o de interés por la humanidad, que va a disfrutar muchísimo el libro leyéndose una pequeña biografía antes de dormir.

Si pudieras comprarte un solo cuadro de entre todos los que circulan por los museos de todo el mundo, ¿con cuál te quedarías?

Soy muy fan de Belleza revelada, pero es una pieza muy pequeña y me gustan las obras grandes. Elegiría a Angelica Kauffmann, que pinta mitología, que me encanta y me parece exquisitamente decorativa. Su pintura es tan elegante y onírica… Una delicia. O también Mary Gartside, que tiene una obra espectacular, con manchas de color, por lo particular de su obra. O el Bodegón con conchas y corales de Anne Vallayer-Coster. Pero, definitivamente, un cuadro de Angelica Kauffman sí lo pondría en mi casa.

¿Alguna obra que te haya «contado» algo interesante?

El autorretrato de Mary Cosway, enfadadísima con la vida. Tiene una biografía durísima: eran ocho hermanos y la niñera envenenó a cuatro de sus hermanos mayores y la siguiente era ella. Y continúa con el marido que quiere que deje de pintar. Termina siendo amiga de Thomas Jefferson, antes de ser presidente de los Estados Unidos… Y al ver esta obra, yo la miraba a los ojos, porque me gusta mucho cuando ellas se autorretratan, porque de alguna manera, puedes mirarlas cara a cara y preguntar de manera imaginaria, ¿qué te pasó o cómo fue, lo llevaste bien? Me ha pasado con las fotografías de Hilma af KIint, que nació en el siglo XIX, pero de Hilma me ha atrapado no su obra, sino su rostro, su mirada. Cada vez que la miro trato de intentar comprenderlas. La pintura El interior del estudio de Abel de Pujol de Marie Luise Grandpierre-Deverzy es genial por lo elocuente que es, porque cuenta muchas cosas de manera velada. Ella era la esposa de Abel de Pujol, y en la escena del estudio está ella y pone una escayola con el culo visible para decir: «Las mujeres no podemos pintar desnudos, pues ya nos lo buscamos». O sea, que deja mensajes secretos.

Una obra que me haya llamado realmente la atención y me ha parecido brutalmente enigmática es la de Mary Gartside. Lo que cuentan sus coetáneos de ella es que era muy humilde, no quería llamar la atención, publicó sus estudios solamente para dárselos a entender a sus alumnas sin más intenciones. Pero Gartside hizo el primer estudio científico de comportamiento del color y su apreciación del ojo humano, que no se desarrollaría hasta un siglo después. Además, estaba anticipando a la pintura abstracta de Kandinsky, Malévich, Mondrian, incluso de la propia Hilma af Klint.

«La historia del arte se parece a nosotros mismos de manera individual»

En alguna ocasión te has referido al concepto «arte fractal». ¿Nos podrías explicar qué es?

El año pasado publiqué Te gusta el arte aunque no lo sepas, un manual de historia del arte muy sencillito, escrito para todos los públicos, y que va desde la Prehistoria hasta el arte actual. Hablo de hombres y mujeres; es ese manual completo y paritario que yo quería hacer. El caso es que la gente muchas veces no sabe distinguir el Barroco del Renacimiento, qué periodo o estilo fue antes o después. Y quería dar ciertas herramientas para la gente, para que al leer el libro estableciese ya esa línea temporal de una manera intuitiva y muy básica, que no se le olvidase, aunque no lo volvieran a estudiar. Para mí era fundamental hacer entender a la gente que la historia del arte se parece a nosotros mismos de manera individual. La historia del arte siempre está fluctuando entre la norma y la no norma, lo figurativo y lo no figurativo. Así nos vamos desde una pintura figurativa muy elaborada, muy naturalista, a una cosa más esquemática, tanto incluso que derivamos en la escritura. Y de ahí luego volvemos otra vez a Grecia, Roma, búsqueda de la belleza, búsqueda de la naturalidad… Y de repente llega la Edad Media, vuelta a la esquematización, al mensaje directo, menos mensajes, y luego vuelta otra vez. Hablando con mi amigo Javier Traité, de El Condensador de Fluzo, un día estábamos diciendo que la historia era cíclica, y él dijo no es cíclica, es fractal. Un fractal es una cosa que vuelve a sí misma, pero más grande o mejorada, no de una manera diferente. Y efectivamente, no pasamos por los mismos puntos, pero más o menos. Para ver un cambio evolutivo a donde estamos hoy, tenía bastante más coherencia hablar de un fractal y no de un ciclo.

¿Cuál es tu opinión sobre el criptoarte y la burbuja de los NFT?

Nací en los 80, en plena digitalización, pero la verdad es que nunca me llamaron la atención porque prefiero tenerlos de forma tangible.

¿Nos podías dar un pequeño adelanto de un nuevo proyecto o investigación en el que estés trabajando?

Como soy profe, presencial y online, estoy preparando un curso de pintoras que vaya acorde con los libros, porque aquí están todas las biografías, pero hay ciertas ideas y paralelismos que me gustaría compartir para terminar de dar más cuerpo y fuerza al proyecto, y que se entienda mejor.

Fuente: https://ethic.es/2024/03/entrevista-sara-rubayo/

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