La embajadora británica en Rusia ha sido citada para «presentar pruebas» de la supuesta participación de UK en el ataque a la base de la Flota del Mar Negro en Sebastopol
CELIA MAZA / Londres / EL CONFIDENCIAL
Reino Unido no está intercambiando directamente fuego en el campo de batalla. En las calles, no se ven tanques rusos. Y los ciudadanos no han tenido que abandonar sus casas ante los bombardeos de las tropas de Vladímir Putin. Pero el Kremlin ha declarado la «guerra híbrida» a Londres. El hecho de que este miércoles se citara a la embajadora británica en Rusia para «presentarle pruebas» de la supuesta participación de Downing Street en el ataque a la base de la Flota del Mar Negro en Sebastopol (el pasado 29 de octubre) no hace otra cosa que corroborarlo.
«Estamos en la Tercera Guerra Mundial. Se llama ‘guerra híbrida‘. No somos conscientes de ello, no lo entendemos… Pero está alcanzando su punto de máximo apogeo», explicaba recientemente Casey Fleming, director ejecutivo de la empresa de contrainteligencia BlackOps Partners.
A lo largo de la historia, los conflictos armados se han llevado a cabo típicamente en el campo de batalla entre dos o varios estados enfrentados en un área de tierra definida. Sin embargo, en el mundo globalizado en el que hoy vivimos, las cosas funcionan de otra manera. A medida que avanza la tecnología, los enemigos emplean tácticas más sofisticadas para librar la guerra más allá de los métodos tradicionales, con ataques que pueden manifestarse en la política, economía e incluso en el ciberespacio.
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Según la OTAN, la «guerra híbrida» incluye actos de terrorismo, migración, corrupción política y propaganda divisiva para avivar las hostilidades dentro de la población de un país. Eso también incluye manipulación de información, con acusaciones falsas incendiarias, que el Kremlin puede utilizar para justificar sus acciones. De ahí que ahora se acuse a Londres de estar detrás del ataque a la base en Sebastopol. No es un caso aislado. La semana pasada, el Kremlin ya acusó a la Royal Navy de volar los oleoductos de Nord Stream.
‘Sentirán las consecuencias’
A principios de este año, cuando se cumplía el día 80 de la invasión a Ucrania, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, acusó a Occidente de lanzar una «guerra híbrida total» contra Moscú por las sanciones impuestas. «Es difícil predecir cuánto durará todo esto, pero está claro que todos sentirán las consecuencias, sin excepción», recalcó. Y está cumpliendo su palabra.
En los últimos meses, se han producido varios casos de presuntos sabotajes, incluido el corte de los cables Shefa-2 que conectan Escocia, las islas Feroe y Shetland, y que dejó en octubre a 22.000 personas sin conexión a internet. Páll Højgaard Vesturbú, director gerente de NET, una subsidiaria de Faroese Telecom, dijo entonces que la compañía tenía «razones para creer que el cable fue dañado por un barco pesquero».
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En definitiva, se minimizó como un accidente. Sin embargo, ¿qué posibilidades hay de que un accidente produzca dos cortes separados en el mismo día, especialmente cuando había un barco de «investigación» ruso en la misma vía marítima?
Solo unos días después, se cortaron tres cables de fibra óptica en el Mediterráneo cerca de Marsella, lo que interrumpió internet en Europa, Estados Unidos y Asia. Otros casos, como el ataque al Nord Stream, gasoductos de gas natural en alta mar que corren bajo el mar Báltico, demuestran cómo está evolucionando la ‘guerra híbrida’ con ataques que tienen lugar fuera del territorio ucraniano y las zonas económicas exclusivas de Alemania, Polonia, Suecia y Dinamarca, mostrando cómo se puede hacer daño a Occidente.
También ha habido informes de drones no identificados que volaban cerca de instalaciones noruegas de petróleo y gas en alta mar, con varios ciudadanos rusos arrestados posteriormente por las autoridades noruegas.
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Como advirtió Jeremy Fleming, el director de GCHQ (el centro de escuchas británico, perteneciente a los servicios secretos), Rusia planea usar sus capacidades cibernéticas maliciosas para atacar a los países que apoyan a Ucrania. Reino Unido ya ha sido víctima de ello. El pasado mes de septiembre, piratas informáticos prorrusos lanzaron un ataque cibernético contra el MI5, desconectando brevemente su sitio web público. Eso causó un daño insignificante, pero fue una señal de que nada está fuera del alcance del Kremlin. Moscú alberga inmensas capacidades cibernéticas que pueden causar un daño incalculable a la red de infraestructura y la economía.
La «salvación» del fracking
Reino Unido apenas obtiene un 8% de su petróleo y un 4% de su gas del gigante euroasiático, frente a la alta dependencia de otros países europeos. No en vano, Rusia vende el 60% de su gas a la UE. En cualquier caso, los británicos están sufriendo una profunda crisis energética. Los cortes en los flujos de gas a través de Nord Stream han disparado el precio de las facturas. Esta es también la razón por la cual el fracking ha estado estos días de plena actualidad, ya que algunos argumentan que este método de extracción de gas podría reducir la dependencia energética del Reino Unido, pero los activistas ambientales protestan por sus riesgos.
El nuevo primer ministro, Rishi Sunak, ha reintroducido la prohibición de la técnica de la fractura hidráulica para la extracción de hidrocarburos, dando así marcha atrás en otra de las medidas implementadas por su predecesora, la fugaz Liz Truss. La delicada situación económica es lo que forzó la dimisión de esta última cuando llevaba poco más de un mes en el cargo. En apenas 60 días, se han nombrado a tres primeros ministros distintos. Y no hay otra cosa que agrade más al Kremlin que el caos político del país enemigo.
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«Putin considera que el Reino Unido es su segundo mayor enemigo en Europa, detrás de Ucrania. Demostró su odio particular hacia nosotros hace cuatro años, con el ataque del agente nervioso en Salisbury. Su Gobierno utilizará todos los medios posibles para dañarnos», explicaba recientemente Richard Kemp, un oficial retirado del ejército británico, en The Telegraph.
Dentro de esta guerra híbrida, el experto advertía que el hackeo del teléfono móvil de Liz Truss durante el pasado verano —cuando ella era aún ministra de Exteriores y que se sospecha que fue realizado por personas que trabajan en nombre del Kremlin— «debería hacer sonar las alarmas en todo Whitehall». «En tiempos de guerra, y esta es una guerra en la que el Reino Unido está muy involucrado, incluso las comunicaciones encriptadas deben ser cuidadosamente protegidas por el aparato de seguridad de Whitehall [donde se encuentran los ministerios]», destaca.
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Kemp —que trabajó para el Comité Conjunto de Inteligencia y Comité de Emergencia COBRA— advierte que, si el Gobierno británico no hace nada, los ataques «solo se intensificarán tanto en escala como en agresión». “Debemos responder de la misma manera, ya sea a través de la cibernética o el sabotaje. Tal acción puede, en última instancia, plantear cuestiones de responsabilidad democrática, ya que a menudo ocurren de forma encubierta, pero no hacer nada sería renunciar a la soberanía del pueblo británico”, concluye.
La amenaza nuclear entra en el juego
En este contexto, se enmarca el viaje a Washington del pasado 18 de octubre, casi secreto y de última hora, del titular de Defensa, Ben Wallace, para reunirse con el asesor de Seguridad Nacional norteamericano Jake Sullivan. Pese al caos que había en ese momento en Downing Street —de hecho, tan solo dos días después Truss presentaba su dimisión—, el ministro británico tomó un avión para cruzar el Atlántico y mantener una reunión en persona con distintos funcionarios de la Casa Blanca.
Los comentarios del secretario de Estado de Defensa, James Heappey, quien dijo que las conversaciones estarían «más allá de lo creíble», sugirieron que se discutieron temas particularmente sensibles y serios, en medio de las preocupaciones de que Vladímir Putin pueda intensificar sus ataques aún más, posiblemente incluso recurriendo a un ataque nuclear, a medida que su ejército pierde terreno frente a las tropas ucranianas armadas por Occidente.
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Tras su viaje a Washington, Wallace compareció el 20 de octubre en la Cámara de los Comunes para informar que un avión ruso había disparado cerca de un avión «espía» británico que patrullaba «desarmado» en el espacio aéreo internacional sobre el mar Negro. El episodio tuvo el pasado 29 de septiembre, pero no fue hasta semanas más tarde cuando salió a la luz un suceso del que se informó también a la OTAN.
Según Reino Unido, Moscú habría asegurado que el disparo vino motivado por un «fallo técnico», versión considerada «creíble» según Wallace. El ministro señaló que no consideraba que el lanzamiento fuera «una escalada deliberada por parte de los rusos». «No consideramos que esto sea una escalada deliberada por parte de los rusos. Nuestros analistas estarían de acuerdo en que fue un mal funcionamiento. Sin embargo, es un recordatorio de cuán peligrosas pueden ser las cosas cuando eliges usar tus cazas de la manera en que los rusos lo han hecho durante muchos años», manifestó.
Fuentes de Inteligencia británica aseguran que Wallace ya ha manifestado que el Ejército debe estar preparado para la guerra si Putin da inicio a los ataques nucleares en suelo de la OTAN. De momento, el Kremlin no ha pulsado el botón rojo. Pero sí ha iniciado su particular «guerra híbrida».
Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/2022-11-03/putin-declara-guerra-hibrida-reino-unido_3517032/