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Richard J. Evans: «Kiev será el Waterloo de Putin» | El Mundo

El profesor de Cambridge, experto en el Tercer Reich, cree que la invasión de Ucrania terminará en la lenta quiebra de la dictadura de Putin.

Richard J. Evans.Sergio González Valero

LETICIA BLANCO / Barcelona / EL MUNDO

El historiador británico sir Richard J. Evans es uno de los mayores especialistas en el Tercer Reich y, precisamente por ello, no es partidario de los paralelismos entre el líder ruso y Hitler y Stalin que tanto proliferan estos díasNo duda de la derrota de Putin, aunque cree que será larga, dolorosa y que Europa pagará un alto precio. «Estamos ante una gran ruptura», asegura, «la Europa pacífica y ordenada se ha hecho añicos». También opina que es el momento de dejar de depender energéticamente de Rusia y de acelerar la transición a las energías renovables. Y confía en el poder de las sanciones. «En Sudáfrica tardaron mucho en funcionar, pero al final lo hicieron».

PREGUNTA: ¿Le sorprende la actitud de Putin?

RESPUESTA: Esto es lo que sucede cuando un dictador lleva mucho tiempo en el poder. Putin lleva más de 20 años y ha llegado a creerse su propaganda y su propio mito. Ya no queda nadie a su alrededor que no esté de acuerdo con él, que le pudiera haber advertido de que la invasión de Ucrania no era una buena idea. Todo el mundo, incluidos los medios de comunicación en Rusia, aplaude cualquier cosa que haga y diga. Con Ucrania se equivocó: pensó que no era una nación, que los ucranianos querrían volver a Rusia con él y lo cierto es que el país tiene una identidad y una conciencia nacional muy fuertes y está encontrando resistencia en todas partes.

P: ¿En qué momento de la guerra estamos?

R: Llevamos dos semanas y media de invasión y claramente se ha atascado. Putin esperaba tomar el control en unos días. Su famoso convoy de 40 millas de vehículos de militares no progresa mucho, por eso su respuesta ha sido ponerse a destruir ciudades. Espera que eso rompa la moral del pueblo ucraniano, pero no creo que lo consiga. Cada vez veo más improbable que logre hacerse con todo el control del país, pero incluso si lo hace, habrá resistencia a largo plazo, surgirán combatientes partisanos. No veo que el conflicto vaya a terminar pronto.

P: ¿Qué salida hay?

R: Putin ha invertido demasiado poder personal y prestigio en la guerra. La única salida es un golpe interno dentro de Rusia que lo deponga. Los altos mandos militares rusos deben saber a estas alturas que la invasión no va bien.

P: Como gran experto en nazismo, ¿qué le parecen las comparaciones que se están haciendo estos días entre Putin y Hitler?

R: Se pueden hacer comparaciones, por supuesto, pero creo que hay una enorme diferencia entre Hitler y Putin y, de hecho, entre Hitler y Stalin. Hitler, esencialmente, lo que quería era conquistar toda Europa y hoy sabemos que incluso quería continuar con América. Creía en una guerra perpetua. La ambición de Stalin era más limitada, aunque también proyectó una Rusia grande y expandida, controló Ucrania y se apoderó de una parte de Polonia y los estados bálticos. Pero hoy sabemos que los planes expansionistas de Hitler consistían en exterminar a 85% de los polacos y otros grupos para dar paso a los colonos alemanes, un genocidio a una escala asombrosa que afortunadamente nunca fue implementado. Los nazis preveían matar a 45 millones de personas. Stalin y Putin han cometido muchos crímenes de lesa humanidad y deportaciones masivas, pero no a esa escala. Para Hitler, los judíos eran una conspiración mundial para derrocar a la civilización y estaba dispuesto a exterminarlos. Por eso es tan absurda la propaganda de Putin, que alega que Ucrania está dirigida por neonazis cuando Zelenski es judío. Las comparaciones históricas son engañosas.

P: ¿Qué efecto está teniendo la propaganda en Rusia?

 R: Ha sido muy interesante ver las entrevistas con soldados rusos capturados por ucranianos, casi todos jóvenes reclutas que pensaban que estaban de maniobras, no en una guerra. Otros han asegurado que les dijeron que Ucrania estaba llena de nazis. Está claro que muchos rusos creen en la propaganda de Putin. Pero vale la pena señalar que muchas personas en Rusia todavía pueden escuchar la BBC, cuya audiencia ha aumentado enormemente estos últimos días. Eso significa que la gente hace esfuerzos para obtener noticias reales en lugar de solo propaganda.

P: ¿Qué opina del cierre de Sputnik y Russia Today?

R: La propaganda del gobierno ruso es escandalosamente falsa. Y me parece muy llamativo cómo está siendo ampliamente respaldada por la Iglesia Ortodoxa Rusa. El de la censura es un dilema al que nos enfrentamos todas las sociedades democráticas. ¿Qué hacemos con las noticias falsas y la desinformación? Creo que de alguna manera tenemos que controlar su propagación porque con internet y las redes sociales esta información puede difundirse increíblemente rápido y ampliamente. Es lo que llevó a Twitter eliminar a Donald Trump. En esencia, es el mismo principio con Russia Today y otros medios de propaganda rusos. Otro peligro es, por supuesto, que limitemos la libertad de expresión, pero siempre hemos tenido límites como por la incitación a la violencia y al odio racial. La libertad de expresión no es un absoluto.

P: La mitad de la población rusa es joven y tiene menos de 44 años. En una semana se han quedado sin Twitter, Facebook, Netflix, Apple, Zara, Coca Cola… ¿cómo van a reaccionar?

R: Es difícil de averiguar porque el Gobierno ruso es una dictadura. No hay verdadera libertad de expresión y no hay encuestas de opinión de las que valga la pena hablar, por lo que es difícil saber cómo piensa la gente. Y las posibilidades de acción son muy limitadas. Hemos visto manifestaciones por la paz en un gran número de ciudades rusas, y hasta ahora ha habido miles de arrestados incluso en la vecina Bielorrusia, que es un satélite títere del régimen de Putin. La posibilidad de articular una disidencia es muy limitada. No creo que Putin vaya a ser derrocado por manifestaciones populares. Si es derrocado, será por generales de su propio ejército.

P: ¿El ejército ruso no está históricamente acostumbrado a grandes derrotas?

R: Yo distinguiría dos tipos de conflictos: cuando Rusia es atacada desde fuera, como en el caso de Napoleón o de los nazis, tiene un enorme espíritu nacional de resistencia, parecido al que vemos ahora en Ucrania. Cuando Rusia invade otros países, la historia es diferente, sólo hace falta ver la derrota en Afganistán. No es lo mismo un ejército ofensivo que defensivo.

P: Pero Putin ha salido más o menos airoso de todos los conflictos en los que se ha metido en Crimea, Siria, Georgia y Chechenia.

R: Sí, y esa es una de las razones por las que pensó que podría conquistar Ucrania fácilmente. Pero Kiev será su Waterloo. Se ha extralimitado, y creo que lo ha hecho en parte porque pudo conquistar Donetsk, pedazos del este de Ucrania y Crimea sin ninguna dificultad real. Allí hay muchos ciudadanos que hablan ruso, pero atacar todo un país es muy diferente a ir mordisqueando pedazos en los bordes. Ucrania tiene 44 millones de habitantes y es más grande que Francia.

P: ¿Qué va a significar esto para Europa?

R: La complacencia de vivir en una Europa pacífica y ordenada, la posterior a la Segunda Guerra Mundial, se ha hecho añicos. El cambio ha sido dramático, basta con fijarse en Alemania. ¿Qué hará Hungría ahora? La situación va a ser difícil para los países de Europa central. La UE probablemente se verá fortalecida y puede que volvamos a una especie de Guerra Fría, a una Europa dividida entre Oriente y Occidente. Es muy pronto para decirlo, pero creo que estamos ante una ruptura importante.

P: ¿Qué hacemos con el gas?

R: Ahora es el momento en el que las energías renovables deberían desempeñar un papel mucho más importante en la política energética europea. Está claro que la dependencia del petróleo y el gas rusos, de donde proviene el 60% del suministro alemán, es una debilidad estratégica y la única forma de evitarlo es apostar por la energía solar y renovable, incluso si dejáramos de lado todas sus ventajas ecológicas. Es difícil predecir qué efecto va a tener que la economía rusa se destruya. La idea es crear tanta miseria y descontento en Rusia que al final Putin sea derrocado. Hay otros ejemplos, como el régimen del Apartheid en Sudáfrica. Allí las sanciones tardaron mucho en funcionar, pero al final lo hicieron, el gobierno blanco dejó el poder, Mandela fue liberado y hubo una transición hacia la democracia. Espero que suceda lo mismo en Rusia.

Fuente: https://www.elmundo.es/cultura/2022/03/14/622dc790fdddffbb098b456d.html

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