Stormy Daniels aseguró que mantuvo relaciones sexuales con el expresidente y que recibió un pago de 130 mil dólares en 2016 para que no hablara al respecto.
VICTORIA BEKIEMPIS / RAMÓN ANTONIO VARGAS / THE GUARDIAN
Donald Trump se ha enfrentado desde hace años a investigaciones penales en múltiples ámbitos, que abarcan desde la presunta interferencia en las elecciones presidenciales hasta supuestos delitos financieros y el reciente escrutinio sobre el hecho de que guardaba secretos gubernamentales. Al final, sin embargo, lo que llevó a un gran jurado a votar para acusarlo el jueves no fue la interferencia electoral, la falsa contabilidad, los documentos federales no protegidos, ni siquiera que sus partidarios protagonizaran el mortal ataque del 6 de enero contra el Capitolio después de que fuera destituido del cargo y les dijera que “lucharan como el demonio”. Fue la actriz y directora de cine porno conocida por sus fanáticos como Stormy Daniels.
Según cuenta Daniels, cuyo nombre legal es Stephanie Gregory Clifford, la crió una madre negligente en Baton Rouge, la capital del estado de Luisiana. Los caballos eran su principal interés y pasatiempo. Pero se mantenía económicamente trabajando en clubes de striptease, desde la preparatoria.
Y con el tiempo empezó a aparecer en películas pornográficas y a dirigirlas, utilizando un seudónimo tomado del nombre que el bajista de la banda Mötley Crüe, Nikki Six, le puso a su hija –Storm– y de su preferencia por el whisky Jack Daniel’s.
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La autodenominada “niña de Baton Rouge que solo intenta sobrevivir” conoció posteriormente a Trump en un torneo de golf de famosos en Lake Tahoe, California, donde fue contratada para atender a los competidores entre los puntos de salida. La actriz afirma que Trump hizo que un guardaespaldas la invitara a cenar, que después mantuvieron relaciones sexuales en la habitación de hotel de Trump a pesar de que este estaba casado con la que sería primera dama, Melania Trump, y que siguieron en contacto durante un tiempo porque él le ofreció un papel en su reality show, The Apprentice.
No obstante, cuando Trump se postuló con éxito para la presidencia en 2016, su relación con Daniels cambió drásticamente.
Daniels estaba negociando un acuerdo para salir en televisión durante la campaña presidencial y hablar sobre el supuesto encuentro sexual con Trump cuando recibió lo que los fiscales indican que fue un soborno de 130 mil dólares (unos dos millones de pesos) para que no hablara de ello. El entonces abogado de Trump, Micahel Cohen, realizó el pago.
Aunque Trump niega que mantuvo relaciones sexuales con Daniels y ha sostenido que el pago no tuvo absolutamente nada que ver con las elecciones que ganó, los fiscales lograron persuadir a un gran jurado para que acusara a Trump de que su método de reembolso a Cohen –en pequeñas cantidades mensuales de 35 mil dólares– era ilegal tras una investigación cuyo objetivo era determinar si violó las leyes estatales de financiamiento de campañas o falsificó registros comerciales. Cohen se declaró culpable en 2018 de cargos federales relacionados con este pago.
Además de Daniels, Cohen indicó que organizó otro soborno para otra mujer bajo las órdenes de Trump.
Daniels recientemente se reunió con los fiscales de Manhattan y respondió sus preguntas sobre el pago del expresidente. Su abogado, Clark Brewster, señaló en un tuit publicado el 15 de marzo: “Stormy respondió las preguntas y ha accedido a estar disponible como testigo, o para más indagaciones si es necesario“.
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Aunque la noticia del pago surgió hace varios años, su potencial para meter a Trump en problemas legales aún no era claro.
Daniels contrató inicialmente a Michael Avenatti como abogado, y este no tardó en afianzar su posición como favorito de los medios de comunicación y firme enemigo mediático de Trump, que se proclamó candidato para las elecciones presidenciales de 2024.
Avenatti insistió sin parar en el circuito mediático que la supuesta aventura de Trump podría forzar su dimisión. Pero lo que finalmente sacó a Trump de la presidencia fue su derrota contra Joe Biden en 2020.
En última instancia, la relación entre Avenatti y Daniels se deterioró y al final él fue procesado por delitos federales, entre ellos el desvío de un anticipo de 300 mil dólares para el libro de Daniels. Avenatti se enfrenta a 14 años de cárcel después de haber sido declarado culpable del robo del anticipo, así como de engañar a sus clientes legales.
Las repercusiones legales de este pago parecieron resurgir después de que el exfiscal del distrito de Manhattan Cy Vance iniciara una investigación criminal sobre Trump. Mark Pomerantz, que dirigía la investigación, pero renunció a principios de 2022 por un supuesto desacuerdo sobre el caso con el suplente del fiscal de Manhattan de Vance, Alvin Bragg, indicó en un libro que consideraba que el soborno era un posible delito de lavado de dinero.
“Si Clifford obtuvo dinero amenazando con contarle al mundo que se había acostado con Donald Trump“, escribió Pomerantz, “eso me sonó a extorsión“.
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“Y si era una extorsión, entonces tal vez el soborno que recibió podría ser considerado como un ingreso de origen delictivo, por lo que la acción tomada para ocultar la identidad de Trump como la fuente del dinero era imputable como lavado de dinero”.
Usuarios de Twitter que supuestamente apoyan a Trump arremetieron verbalmente contra Daniels después de que se diera a conocer la noticia de que la actriz habló con los fiscales de Manhattan, e intentaron insultarla públicamente por su carrera como actriz y por cómo el expresidente “le dio a eso”, una frase vulgar que significa que ella fue una conquista sexual de él.
Daniels le respondió a un usuario comentando: “‘Darle’ es muy generoso. Yo diría más bien un patético revolcón, pero (da igual)’“.
A otro que le preguntó burlonamente cómo es que no estaba en quiebra económica, ella respondió: “Tomando en cuenta que tengo caballos, es un milagro“, completando el tuit con un emoji de una cara riéndose.
Brewster, el abogado de Daniels, dijo a TMZ en unos comentarios publicados el 21 de marzo que su clienta también recibió algunos mensajes amenazadores enviados de forma privada a sus cuentas en las redes sociales, y que, como consecuencia de ello, había reforzado su seguridad privada.
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El jueves, Daniels respondió “gracias” a un tuit de Brewster que decía que la acusación de Trump no era “motivo de alegría“.
“Se debe respetar el duro trabajo y la diligencia de los grandes jurados”, señalaba el tuit de Brewster. “Ahora dejemos que la verdad y la justicia prevalezcan“.
Trump, por su parte, emitió un comunicado el jueves en el que afirmaba que “esto es persecución política e interferencia electoral al más alto nivel en la historia“.
El papel de Daniels en la causa penal recientemente emprendida contra Trump no constituye la primera vez que atormenta a un político republicano de alto perfil.
Unos tres años después del supuesto encuentro sexual de Daniels con Trump, un estudiante universitario de Nueva Orleans que posteriormente trabajó como agente político demócrata lanzó una campaña para que ella considerara la posibilidad de postularse como candidata contra David Vitter, el entonces senador republicano por Luisiana que aspiraba a la reelección.
Un investigador del editor de la revista Hustler, Larry Flynt, acababa de sacar a la luz las llamadas que Vitter hizo a un servicio de acompañantes a pesar de estar casado y de pregonar públicamente los valores tradicionales de la familia. El movimiento consiguiente, conocido como Draft Stormy, llevó a Daniels a recorrer Luisiana y –como ella misma dijo– a escuchar las opiniones de los votantes sobre cuestiones que eran importantes para ellos.
Sin embargo, al final Daniels no se postuló. Vitter ganó la reelección, pero finalmente dejó el cargo tras perder las elecciones a gobernador de Luisiana en 2015.