Por Humberto Aguilar Coronado
Desde hace cientos de años, la quema de Judas, figuras realizadas por artesanos en cartón, es una tradición de lo más arraigada que se realiza al inicio de los festejos de Semana Santa.
Lo mismo sucede con la quema de la figura del diablo, en diferentes fechas, que al final, representa el triunfo del bien sobre el mal.
En nuestro país, por supuesto que no podía faltar la tropicalización de esa y otras tradiciones, por lo que ahora es común ver en piñatas o cartonería, a personajes populares, artistas y a muchos políticos odiados por el colectivo, para ser quemados.
Traigo esto a cuento porque parece que el presidente, desde Palacio Nacional quiere imponer una nueva tradición en nuestro país al descalificar, ofender, difamar y ahora hasta quemar en la Plaza pública, a todas y todos aquellos que no piensan como él y los encasilla como sus enemigos provocando con ello, que sus seguidores, incurran en excesos.
La primera muestra se dio cuando los seguidores del presidente y de morena, colocaron por las principales plazas del país y en las puertas de la Cámara de Diputados, tendederos con lonas que presentaban las fotografías de todas y todos los legisladores que nos opusimos a la reforma eléctrica que no alcanzó la mayoría constitucional para entrar en vigor.
La segunda se presentó en las redes sociales cuando a alguien se le ocurrió afirmar con una imagen, que el problema era la ministra y la solución era una bala, provocando toda serie de reacciones en contra de esa velada amenaza.
Una tercera muestra se presentó hace unos días cuando una mujer afuera de la corte, con un supuesto fusil en la mano, amenazó con palabras fuertes a la ministra presidenta.
La quema que se realizó el sábado 18 de marzo, de una figura de cartón con la imagen de la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, durante el evento que convocó el presidente de la República, es otra muestra clara de lo que se puede presentar en el sentimiento y actuación de los fanáticos y extremistas, debido a la polarización que cada mañana se provoca y se incita desde las conocidas mañaneras.
Previamente, el presidente ya había descalificado a la ministra desde el momento mismo en que fue electa y después del acto del 5 de febrero en Querétaro, en que además de permanecer sentada en el momento en que ingresó el presidente al recinto, en su discurso manifestó la independencia que el poder judicial debe de tener de quien ejerza el poder ejecutivo.
Es cierto que ese acto ha provocado una enorme muestra de reprobación y grandes muestras de solidaridad de hombres, mujeres, diversos colectivos y organizaciones sociales, incluidas las de la esposa del presidente, que condenó la vejación de su imagen; de la senadora Olga Sánchez Cordero y de la jefa de gobierno de la CDMX quien afirmó que es una práctica condenable.
Sin embargo, debe responder el que encendió el cerillo que provocó la quema de la figura de cartón con la cara de la ministra Piña y ese, no es otro que el mismo presidente.
Desde este espacio, le expreso mi solidaridad a la Ministra Presidenta y rechazo cualquier muestra de odio y descalificación que se pueda traducir en violencia.
*Es Diputado Federal del PAN por el Distrito 10 con cabecera en San Pedro Cholula