ASTRID MESEGUER / Barcelona / LA VANGUARDIA
Diva entre las divas, Marlene Dietrich desplegó su poder erótico gracias a sus ojos lánguidos, su voz ronca, sus mejillas hundidas y sus hermosas piernas en una larga carrera a la que fue catapultada tras su éxito en el papel de Lola Lola en el clásico de Josef von Sternberg El ángel azul (1930). En la película era una seductora cantante de cabaret que acaba arrastrando a la depravación a un honrado profesor.
La actriz y cantante alemana protagonizó más de medio centenar de películas y trabajó con los más grandes cineastas, entre ellos Hitchcock (Pánico en la escena), Billy Wilder (Berlín Occidente; Testigo de cargo), Lubitsch (Ángel), Fritz Lang (Encubridora), u Orson Welles en Sed de mal.
Nacida el 27 de diciembre de 1901, María Magdalene Dietrich von Losch creció en Berlín en el seno de una familia de militares, así que se acostumbró rápido a la disciplina. A la edad de siete años, el patriarca de la familia murió y la madre tuvo que limpiar casas para mantener a sus dos hijas. “El respeto que yo sentía por mi madre no se extinguió con su muerte. Ella era un buen general”, explicó años después la propia Dietrich.
Se matriculó en la escuela teatral del prestigioso Max Reinhardt y a los 23 años se casó con el ayudante de dirección Rudolph Sieber, con el que tuvo a su única hija, Maria. Jamás se divorciaron, pero Marlene no era mujer de un solo hombre o una sola mujer y coleccionó una lista interminable de amantes a lo largo de su vida, entre ellos John Wayne, Gary Cooper, Ernest Hemingway, Edith Piaf, James Stewart o Douglas Fairbanks, Jr.
Marlene coleccionó una lista interminable de amantes, entre ellos John Wayne, Hemingway, Edith Piaf, James Stewart o Douglas Fairbanks, Jr.
Este último, hijo del mítico actor Douglas Fairbanks, ejerció de confidente de algunos planes que intentó llevar a cabo la artista germana y que podrían haber cambiado el transcurso de la historia.
Uno de ellos tenía que ver con la decisión del rey Eduardo VIII de abdicar por amor. Preocupada por los planes del monarca, Dietrich ideó un encuentro con él “para demostrarle que su amada Wallis Simpson no era la única mujer de este mundo”, según manifestó el actor a la periodista Charlotte Chandler y que recoge el libro Marlene. El ejemplar incluye asimismo una serie de entrevistas que Chandler realizó a la intérprete y a varios de sus conocidos a mediados de la década de los setenta y que no publicó hasta 2011.
Fairbanks aseguró que Marlene le dijo: “Haré que la olvide. Debo tomar un baño y el perfume adecuado”. Cuando él le manifestó sus reservas, Dietrich le respondió con un “Oh, cariño, no seas tan anticuado. Lo estamos haciendo por Inglaterra, que ambos amamos. Hay que hacer algunos sacrificios”. Al final, tardó tanto en acicalarse para la ocasión que cuando llegó a palacio, el rey estaba fuera, o eso le dijeron.
Sin embargo ese disparatado plan no fue el único que ideó a lo largo de su vida. Enemiga acérrima del nazismo, la actriz ayudó a algunos compatriotas judíos a salir de Alemania cuando ella ya estaba instalada en Estados Unidos. Hitler, que era un gran admirador de la diva, quería que regresara a toda costa a su país para trabajar como principal estrella del III Reich. Ella se negó. “Cuando abandoné Alemania oí por la radio un discurso de Hitler y fui presa de un gran malestar. No, jamás podría volver a mi país mientras semejante hombre fanatice a las masas”, sentenció.
Hitler, gran admirador de la diva, quería que regresara a toda costa a su país para trabajar como principal estrella del III Reich
La alemana, que no renegaba de su origen, se nacionalizó estadounidense y trabajó para el ejército de su país de adopción, donde corrió graves riesgos para entretener a las tropas durante la Segunda Guerra Mundial. Pero, ante una situación tan explosiva en Alemania, Dietrich no dudó en utilizar sus encantos para acabar con la vida del dictador y tuvo la controvertida idea de volver a Alemania a rodar una película con la intención de matar al Führer en 1936.
“Le demostraré lo que siento por él, haciéndole creer que estoy enamorada de él”, le dijo a Fairbanks. Con la seguridad que le daba saber que Hitler la admiraba, la actriz confiaba que no sería difícil mantener una reunión íntima. Al darse cuenta de que sería cacheada antes del encuentro, Marlene estaba preparada para entrar en la habitación de Hitler incluso desnuda si era necesario para no levantar suspicacias. El único detalle que no podía resolver era cómo llevar un arma encima para ejecutar el asesinato.
De acuerdo con las declaraciones de Fairbanks, Dietrich consideró una horquilla para el pelo envenenada, pero el actor rehusó ayudarla. “Por suerte, no pudo llevar a cabo el plan porque no supo cómo completar la estrategia”, escribe Chandler en boca de Fairbanks, que no dudó de que la actriz “se habría jugado la vida si hubiera sabido que tenía alguna opción de éxito”.
«Por suerte, no pudo llevar a cabo el plan porque no supo cómo completar la estrategia”, escribe Chandler en boca de Fairbanks
Fuente: https://www.lavanguardia.com/cultura/cine/20210420/6976544/que-disparatado-plan-urdio-marlene-dietrich-matar-hitler.html