Por Jesús Manuel Hernández
A muchos no les extraña en lo mínimo, los viejos lo ven “normal”, los nuevos la oportunidad de una experiencia para el futuro inmediato.
Si en el orden nacional las elecciones toman el vuelo de los comicios históricos, en el local no es para menos.
Quienes vivieron el 84 o el 96 ven ciertas semejanzas, quizá porque algunos actores se llaman igual. Pero las circunstancias son totalmente diferentes.
A vuelo de pájaro se ve una confrontación entre los mandos políticos de Morena; un gobernador disminuido en su relación con el movimiento, alejado, pensarían algunos, de la dirigencia nacional; otros a una nueva “jefa” del movimiento en el ámbito local con los reflectores puestos en Claudia Rivera.
Frente a ellos una oposición unida frente a las cámaras, dividida profundamente en el interior donde el control total no lo tiene nadie, y eso alienta a los seguidores de Morena y desalienta a los grupos de PRI y PAN unidos en este danzón de tiempos cortos y donde pareciera que alguna parte de la pareja no conoce los pasos.
Eduardo Rivera es visto por muchos como el posible ganador, les alienta que ya fue presidente, pero se desmoronan cuando son cuestionados ¿qué hizo Lalo, el maestro, en tres años? Prácticamente nada, intentar salir al balcón, literalmente, en todas las acciones del morenovallismo.
Muchos lo recuerdan por la faraónica labor de las mil calles, las bahías frente a hoteles y restaurantes que provocaron un caos, que aún persiste, o por las ciclovías de la 7 oriente-poniente y la 5 sur-norte, obra no pensada, no estudiada, y que benefició a los ambulantes. Pero también existen seguidores de Lalo que repudian a todo lo que huela a López Obrador, pasando por la presidenta con licencia, Claudia Rivera. Y quizá no les falten motivos.
La sociedad de Puebla está dividida, un escenario muy propicio bajo la premisa del “estás conmigo o estás contra mi”, tan operada en el pasado.
La sociedad está dividida entre quienes no quieren el regreso del morenovallismo y el priísmo cómplice, y los que quieren una oportunidad más para la 4T en su versión aldeana, donde el gobernador figura más como contraparte que como aliado de la dirigencia local.
Y en este último escenario, los seguidores de Claudia ven la oportunidad de convencer desligándose de Miguel Barbosa.
Vaya curiosidad, en el pasado la ropa sucia se lavaba en casa y había acuerdos para negociar posiciones.
Algunos más se preguntan ¿con quién se beneficiará el gobernador, con el triunfo de Lalo o con la repetición de Claudia? Y las respuestas también se dividen, sobre todo cuando aparece el 2024 a la vuelta de la esquina.
Los encuestadores vienen aportando información constante sobre sus radiografías diarias. Casi todos coinciden en que del trabajo en conjunto entre candidatos a diputados locales y federales con el o la candidata por la capital, dependerá el triunfo. Si van separados unos y otros, el costo será alto.
Dicho de manera coloquial, los expertos ven materialmente un empate entre las partes que se definirá en el último minuto, del último día y dependerá de un factor primordial: el trabajo, la operación en tierra.
Y aquí estriba, quizá, la definición del triunfo, saber, o adivinar, quién tiene más estructura, quién tiene dinero para la operación del 6 de junio, y no solamente quién tiene más saliva para tragar pinole o más oídos sordos para no escuchar las críticas de los portavoces, y es que en esta ocasión parece que los medios de comunicación también estarán en las urnas.
O por lo menos, así me lo parece.
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Video en: https://youtu.be/qxZmIamEiwc