Por Fernando Manzanilla Prieto
Desde el inicio de esta administración he sido muy claro en apoyar el proyecto de transformación impulsado por el Presidente López Obrador. Como diputado federal y como coordinador y vicecoordinador del grupo parlamentario de Encuentro Social, he apoyado todas las reformas impulsadas por el Presidente. Lo he hecho siempre por convicción y porque he considerado que es lo mejor para el país y para la economía de las familias.
No obstante, en esta ocasión, luego de un análisis detallado de la propuesta, he decidido no apoyar la iniciativa de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica. Coincido plenamente con el Presidente en que hay que fortalecer nuestro sector eléctrico y que tenemos que garantizar la seguridad energética del país.
Sin embargo, creo que la forma en que se plantea este objetivo en la iniciativa no es el más conveniente. Existen argumentos técnicos para sustentar lo anterior. Pero sobre todo, las razones de peso para no apoyarla tienen que ver con una cuestión de principios que, en este caso, considero que la reforma deja de lado. Me refiero a principios fundamentales que ponen en riesgo la esencia del proyecto de transformación nacional impulsado por el Presidente.
1. Me parece que la iniciativa cae en el falso dilema —superado desde hace mucho tiempo— entre Estado y Mercado. 2. La iniciativa estigmatiza innecesariamente a la empresa privada, lo que contraviene el espíritu que guía la transformación impulsada por el Presidente de alentar la inversión privada, tanto nacional como extranjera. 3. Creo que la iniciativa no toma en cuenta años de evidencia empírica que demuestran el daño que causan las prácticas monopólicas, tanto públicas como privadas, en el sector energético.
4. Considero que está ampliamente demostrado que la innovación en generación de energías más limpias y baratas depende completamente de la sana competencia. 5. La propuesta también afectará el carácter neutral del ente encargado de operar el sistema, en este caso el Centro Nacional de Control de Energía, distorsionando los criterios de despacho prevalecientes asociados a la calidad y precio. 6. Las modificaciones propuestas auguran un posible proceso de desinversión privada en el sector eléctrico.
7. El espíritu de la iniciativa busca favorecer a las empresas de la CFE, lo que podría hacer más ineficiente el mercado eléctrico, encareciendo el producto en detrimento de los sectores industrial y de servicios, que son motores del crecimiento económico del país. Esto terminará por hacer menos atractiva y competitiva nuestra economía. 8. De igual forma, esto impactará también en el costo del servicio a los hogares, lo que necesariamente implicará subsidios a las tarifas, sumando con ello nuevas presiones a las finanzas públicas de manera innecesaria. Estaríamos hablando de recursos públicos que bien podrían ser destinados a otro tipo de apoyos sociales.
9. Considero que la iniciativa envía un mensaje poco alentador a nuestros socios comerciales que podrían violentar algunos acuerdos del T-MEC a partir de los cambios propuestos en el marco regulatorio del sector eléctrico. 10. Finalmente, la iniciativa envía un mensaje incierto al mundo y a las nuevas generaciones comprometidas con el cuidado del medio ambiente.
Estoy convencido de que es posible fortalecer las capacidades del Estado como impulsor y facilitador del bienestar, sin necesidad de cancelar el espíritu emprendedor. Debemos creer firmemente en la libre empresa, en el libre mercado y en la competencia como las principales palancas del crecimiento y la generación de empleos. Y desde mi punto de vista, la iniciativa de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica no abona el camino hacia ese objetivo estratégico.