Los Periodistas

Por qué nuestro cerebro es el ordenador más potente jamás creado: «La inteligencia artificial no es ni inteligente ni artificial» | Papel

El neurocientífico Miguel Nicolelis desafía a los profetas de la revolución digital y elogia la inaudita capacidad de la mente humana para resolver problemas. «Las máquinas pueden convertir a los humanos en zombis moderadamente inteligentes», dice

AKIRANT

ISMAEL MARINERO / AKIRANT / Ilustraciones / PAPEL / EL MUNDO

Minutos antes del Brasil-Croacia que inauguró el Mundial de Fútbol de 2014, en el Arena Corinthians de São Paulo, Juliano Pinto realizó el saque de honor. Lo asombroso es que Pinto, de 29 años, llevaba casi una década con una parálisis completa del tronco inferior por culpa de un accidente. ¿Un milagro? No, ciencia pura y dura: el hallazgo que le permitió golpear la pelota fue un exoesqueleto capaz de tomar señales de su actividad cerebral para convertirlas en movimiento.

El descubrimiento va mucho más allá de un campo de fútbol y un experimento vistoso frente a una audiencia global de 1.200 millones de personas. Se trata del Walk Again Project, un consorcio científico internacional liderado por el neurocientífico Miguel Nicolelis (São Paulo, 1960), en el que se involucraron ocho voluntarios que padecían paraplejia.

La sorpresa llegó cuando, por pura rutina académica, sometieron les sometieron a exámenes neurológicos tras ocho meses de pruebas con el exoesqueleto. Todos los pacientes, incluido Juliano Pinto, mostraban señales evidentes de mejora clínica, volvía a aparecer el control motor voluntario y la sensibilidad táctil en las piernas y su capacidad para controlar la vejiga y la función intestinal también mejoró. Y lo más importante: cuando repitieron las pruebas tres meses después, por si hubiera habido algún error, el resultado no fue el mismo… sino mejor.

«Donde muchos vieron el triunfo de una comunión híbrida e impecable entre el ser humano y la máquina, yo detecté otra inequívoca demostración del insuperable y realmente inspirador poder adaptativo que el cerebro humano es capaz de manifestar, una y otra vez, cuando tiene que afrontar contingencias completamente desconocidas», explica Nicolelis en el prefacio de El verdadero creador de todo, que ahora llega a España (Ed. Paidós).

En su libro, el profesor emérito de Neurociencia de la Universidad de Duke defiende la necesidad de crear la teoría del cerebro relativista, que explica cómo nuestra materia gris evolucionó hasta convertirse en una especie de ordenador orgánico sin rival en el universo conocido. Su propuesta supone poner el cerebro como centro del universo humano, es decir, «todo lo que define, para bien o para mal, el legado de nuestra especie». «El inmenso conjunto de conocimiento, percepciones, mitos, creencias y puntos de vista religiosos, teorías científicas y filosóficas, cultura, tradiciones morales y éticas, logros intelectuales y físicos, tecnologías, arte y otros derivados», enumera Nicolelis, uno de los neurocientíficos más importantes del planeta al otro lazo de Zoom desde su ciudad natal y ataviado con una gorra verde para protegerse del sol del verano brasileño.

Ese complejo laberinto de surcos y circunvoluciones que es el cerebro, con sus 600 gramos de peso, sus 86.000 millones de neuronas y sus minúsculas tormentas electromagnéticas, define quienes somos, qué percibimos y cómo interactuamos con el mundo que nos rodea. El cerebro de Nicolelis, en concreto, fue el que le empujó, cuando tenía 22 años y se encargaba de supervisar los ordenadores de la Facultad de Medicina de São Paulo, a estudiar el cerebro en toda su profundidad.

«Leí un texto de Isaac Asimov en el que decía: ‘La diferencia entre un cerebro y un ordenador se puede expresar en una palabra: complejidad‘. Y esa cuestión me intrigó muchísimo, porque planteaba otra pregunta: si el cerebro no es o no funciona como un ordenador, ¿entonces qué es?»,

Nicolelis le planteó esa misma pregunta al padre de la neurociencia brasileña, que ejercía como profesor en la misma facultad. «Él solía decir: ‘Si podemos entender el cerebro, seremos capaces de comprender la historia completa de la civilización humana. Todo nuestro pasado viene determinado por nuestros cerebros‘».

¿Cómo se puede programar el sentido de la estética o la percepción de belleza de Picasso o Miguel Ángel?

MIGUEL NICOLELIS, NEUROCIENTÍFICO Y AUTOR DE ‘EL VERDADERO CREADOR DE TODO’

Cuando Nicolelis empezó a escribir El verdadero creador de todo recordó esas palabras y es lo que plantea a los lectores, un ambicioso recorrido que va desde las teorías antropológicas sobre la encefalización hasta los más recientes avances en neurociencia. «Si quieres entender nuestra especie y todo lo que ha pasado hasta ahora mismo, todos los errores, las guerras, el odio, el amor y los grandes logros de la humanidad, necesitas entender cómo funciona lo que hay en nuestro cráneo», insiste.

A esa tarea se ha dedicado este pionero de la interfaz cerebro-máquina a lo largo de los últimos 40 años. Ahora que la Inteligencia Artificial (IA) ha adquirido un estatus pseudoreligioso, considera más necesario que nunca desafiar las ideas preconcebidas sobre la emulación, réplica o mejora de la mente humana a través de algoritmos. «Defiendo que eso que llaman inteligencia artificial no es ni inteligente ni artificial, porque son códigos creados por seres humanos», sostiene. «Además, la inteligencia es una propiedad de los organismos, evoluciona, no la puedes programar».

Cuando debate con especialistas en IA, Nicolelis siempre les plantea la misma pregunta: ¿cómo puedes programar la intuición? «Y se quedan mudos», dice. «¿Cómo puedes programar el sentido de la estética o la percepción de belleza de Picasso o Miguel Ángel?. Podemos programar máquinas para que hagan ciertas tareas formales, como jugar al ajedrez. Pueden predecir los movimientos de los rivales humanos porque las reglas son fijas, invariables, y eso permite construir un algoritmo. Pero nunca van a poder reemplazar el tipo de atributos que nos hacen humanos».

La era digital no sólo está cambiando nuestra forma de procesar la información, sino que, alerta Nicoledis, afecta a la propia evolución de nuestro cerebro. «Al volvernos progresivamente más dependientes y sentirnos más cómodos con la forma en que operan las máquinas digitales, nuestros cerebros de primate y con gran capacidad de adaptación corren el riesgo de emular el funcionamiento de estas máquinas. Por eso existe una posibilidad factible de que, si esta tendencia continúa, el cerebro pueda decaer y transformarse de forma progresiva en cierto tipo de máquina digital biológica, condenando a los miembros de nuestra especie a convertirnos en zombis moderadamente inteligentes».

Miguel Nicolelis
Miguel Nicolelis, en una imagen de archivo.

Como ejemplo de ese pensamiento zombi, Nicolelis habla de las fake news, el negacionismo y la infantilización de la política. Tres muestras de que no estamos, como algunos sostienen, en el mejor momento como civilización, sino en un punto de inflexión con sus peligros… y también sus oportunidades.

Frente al dominio de las máquinas que predican los evangelistas de la tecnología, la cosmología humanista de Nicolelis se basa en tres propiedades fundamentales del cerebro humano: su plasticidad para adaptarse y aprender; su capacidad para permitir que múltiples individuos sincronicen sus mentes en relación a una tarea, objetivo o creencia; y su aptitud para la abstracción, responsable de nuestra facilidad para adquirir el lenguaje o hacer operaciones matemáticas.

Así, el cerebro sería un ordenador orgánico, fundamentalmente analógico y superior a la tecnología digital en numerosas tareas. «Conseguimos información del mundo exterior, adquirimos inputs a través de nuestros sistemas sensoriales, creamos un modelo interno y tratamos de anticiparnos a los eventos», describe Nicolelis, «Intentamos crear enlaces causales y para eso tenemos que combinar información y sacar conclusiones, y en eso consiste la computación. El cerebro al completo está involucrado en esta tarea, no hay distinción entre hardware y software, ambas cosas están mezcladas, y eso lo hace único».

Hay peligro de que las máquinas conviertan a los humanos en zombis moderadamente inteligentes

MIGUEL NICOLELIS, NEUROCIENTÍFICO Y AUTOR DE ‘EL VERDADERO CREADOR DE TODO’

Esta teoría del cerebro relativista, además de rebatir los augurios más habituales de futurólogos y transhumanistas como la posibilidad de descargar nuestra actividad cerebral en un dispositivo informático, plantea la necesidad de combatir las enfermedades neurológicas de una manera innovadora: «Hay que tener en cuenta el cerebro como un todo para tratar cualquier dolencia que le pueda afectar».

Por ejemplo, para tratar el Parkinson terminal, cuando el paciente ya no puede moverse por culpa de la enfermedad, plantea es estimular eléctricamente la médula espinal. «¡Y funciona!», afirma. «Hay unos 100 casos en el mundo en los que la técnica ya ha sido utilizada y los resultados son muy esperanzadores. Y es así porque la médula llega a la mayor parte del cerebro. Descubrimos la frecuencia del mensaje que teníamos que mandar para interrumpir la actividad patológica que causa el Parkinson. Así hemos creado un chip que se implanta y que permite a los pacientes volver a andar, como si fuera un marcapasos para el cerebro».

Como se puede comprobar, Nicolelis no es un tecnófobo ni un ludita. De hecho, defiende que la tecnología puede mejorar, modificar o aumentar las capacidades cerebrales. «Pero, eso sí, tiene que ser utilizada con un juicio claro, supervisión social y prohibición en caso de abuso», sostiene. «Hay alrededor de 1.000 millones de personas en el mundo sufriendo algún tipo de trastorno cerebral y la interfaz cerebro-máquina y los dispositivos neuroprotésicos pueden ayudar a la gran mayoría de estos enfermos».

En eso sigue trabajando, intentando encontrar vías para desentrañar cómo funciona el órgano en el que residen algunos de los mayores misterios sobre lo que nos hace verdaderamente humanos.

Fuente: https://www.elmundo.es/papel/historias/2022/01/17/61e56bc521efa052188b45a6.html

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio