El vino y por ende también el alcohol existió en esas zonas mucho antes que el Islam…
ROSA MOLINERO / COMER
“¿Nuestro tesoro? El vino. ¿Nuestro palacio? La taberna. ¿Nuestros fieles compañeros? La sed y la embriaguez. Desconocemos la inquietud, puesto que sabemos que nuestras almas, nuestros cuerpos, nuestras copas y nuestros vestidos manchados no tienen nada a temer del polvo, el agua y el fuego”. Eso dice un cuarteto de Omar Khayyâm (1048-1131), poeta y matemático musulmán que habitó en la antigua Persia, en el actual Irán. Sus versos sorprenden por su celebración del vino, que el Islam prohibía y prohíbe. Sin embargo, el vino se produce y se bebe a día de hoy en países de mayoría musulmana.
Turquía es el quinto país del mundo en términos de producción de uva y el primer país musulmán productor de vino, con 266,962 toneladas en 2021, según la FAO. Detrás le siguen Turkmenistán, Marruecos, Túnez, Kazajistán, Uzbekistán, Azerbaiján, Egipto, Kyrgyzstán, Líbano (donde la mitad de la población es musulmana), Jordania y Algeria.
Beber alcohol es algo prohibido por el Islam según la interpretación de fragmentos del Corán como este: “¡Oh vosotros, los que creéis! Los intoxicantes, el juego de azar, los ídolos y las flechas de la suerte no son más que una abominación de las obras de Satanás. Absteneos, pues, de cada una de ellas para que prosperéis” (Al-Maidah 5:91). E incluso algunas lecturas dictan que almacenar alcohol incurre en el mismo error. Pero el vino y por ende también el alcohol existió en esas zonas mucho antes que el Islam.
Una cuestión religiosa
Beber alcohol es algo prohibido por el Islam según la interpretación de fragmentos del Corán
Los primeros indicios de producción y consumo de vino en Anatolia datan de 3000 aC, cuando los hititas registraban en escritura cuneiforme el volumen de vino producido en tablillas. Y en la mayoría de países mencionados, la vitis vinifera ha crecido y más tarde se ha cultivado desde tiempos inmemoriales. No es de extrañar, entonces, que la producción de uva e incluso de vino siga en pie a pesar de las restricciones a su consumo que impone la religión (y también el estado, que grava con impuestos altos toda bebida alcohólica).
Para el sumiller Mohamed Benabdallah, del restaurante Etxebarri (Axpe), la tradición agrícola de tantos siglos tiene un peso decisivo en la actualidad, así como la migración: “por el clima y por las uvas, desde Occidente se vio un suelo fértil en estos países, donde se empezó a producir vino con el objetivo de exportarlo”. Menciona, además, que la producción autóctona proporciona a los hoteles un producto demandado por los turistas.
Entre las razones
La producción autóctona proporciona a los hoteles un producto demandado por los turistas
Por otro lado, como es natural, la curiosidad y el gusto humano a veces llegan más lejos que las imposiciones de la religión. “Hay musulmanes que no practican el islam, algunos por el hecho de haber viajado y haber conocido otras culturas, y algunos países como Turquía o el Líbano, donde conviven muchas religiones, tienen una perspectiva más occidental y liberal sobre la cuestión del alcohol. De ahí que existan personas que beben vino y de que existan sumilleres que vienen de tradición musulmana. Asimismo, el alcohol suele identificarse en estos países como un símbolo de rebeldía contra la sociedad”.
En opinión de la sumiller Rocío Benito, copropietaria del bar de vinos Albariza en las Venas, coordinó el equipo de sumillería del restaurante Jaleo, del chef José Andrés, en Dubai, la producción de vino en países musulmanes se da por razones históricas: “eran productores de uva en su origen y, tras la repartición de territorios de la Primera Guerra Mundial, recibieron migración francesa que trajo sus ganas y su arte por el vino”. En cuanto a su consumo, Benito explica que dentro de esos países viven tanto personas no musulmanas que pueden beberlo libremente como personas musulmanas que quieren disfrutarlo. “En mi experiencia, está mal visto beber en público y en los restaurantes piden consumirlo de incógnito, solicitando que se les sirva en tazas de café”. La sumiller afirma que en Dubai cada vez se ve más alcohol y también consumidores asiduos.Lee también
Anastasios Karakasis, director de sumillería del restaurante Ayla (Turquía), razona que estos territorios han pasado más años produciendo uva y elaborando vino que no haciéndolo y que, por tanto, es lógico que a día de hoy la industria del vino siga operando. “Algunos países tienen duras restricciones pero otros no, como Turquía o el Líbano, donde existe uno de los referentes de la zona, Château Musar, fundada en 1930”. Asimismo, Karakasis dice que los musulmanes pueden estar familiarizados con el vino según su grado de ortodoxia, igual que un cristiano puede ser más o menos observante de los preceptos de su religión, absteniéndose de la carne los día de Cuaresma o no haciéndolo. “Algunos me piden que les sirva un vino pero de forma disimulada, en una taza de té u otro vaso opaco y otros no quieren ni que su comida sea cocinada con productos alcohólicos”.