La Ilustración y sus políticas centralizadoras confiscaron los bienes de la Compañía de Jesús poniendo fin a su labor evangelizadora
JAVIER RUBIO / VozPópuli
¿La expulsión de los jesuitas de los dominios de la Monarquía Hispánica marcó el declive intelectual e integrador de España en América? En plena ola de la Ilustración, el rey Carlos III en su política de centralización, decidió llevar a cabo esta controvertida decisión enmarcada en un período de influencia francesa, donde se contrapuso el progreso a la religión. Esta actuación fue ejecutada en secreto para evitar una repuesta de los religiosos, que, de la noche a la mañana, se vieron despojados de sus bienes en busca de un futuro incierto.
El historiador Gabriel Calvo Zarraute explica que este ataque contra la Compañía de Jesús no es un caso atípico español. “España fue la última corte de Europa en expulsar a los jesuitas”. Estas tendencias se habían llevado a cabo en otros países europeos, como sucedió en Portugal en 1759, o cinco años más tarde en Francia. En la América Hispana, la labor de evangelización de estos misioneros cesó por completo en 1767.
La labor de los jesuitas en América
La Compañía de Jesús fue creada por Ignacio de Loyola, en 1540. El objetivo de esta fue crear una respuesta católica a la reforma protestante. La orden religiosa se incorporó a la empresa de América cuando ya había comenzado. Estos predicadores se mimetizaron con las culturas indígenas y continuaron la labor evangelizadora en el Nuevo Mundo. Se convirtieron en la presencia hispánica en los nuevos territorios descubiertos, donde crearon las propiedades comunales, conocidas como reducciones jesuíticas. En esta estrategia de integración de las unidades tribales se enseñaron los nuevos métodos de cultivo, las gramáticas, las técnicas musicales, nuevos métodos médicos…
La biblioteca del colegio de San Pablo de Lima fue fundada por la Compañía, en 1568. Zarraute comparte que “en 1775 llegó a tener 40.000 volúmenes, mientras que en Harvard, por las mismas fechas, contaban con 4.000 ejemplares”. La formación de estos misioneros duraba doce años, donde aprendieron conocimientos en Filosofía y Teología. Su preparación permitió a la Monarquía Hispánica enviar a la élite intelectual del momento para abrir camino en el continente americano.
Las razones de la expulsión
Los motivos detrás de la decisión de Carlos III son diversos, como en todos los procesos históricos, estos escapan de las generalizaciones. Uno de ellos fue la idea de la Ilustración de supeditar la religión al poder político. Zarraute explica que “la Iglesia no supo reaccionar y no protestó. No se dieron cuenta de que el ataque venía de la Ilustración para anular la respuesta intelectual católica, ya que eran la élite”. El Estado vio la oportunidad de confiscar las tierras y los bienes de esta orden religiosa para su propio beneficio.
“Carlos III pudo ver en esta Compañía un enemigo político”
Otra de las causas sitúa el foco en el motín de Esquilache (1766). Las decisiones de este ministro italiano sumieron en una profunda crisis económica a España por la inflación del precio del grano. Carlos III acusó a la nobleza de este movimiento insurgente, que se estaba educando en colegios o universidades jesuitas. “No ha aparecido ningún documento que incrimine a un solo jesuita en este motín”, asegura Zarraute, pero esta idea se asentó en el monarca.
Carlos III justificó su decisión “por gravísimas causas relativas a la obligación en que me hallo constituido de mantener en subordinación, tranquilidad y justicia mis pueblos, y otras urgentes, justas y necesarios que reservo en mi real ánimo”. Esta dudosa explicación manifiesta que el monarca pudo ver en esta Compañía un enemigo político, a la que se relacionó con conspiraciones contra sus programas. Los celos por su influencia ganada en América, así como por sus extensiones de tierra y la cantidad de recursos en su poder, provocaron el choque en el seno de la corte de Madrid contra estos religiosos, a los cuáles veían incompatibles con sus ideas ilustradas.
El papa Clemente XIV firmó el edicto de supresión de la orden jesuita, en 1773. La mayoría de los expulsados buscaron acomodo donde se les permitió. En territorios europeos, como por ejemplo en Rusia, acogieron una parte bajo el mandato de Catalina la Grande. Esta emperatriz aprovechó el conocimiento y la pedagogía de estos misioneros para el propio beneficio de su país. Otros trataron de ser acogidos por los obispos o buscaron acomodo en Roma.
Al final, los que más sufrieron la desaparición repentina de la Compañía de Jesús fueron los indígenas. El mundo integrador paternalista creado por estos clérigos para la protección de los nativos colapsó. Las reducciones jesuíticas, donde existió una vida en comunidad entre diferentes, desaparecieron. A partir de la expulsión, la ley no imperará más y las tribus quedarán a merced de los designios de las nuevas empresas criollas, que, sin el contrapeso de los jesuitas, dirigirán a los virreinatos hispanos a una guerra civil.
Fuente: https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/por-que-carlos-iii-expulso-a-los-jesuitas-de-america.html