ANA BELÉN GARCÍA FLORES / RTVE
Existe algo de poso de sabiduría sobre el ascenso tardío en las palabras del escritor Pierre Lemaitre (París, 1951), que afirma como un mantra que talento y éxito están disociados en la literatura.
El novelista francés lo fía todo a la suerte porque “mi historia es extravagante y te lleva a reflexionar”, puntualiza caústico. «Hay muchas novelas buenísimas que son un fracaso comercial. Napoleón no se confundía con eso y decía: presénteme a generales que tengan suerte».
Lemaitre publicó su primera novela a los 56 años, alcanzó la gloria con 62 cuando ganó el Premio Goncourt con Nos vemos allá arriba, y a continuación se convirtió en un maestro de la novela negra. Una etapa clausurada porque ha mirado hacia otros géneros como divertimento y ha retornado al triunfo tras cerrar su saga de entreguerras Los hijos del desastre (Los colores del incendio, El espejo de nuestras penas)
Pierre Lemaitre: «Una novela debe ser simple y conmovedora»
El ancho mundo (Salamandra), que ha arrasado entre crítica y lectores en Francia, es el primer volumen de una nueva serie monumental sobre los llamados “treinta años gloriosos” de la historia francesa tras la Segunda Guerra Mundial, que presenta esta semana en España con cierto vértigo promocional.
Pierre Lemaitre marida con mano experta novela de aventuras, histórica, thriller, romance y comedia sobre las peripecias de la familia de empresarios Pelletier y sus cuatro hijos que se mueven entre París, Beirut e Indochina. “Aunque mis libros son bastante trágicos meto el humor cuando necesito reirme y creo que lo necesita el lector”, afirma sobre la mezcla ecléctica.
La arista social emerge del trasfondo que el novelista localiza en el pasado colonial de la Guerra de Indochina (1946-1954), prólogo de la sangría de Vietnam, que Francia perdió ante el grupo guerrillero comunista del Viet-minh.
Un conflicto “alejado en la memoria colectiva por la más reciente guerra de la independencia de Argelia”, y que Lemaitre empuja al presente literario con un caso de tráfico de capitales como episodio de enganche, en su empeño por enfocar «los ángulos muertos de la historia».
Elegante, de maneras pausadas, creció con los folletines de Alejandro Dumas y es admirador confeso de Benito Pérez Galdós, asegura con modestia que su pretensión no es novelar unos “Episodios Nacionales” franceses sino ”ofrecer a mis contemporáneos una instantánea del siglo».
Un libro teñido de noir en el que el escritor exhibe orgulloso sus orígenes y hasta se atreve a incluir un asesino en serie. “Necesitas personajes fuertes y contrastes muy marcados entre los antagonistas».
PREGUNTA: ¿La herida del pasado colonial sigue abierta en Francia? ¿Cuál cree que es su herencia en la sociedad actual?
RESPUESTA: No creo que hoy el problema sea el recuerdo de la colonización, es cuál es la posición de los países ricos con respecto a los pobres. El tema de la memoria es algo meramente simbólico. Una excusa porque los pueblos no necesitan memoria, necesitan economía.
Existe lo que es el nacimiento del capitalismo que viene propiciado por las primeras conquistas coloniales, después vinieron las guerras coloniales y ahora tenemos el calentamiento global. Todo es una cadena de causas y efectos que nos conduce hasta aquí.
P: Muestra Saigón como una isla donde confluyen el tráfico de influencias, el sexo, las drogas…Cuénteme cómo recreó este ambiente y mezcló los datos históricos con la ficción.
R: De la historia solo me quedo con aquello que es útil para mi intriga. El gran riesgo es querer contar todo lo que sabes porque existe la tentación de rentabilizar tu inversión, ya que te has pasado tiempo descubriendo una serie de cosas.
Esa es la mejor manera de echar a perder una novela porque para tener éxito hay que ser capaz de tolerar cierta frustración en el oficio de escritor: saber algo interesante pero no contarlo porque sabes que no tiene cabida. Una cuestión de equilibrio porque en El ancho mundo he descartado el 80% de lo que aprendí durante la investigación previa.
P: En Nos vemos allá arriba destapaba el escándalo de las lápidas y esta novela es como un espejo de alguna forma. ¿Por qué eligió la estafa de «las piastras»?, ¿Le interesa especialmente la corrupción?
R: Lo que me interesa de la corrupción es que todo el mundo es víctima. Y también que es un buen resorte novelístico porque es un fenómeno universal. Porque a fin de cuentas, el tráfico de influencias habla siempre de lo mismo que es del poder.
Si nos remitimos a la literatura del siglo XIX a Balzac, vemos que el motor de la acción es el dinero. Es algo que no ha cambiado mucho. Todo lo que tiene que ver con el dinero son cosas que nos permiten analizar la sociedad.
En este caso concreto, el tráfico de capitales con las piastras ilustra muy bien el estado del capitalismo en Indochina, del capitalismo francés. Es decir, como Francia no consiguió ganar Indochina por la vía militar, intentó comprarla.
«En la corrupción todos somos víctimas”
P: Con la historia de los Pelletier entra de lleno en las relaciones familiares, la rivalidad entre hermanos, las afinidades, el alejamiento de los padres y sus secretos.
R: La familia Pelletier puede parecer disfuncional pero no lo es más que ninguna otra. Se trata de presentar las tensiones que se crean en el primer grupo social al que pertenecemos. La familia es el crisol de todas nuestras neurosis y esta esconde un secreto que el lector descubrirá al final de la novela, y en ese momento se mostrarán muy unidos.
Creo que en todas las familias hay secretos y llega un momento en que vemos la realidad de nuestros padres más allá de la leyenda que nos han contado porque una familia es una creación meramente ficticia.
PÁGINA DOSPierre LemaitreVER AHORA
P: En una entrevista aseguró que en caso de duda escribiendo hay que retornar a la primera idea y que una novela debe ser sencilla, ¿Lo sigue manteniendo?, ¿Qué hace cuando se encuentra bloqueado en la página en blanco?
R: Cuando tropiezo con un obstáculo ahí tengo un solo lema que es hacer muy bien cosas muy sencillas. Y hay una teoría, la de la navaja de Ockham, que se basa en la simplicidad y dice que cuando tienes varias soluciones a un problema, elige siempre la más sencilla.
Existe en la novela negra un peligro que es meter una intriga muy complicada y cuando vas por la mitad del libro, el autor entra en lo que yo llamo un túnel narrativo: hace un larguísimo flashback para explicarte todo lo que te ha venido ocultando para poder sostener la trama. Yo siempre prefiero complicar a los personajes antes que la situación.
P: El escritor estadounidense Henry Miller decía que “cada guerra es una destrucción del espíritu humano” pero los conflictos no cesan nunca como en la actualidad en Ucrania, ¿es imposible aprender del pasado?
R: Yo creo que en la naturaleza humana está encerrada la agresividad y el deseo de posesión. La dominación masculina que impera en los países occidentales desemboca necesariamente en demostraciones de fuerza.
No creo que esto sea un destino o una fatalidad, porque la historia nos enseña que el hombre puede llegar a dominar sus pulsiones. Pero es un proceso que no tiene fin, porque la naturaleza humana es así, tiene que luchar contra sí misma para perdurar.