El conferenciante y experto en liderazgo Fernando Botella explica las consecuencias de sustentar el pesimismo como un principio básico de autodefensa
RAQUEL ALCOLEA / BIENESTAR / ABC
¿Cuántas veces has escuchado, o incluso entonado, esa manida frase del refranero que reza: «Piensa mal y acertarás»? Seguro que no ha sido ni una ni dos… Lo cierto es que esta expresión cuenta con una aproximación dentro de lo que la psicología denomina «sesgos cognitivos», en concreto con la «falacia del peor motivo» que atribuye a la otra persona la peor intención posible en cada momento. Sin embargo, tal como plantea Fernando Botella (@fb_think), conferenciante, divulgador y experto en liderazgo; esa expresión no es más que un pilar de defensa para sustentar el pesimismo como algo intuitivo, como algo animal o como un principio básico de autodefensa que tiene su origen en expectativas negativas del futuro, en expectativas negativas del pasado, en pensamientos negativos no contrastados con la realidad o incluso en rumiación de ideas generalizadoras sobre la vida y el entorno.
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Y esto, tal como denuncia el experto, provoca una pérdida de energía y una pérdida del control de la situación que impide afrontar de la mejor manera posible lo que sucede. «Es muy recurrente pero hace que vivas peor cualquier circunstancia porque te pone en modo vigilante, en estado de alerta, quitándote así expresividad y generando hostilidad», asegura.
«El efecto más negativo que esconde esta frase es que cuando piensas mal no aciertas; sino que enfermas».
Fernando Botella
Conferenciante y experto en liderazgo
Por qué esta frase tiene efectos negativos
Aunque una cierta desconfianza, en su justa medida, pueda ser válida, el experto asegura que cuando uno va más allá en esa falta de confianza lo que puede provocar es una autoprotección injusta capaz de condicionar a esa persona de forma negativa. Algunos de sus efectos son, por un lado, crear estados de ansiedad, y, por otro, colocarnos siempre en una posición de reproche o protesta o incluso de búsqueda de excusas y justificaciones que nos lleve a encontrarnos en un entorno vital donde prime la inseguridad y la desconfianza. De hecho, tal como describe Botella, algunas de las consecuencias que pueden darse en ese estado son situaciones de estrés, baja autoestima, dificultad para integrase en grupos, pérdida de la visión optimista de la realidad, falta de armonía y desarrollo de un posible caldo de cultivo para conflictos. «Lo ideal sería eliminar esa frase recurrente de tu vida para que puedas dar la mejor versión de ti».
Pero además el efecto más negativo que propicia el uso frecuente de esa frase es, como argumenta Botella, «que cuando piensas mal no aciertas; sino que enfermas». ¿Por qué? Según explica el experto en desarrollo personal, si piensas mal, lo pasarás mal porque perderás la capacidad resiliente, la capacidad de vivir en un entorno de alegría, la capacidad de experimentar estados de ánimo positivos y, en definitiva, la capacidad para ser optimista. Así, cuando perdemos la perspectiva positiva de los elementos que nos motivan a esforzarnos ante las dificultades; perdemos también la capacidad de ser disciplinados y de mantener el esfuerzo en el tiempo y, por lo tanto, no nos enfocamos en las metas y en las soluciones sino en los problemas.
Y también dejamos de ser valientes porque en vez de atrevernos a arriesgarnos por algo que nos gusta o por aquello que creemos que merece la pena, nos quedamos en nuestra zona de confort y perdemos la capacidad de ser agradecidos. «Si perdemos todo esto, que en realidad lo que significa es una pérdida de autoconfianza, perdemos la visión de los objetivos y de la capacidad de actuar para conseguirlos, perdemos la mentalidad ganadora y de crecimiento en favor de una mentalidad fija, de escasez y entramos en pensamientos arcaicos que nos impedirán afrontar las dificultades cotidianas», alerta.
Qué hacer para cambiar esa visión
Lo primero que se podría hacer, según propone Fernando Botella, es romper con las creencias limitantes, haciéndose preguntas y cuestionando la propia mente para poner en el centro de la toma de decisiones nuestros objetivos y la realidad. También invita a que creer en uno mismo, crear entornos de confianza, ser agradecidos y creer en la gente.
Su recomendación, por tanto, se basa en cambiar el «piensa mal y acertarás» por el «piensa bien y acertarás» ya que, según aclara, cuidar nuestros pensamientos puede ayudar a que éstos se conviertan en palabras y a su vez en acciones que, repetidas en el tiempo, se convertirán en hábitos y nos ayudarán a construir nuestro carácter.
Pasos para llegar al «piensa bien y acertarás»
- 1Detectar qué pensamientos nos limitan y minan nuestra confianza creándonos malestar
- 2Tomar conciencia de los resultados obtenidos cuando estamos en esos entornos de malos hábitos y visión negativa
- 3Cuestionar ese tipo de pensamientos y cambiarlos por una visión positiva
- 4Sustituir la antigua creencia por la nueva y practicarla. En el fondo se trata de intentar convertirnos en nuestra mejor versión
El experto aclara que, técnicamente, este tipo de planteamientos se denomina «reencuadre», una técnica que implica percibir la realidad desde una perspectiva positiva y no negativa, reencuadrando así la realidad.NOTICIAS RELACIONADAS
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Una vez que se ha hecho ese reencuadre el conferenciante, que acaba de publicar su libro ‘Esencial’ (Roca Editorial), donde comparte algunas de estas herramientas que ayudan a mejorar la resiliencia; propone crear un anclaje y hacer una visualización positiva con este objetivo: generar un diálogo entorno positivo que nos permita actuar y tomar decisiones de un modo más libre, sereno y optimista.