Los Periodistas

Periodismo en México: Desconfianza, estigma y confusión

Por Luis Alberto Martínez

@LuisMartiMX

A Miguel Ángel Rodríguez,
Por su amistad, su congruencia y el siempre abrazo amoroso de un corazón combativo.
Paz y baile siempre, amigo…

En todo el país, en cada región y provincia, en unas más que en otras, el fenómeno es constante: las personas periodistas, los periódicos y medios de comunicación pierden cada día la confianza de una ciudadanía, que ya no puede distinguir entre quienes ejercen el periodismo en un sentido social con ética y honestidad y para quienes esta disciplina se ha convertido en un instrumento político y de búsqueda de privilegios.

El último informe del Instituto Reuters ha alarmado al gremio, ya que señala una baja en la confianza de las noticias en México con el 36 por ciento, es decir, que apenas y una de cada tres personas confían en las noticias en nuestro país; cifra que además disminuye cada año.

Este fenómeno tiene diversas explicaciones y se puede -y debe- abordar desde varios enfoques, entre ellos, la actual relación de las personas con las fuentes de noticias y periodistas a partir de las hipermediaciones generadas por los dispositivos móviles y su invasión a la cotidianidad; los algoritmos y los excesos de las diversas plataformas de redes sociales que han modificado la forma en la que las personas tienen acceso a las noticias; la creciente oferta de contenido audiovisual «snackable», de consumo inmediato que atrapa a las audiencias en una desproporcionada batalla entre contenido de entretenimiento y otras ofertas noticiosas, culturales y educativas. Las permanentes descalificaciones y estigmatización desde las tribunas de gobierno -empezando por la presidencial con sus respectivas huestes- que se replican en todos los órdenes de gobierno en el país.

En este último punto nos detendremos. Estoy de acuerdo en que la estigmatización que se da a la prensa desde la tribuna presidencial – las famosas mañaneras- impacta de forma negativa en cómo el pueblo mexicano entiende la función de los medios y periodistas en nuestro país. Me parece que desde las mañaneras el presidente López Obrador aborda de manera errónea, y a veces visceral, la relación de la prensa con su gobierno y la cobertura diaria del ejercicio gubernamental.

Cuando el Presidente increpa a empresas de comunicación, sus dueños y a comunicadores que sistémicamente han sido beligerantes con su persona y proyecto, exhibe permanentemente a un sector de la industria de medios que ha consolidado su poder a partir de la manipulación de la opinión pública y sus relaciones cupulares con los poderes económico y político. Ocupa mucho tiempo en demostrar discursivamente que lo que se publica en estos medios no es real y que es parte de una campaña permanente de desprestigio a su persona. Sin embargo, en esa narrativa les reconoce permanentemente como «prensa», «periodistas», «medios de comunicación» sin hacer distinción o acotamiento alguno con quienes ejercen el periodismo de forma libre y responsable. En el mejor de los casos su acotamiento se reduce a un «con algunas excepciones».

Esta repetición permanente ha tenido dos efectos muy negativos: Por un lado, ha permitido que personajes como Carlos Loret de Mola o Brozo sean legitimados como prensa o periodistas, lo que desencadena que las empresas que representan se mimeticen y recurran a la defensa de la libertad de expresión como una contraofensiva a sus intereses trastocados por un poder que les enfrenta. Por otro lado, han dado pretexto al mismo Presidente y toda la clase política, que así lo requiere, para acusar de «prensa chayotera» y descalificar a cualquier medio, periodista o trabajo periodístico opuesto a sus intereses.

Cualquier análisis que considera a los conductores Víctor Trujillo o Carlos Loret de Mola, periodistas e incluso les suma calificativos como «valiente», «crítico» «provocador», «importante» pierde toda credibilidad de juicio. Ambos representan a una maquinaria constituida por el encuentro de los poderes económicos y mediático-empresariales cuyos intereses y motivaciones suponen algo distinto al genuino interés y motivación de garantizar a las personas su derecho a estar informadas.

En un sentido simple y de acuerdo a la visión clásica de Ryszard Kapuscinski la crítica al poder legitima a quienes ejercen el periodismo, pero la trampa suele estar en la falta de análisis sobre las motivaciones e intereses de quienes critican al poder en este caso al Ejecutivo y Legislativo.

En contraste, el legítimo y real desafío al poder se encuentra en personas periodistas que uno y otro día, en su ejercicio diario de la profesión, se topan con innumerables obstáculos, institucionales, legales y económicos. Instituciones gubernamentales de los tres órdenes que, sin importar partido o ideología política, obstaculizan su trabajo. Estas personas periodistas arriesgan su integridad física, emocional e incluso su libertad, para hacer visibles las fallas sistémicas y actos deshonestos de todas las formas distintas de poder en nuestro país.

De esta forma hay que entender los claroscuros de quienes ejercen el periodismo en nuestro país, profesión que tiene que encontrar el balance entre su función social y deontología a partir de lo que la sociedad espera de este gremio y la forma en la que hacen de su profesión una fuente de subsistencia.

Desde la mirada de Max Weber podemos apuntalar estas diferencias en la visión de lo que es hacer periodismo. Para el sociólogo alemán, «los periodistas son políticos profesionales» y «los políticos profesionales son quienes viven de la política y buscan hacer de ella una fuente duradera de ingresos» y marcaba desde hace más de un siglo la diferencia entre quienes se dedican al periodismo y quienes son dueños de los medios de comunicación. Weber señalaba desde entonces que la influencia política que pierde paulatinamente el periodista es adquirida por los magnates de la industria mediática.

El mismo Weber señalaba hace más de un siglo que debemos entender el carácter empresarial de la prensa. ¿Qué significa el desarrollo capitalista al interior de los periódicos para el papel que desempeña en la formación de opinión pública?

Todos o casi todos los periódicos en México son empresas con una diferencia muy particular a las demás: tienen dos tipos de clientes, el primero de ellos, sus audiencias que suponen una masa diversa ya sea de compradores, suscriptores, radioescuchas, televidentes o internautas, y el segundo sus anunciantes con intenciones y motivaciones muy claras al momento de patrocinar periódicos.

Así, entre más grandes son las empresas periodísticas mayor es su demanda de capital lo que supone que su capacidad de construcción de opinión pública esté comprometida en función de sus anunciantes. En ese sentido, esto nos obliga a preguntarnos:

¿Cuántos anunciantes y cuántos compradores (hoy llamadas audiencias) tiene un periódico?

En México el 92 por ciento de los medios de comunicación de acuerdo al Observatorio Mexicanos de Medios depende de dinero público como principal fuente de ingresos; es decir que las instituciones gubernamentales y partidos políticos suponen el principal anunciante en nuestro país.

Desde hace algunos años, la subsistencia de los medios de comunicación entró en una crisis que se amplificó particularmente cuando las grandes empresas de medios, acostumbradas al dinero público, tuvieron que buscar fuentes alternativas de ingreso para las que no estaban preparadas, además de la creciente sobreoferta de espacios y fuentes de información tras el abaratamiento de la producción de contenidos.

De aquí que podamos marcar la diferencia clara entre aquellos medios y personas periodistas comprometidas con sus audiencias, y aquellas comprometidas con sus anunciantes.

Desde la tribuna presidencial se han dado voluntaria o involuntariamente, no lo sé aún, las condiciones suficientes para que desde otros órdenes de gobierno se ejerza mayor violencia contra periodistas en el ejercicio de su profesión y para que la sociedad civil incremente su desinterés en el ejercicio del periodismo, en las condiciones en las que las personas periodistas lo ejercen y en la importancia de asumir su derecho humano a la información.

Hoy más que nunca urge ampliar los mecanismos para revalorar el ejercicio del periodismo en México sin juicios, sin prejuicios y sin pasiones partidistas.

Hasta la próxima.

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