Algunas precisiones sobre la Casa Taller del Maestro Márquez Figueroa y la responsabilidad de BanyanTree y Rosewood e el manejo del patrimonio edificado del Paseo de San Francisco.
Por Jesús Manuel Hernández
Para los interesados, profesional o culturalmente en el tema del patrimonio edificado en Puebla, los últimos días fueron interesantes por las declaraciones del gobernador Miguel Barbosa, prácticamente al inicio de su cuarto año de gobierno.
Quizá existan algunas imprecisiones, tal vez por la información, acaso manipulada, acercada al gobernador. Por suerte el Consejero Jurídico, Carlos Palafox Galeana, es poblano, de Puebla, y además estuvo unos meses como Coordinador del Fideicomiso del Paseo de San Francisco en el primer año de gobierno de Melquíades Morales.
Al momento de anunciar el “rescate” de la llamada Casa del Torno, conocida por los poblanos como la Casa del maestro Márquez Figueroa, el gobernador omitió el porqué de la “inauguración” de un edificio del siglo XVII, derribado por los intereses de Rafael Moreno Valle para construir el teleférico el 18 de noviembre de 2012.
Los arquitectos e ingenieros encontraron en la casa del Maestro Márquez Figueroa el sitio “ideal” para levantar la torre que soportaría los cables del aparato que comunicaría al Centro de Convenciones con la zona de Los Fuertes.
El INAH tenía como “delegado” a José Miguel Rivas García quien autorizó el derribo del inmueble. Algún arquitecto del INAH declararía que la empresa constructora actuó de forma independiente. El caso es que todos se hicieron de la vista gorda.
Gracias a la recomendación de la Unesco en 2015 se ejecutó la recuperación del inmueble y se aplicó la técnica de la anastilosis, sugerida por los arquitectos del INAH, pues, dijeron en aquel momento “se conservaron todas las piezas” para recuperar las jambas de la puerta principal, todo lo demás es nuevo, o sea, bajo la óptica de la restauración se trata de un “falso histórico”.
Hace seis años, 2016, se entregó el edificio “reconstruido” y ahora se vuelve a “inaugurar”. La placa alusiva habla de “rehabilitación” pero algunos opinadores insisten en hablar de “rescate” como si el inmueble hubiera sido secuestrado.
Otra versión que supone desinformación malintencionada o derivada de la ignorancia fue acusar al hotel BanyanTree de delitos de destrucción del patrimonio edificado, en concreto los casos de los Lavaderos de Almoloya y la construcción, o transformación, de un drenaje en un túnel para comunicar la zona del hotel con los jardines de lo que fuera la Casa de Trinitarias, auto adjudicados por Jacobo Martínez Ramos, bajo la sospechosa protección de algunos arquitectos del INAH, funcionarios o exfuncionarios locales.
Jacobo Martínez representaba los intereses en una sociedad con OHL en la primera etapa de inversiones en la zona de San Francisco. Al momento de liquidar la sociedad con OHL, la familia Martínez se quedó con los predios donde sería posible la construcción del hotel. Así se edificó, con permiso y supervisión del INAH un edificio anunciado en la Revista “México Desconocido” como “Rosewood Puebla, un hotel que combina la historia con el lujo”. El artículo salpicado de fotos atractivas reducía la oferta del inmueble así: “El hotel mismo está conformado por vestigios arquitectónicos que incluyen tres edificios de antaño, así como la Capilla del Cirineo, que data del siglo XVIII, los Lavaderos de Almoloya y uno de los túneles secretos de Puebla, así como las ex fábricas textiles de San Francisco”.
El hotel fue inaugurado en 2017, con una inversión de 35 millones de dólares según se publicó. Pero la inversión no fue de “Rosewood Hotels and Resorts”, sino de la familia Martínez Ramos.
Casi tres años después se rompió la relación, los enterados hablan de que hubo un “engaño” de los propietarios, los Martínez Ramos, a los operadores del hotel, con lo cual se terminó la relación el 18 de diciembre de 2019. Incluso se especula con que Rosewood estableció una demanda.
El inmueble pasó a convertirse en Azul Talavera, operado por los Martínez y hace poco la firma BanyanTree se hizo cargo de la operación, por cierto la inauguración corrió a cargo del propio gobernador.
Las últimas versiones conocidas es que la operadora también siente que fue engañada por Martínez Ramos y ha emprendido una queja legal por haber involucrado su nombre en medio de la controversia por el despojo o mal uso y alteraciones del patrimonio edificado.
Dicho de otra forma, el asunto tiene cola, tiene cuerpo y tiene cabezas aún visibles.
Los funcionarios conocedores de esos hechos están al alcance de la mano del gobernador y de su consejero jurídico.
O acaso nadie se dio cuenta del despojo de los bienes patrimoniales, de su alteración, de su usurpación en beneficio económico de los propietarios del inmueble? Lo que es cierto es que ni Rosewood ni BanyanTree alteraron el patrimonio.
Una anécdota:
El pasado 5 de agosto don Alfredo Toxqui hubiera cumplido 109 años. Pasó a la historia como un político equilibrado, decente y después de dejar el cargo se le veía ir a la panadería o al mercado de compras en su auto, conducido por él, sin chofer, sin guardaespaldas.
Don Alfredo fue quien transformó la casa de Carlos I. Betancourt en la residencia oficial del gobernante en turno, una casa digna para recibir visitantes distinguidos, y para desayunos, comidas, cenas del gobernante.
Años después al momento de ganar las elecciones Guillermo Jiménez Morales pidió al doctor Toxqui entregarle la residencia tiempo antes del inicio de su mandato para hacerle algunos “arreglitos”.
La modernidad llegó a Casa Puebla de la mano de Jiménez Morales, acompañado de las edecanes.
Hubo varios cambios, pero algunos de ellos fueron sustanciales cuando se hizo el llamado “anexo” para ser habitado por el gobernante y la residencia oficial se convirtió en una especie de Palacio de Gobierno anexo.
Entre las principales modificaciones de la casa original fue la construcción en los jardines de un enorme espacio dedicado a la oficina del gobernador, con baño privado, ventanales de techo a piso y una alfombra de color verde, lo más parecido al color del pasto que dominaba el jardín externo de la oficina. Los faisanes y los pavos reales disfrutaban del lugar y Guillermo invitaba a sus cercanos a esa magnífica oficina climatizada a 18 grados constantes para eficientar los pensamientos del gobernante.
Guillermo, calzado con un zapatos Bally, suizos, caminaba a lo largo de la oficina en sus clásicos monólogos explicando al reportero el por qué de los jardines y la alfombra, se sentía, pensaba el reportero, “soñado”.
Guillermo mandó construir una cava y llenada con vinos buenos, buenísimos y algunas imitaciones, falsificaciones.
Casa Puebla se convirtió así en el espacio desde donde se gobernaba y no en la residencia oficial para recibir invitados especiales. En ese gobierno comenzó la exaltación de las banalidades y el desprecio por los monumentos históricos.
Don Alfredo privilegió la música vernácula, la comida regional. Guillermo privilegió el Chablis y la langosta y despreció el Mole Poblano y los Chiles en Nogada, quizá por recomendación de uno de sus asesores quien le dijo que era un platillo imperial, no juarista.
La historia se escribe todos los días, los reporteros vamos dando partes de lo que sucede. Alguna vez la frase de este reportero para cerrar las emisiones de radio decía “los políticos pasan, los periodistas quedan”.
Felicidades a Rodolfo Ruiz y quienes le han acompañado en estos primeros 20 años de emisión digital de e-consulta… Y gracias por el espacio.
O por lo menos, así me lo parece.
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Video: https://youtu.be/aSTKHiphuXs