Los medios vaticanos en conversación con el cardenal secretario de Estado: la prioridad es la liberación de los rehenes, la Santa Sede está dispuesta a cualquier mediación necesaria
ANDREA TORNIELLI / ROBERTO CETERA / VATICAN NEWS
«La Santa Sede está dispuesta a cualquier mediación necesaria, como siempre…». El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, seis días después del atentado terrorista contra Israel, define el ataque perpetrado el pasado sábado como «inhumano» y relanza el llamamiento del Papa Francisco para la liberación de todos los rehenes en manos de Hamás. Parolin pide proporcionalidad en la legítima defensa de Israel, expresa su preocupación por las víctimas civiles de los bombardeos de Gaza y reitera que, a pesar de lo que está sucediendo, para que una paz sea verdaderamente justa hay que llegar a la solución de los dos Estados «que permita a palestinos e israelíes vivir uno al lado del otro, en paz y seguridad».
Eminencia, todos los conflictos son terribles. Pero lo que advertimos desde el amanecer del pasado sábado es un crescendo de brutalidad sin precedentes. Asistimos a una pérdida total de lo humano. En su opinión, ¿hay todavía un margen para evitar lo peor?
El atentado terrorista perpetrado por Hamás y otras milicias el sábado pasado contra miles de israelíes que se disponían a celebrar el día de Simjat Torá, al final de la semana de la fiesta de Sucot, es inhumano. La Santa Sede expresa su total y firme condena. Además, estamos angustiados por los hombres, mujeres, niños y ancianos que son rehenes en Gaza. Expresamos nuestra cercanía a las familias afectadas, en su gran mayoría judías, rezamos por ellas, por los que aún están en estado de shock, por los heridos. Es necesario recuperar el sentido de la razón, abandonar la lógica ciega del odio y rechazar la violencia como solución. Los agredidos tienen derecho a defenderse, pero la legítima defensa debe respetar también el parámetro de la proporcionalidad. No sé qué margen hay para el diálogo entre Israel y la milicia de Hamás, pero si lo hay, y esperemos que lo haya, debe buscarse de inmediato y sin demora. Esto para evitar más derramamiento de sangre, como está ocurriendo en Gaza, donde hay muchas víctimas civiles inocentes como consecuencia de los ataques del ejército israelí.
En Tel Aviv se encienden las antorchas para recordar a la víctimas de los ataques de Hamas
El Papa Francisco reitera que la paz se construye sobre la justicia. No hay paz que no sea justa. ¿En qué términos se expresa hoy esta exigencia de justicia para ambas partes en conflicto?
La paz sólo puede construirse sobre la justicia. A los latinos les gustaba decir: ‘Opus iustitiae pax’, no puede haber paz entre los hombres sin justicia. Me parece que la mayor justicia posible en Tierra Santa es la solución de los dos Estados, que permitiría a palestinos e israelíes vivir uno al lado del otro, en paz y seguridad, respondiendo a las aspiraciones de la mayoría de ellos. Esta solución, prevista por la comunidad internacional, últimamente ha parecido a algunos, en ambas partes, que ya no es factible. Para otros, nunca lo fue. La Santa Sede está convencida de lo contrario y sigue apoyándola. Ahora, sin embargo, ¿qué es lo correcto? Es justo que los rehenes sean devueltos inmediatamente, incluso los que están en poder de Hamás desde los pasados conflictos: en este sentido, renuevo con fuerza el vibrante llamamiento lanzado y repetido por el Santo Padre Francisco en los últimos días. Es justo que, en legítima defensa, Israel no ponga en peligro a los civiles palestinos que viven en Gaza. Es justo, indispensable diría yo, que en este conflicto -como en cualquier otro- se respete plenamente el derecho humanitario.
Destrucción en Gaza tras los bombardeos de Israel
El Papa Francisco, al final de la audiencia del pasado miércoles, hizo un llamamiento para la liberación de los rehenes y pidió que se perdonara la vida a los inocentes. ¿Hay lugar para una iniciativa diplomática de la Santa Sede, similar a la emprendida para el conflicto entre Rusia y Ucrania?
Sí, la liberación de los rehenes israelíes y la protección de las vidas de los inocentes en Gaza están en el centro del problema creado por el ataque de Hamás y la respuesta del ejército israelí. Están en el centro de las preocupaciones de todos nosotros, del Papa y de toda la comunidad internacional. La Santa Sede está dispuesta a cualquier mediación necesaria, como siempre. Mientras tanto, trata de hablar con las instancias cuyos canales ya están abiertos. Sin embargo, cualquier mediación para poner fin al conflicto debe tener en cuenta una serie de elementos que hacen que la cuestión sea muy compleja y articulada, como la cuestión de los asentamientos israelíes, la seguridad y la cuestión de la ciudad de Jerusalén. Una solución puede encontrarse en el diálogo directo entre palestinos e israelíes, alentado y apoyado por la comunidad internacional, aunque ahora será más difícil.
En dos recientes entrevistas concedidas al L’Osservatore Romano por el Presidente palestino Mahmud Abbas y el Presidente israelí Isaac Herzog, ambos expresaron su agradecimiento por las constantes palabras de paz procedentes de la minoría cristiana de Tierra Santa, que son la «sal» de esta tierra. Sin embargo, los cristianos se encuentran acorralados por el conflicto y en una situación de sufrimiento. Preocupa la situación de la pequeña comunidad cristiana de Gaza, en peligro de extinción. ¿Cómo se puede ayudar ahora concretamente a los cristianos de Tierra Santa?
En primer lugar con la oración y la cercanía espiritual y material. Estas palabras mías quieren ser un testimonio renovado de la cercanía afectuosa del Papa y de la Santa Sede. Los cristianos son parte esencial de la tierra donde Jesús nació, vivió, murió y resucitó. Nadie puede pensar en Palestina o Israel sin la presencia cristiana, que ha estado allí desde el principio y estará siempre. Es cierto que ahora la pequeña comunidad católica de Gaza -unas 150 familias- está sufriendo mucho. Y cuando sufre un miembro, sufre toda la Iglesia, así que sufrimos todos. Sabemos que se reunieron en la parroquia. El párroco no pudo regresar y permanece en Belén. Todo está inmóvil, paralizado, como preso del miedo y de la cólera. Rezamos por los israelíes, rezamos por los palestinos, rezamos por los cristianos, los judíos y los musulmanes: «Pedid la paz para Jerusalén… Para mis hermanos y amigos diré: ¡Sea sobre vosotros la paz! Para la casa del Señor, nuestro Dios, pediré el bien para vosotros» (Salmo 122).