El Museo Picasso de Barcelona expone las imágenes que retrataron la intimidad del pintor durante 20 años
ESTEBAN RAMÓN / RTVE.ES
En 1953, el fotógrafo Lucien Clergue tenía 19 años y estaba en su ciudad, Arlés, asistiendo a una corrida de toros. El torero dedicó su toro a un habitual de la grada: Pablo Picasso. “Fui corriendo rápidamente a la salida de la tribuna para fotografiarle. Y así comenzó nuestra amistad”.
La amistad dio para veintisiete encuentros en los que Clerge visitaba la villa La Californie de Cannes, casa y estudio del pintor, y registró casi 20 años de su vida (las últimas fotografías datan de 1971). El Museo Picasso de Barcelona recorre en una exposición una selección de esas imágenes, cuyo fondo adquirió en 2016, dos años después de la muerte del fotógrafo.
¿Qué hizo prender la admiración entre dos hombres que se llevaban 53 años? “Mis retratos de saltimbanquis, realizados con el espíritu de sus Arlequines, lo habían conmovido tanto como lo habían fascinado mis ensayos sobre los cadáveres de animales expulsados por el Ródano o sobre la destrucción de Arlés por los bombardeos aliados”, escribió Clerge. “Sin duda, Picasso hallaba en mis investigaciones sus inquietudes personales: carroña y ruinas reflejaban un universo macabro que él mismo había representado en el Guernica. La guerra nos acercaba”.
Un amigo y un mentor
Clergue pertenecía a una familia de pequeños comerciantes y fotografiaba desde los 13 años. En una carta a Jean Cocteau, Clergue confesaba que fue la opinión de Picasso la que empujó su carrera. “Vivía en la más perfecta soledad y hacía mi trabajo sin pensar en nada más allá de eso. Después de ver a Picasso y ser recibido por él en Cannes cuando me repetía: “nunca he visto nada igual, nunca he visto nada igual”, pensé, o más bien me dejé convencer de que a pesar de mis 21 años la quizás había llegado el momento de empezar a mostrar mi trabajo”, escribió.
Picasso ilustró el primer libro del fotógrafo, Corps memorable, y el cartel de una de sus exposiciones. La complicidad y acceso que tuvo Clerge son un diario de camaradería que muestra al Picasso íntimo: su casa, retrato de sus amistades como Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé.
El pintor consideraba a Clergue mejor fotógrafo que el mismísimo Henri Cartier Bresson y llegó a decir que sus imágenes eran “cuadernos de bocetos de un buen Dios”.
La última sesión de imágenes se produjo en 1971 la residencia de Notre Dame de Vie, en Mougins, el último taller del artista.Dos años después fallecía dejando a Clergue sin amigo y sin mentor. «Necesitaba, necesito aún su visión sobre mi trabajo. Sigo diciéndome “¿Qué haría Pablo?” Esta pregunta, desde entonces sin respuesta, me atormenta sin descanso. Cuando murió me sentí de repente abandonado: ya nadie podía juzgar mi evolución».
Fuente: https://www.rtve.es/noticias/20220620/fotografia-lucien-clergue-picasso-museo-barcelona/2384774.shtml