Teníamos ganas de probar Jerónimo, el restaurante mexicano de The Madrid Edition. Y dejamos que Arcadi nos mande…
EMILIA LANDALUCE / CRÓNICAS DEPAGANINI / GRAN MADRID
Nos cita Arcadi a Cayetana y a mí en el restaurante mexicano sito en The Madrid Edition, el nuevo hotel que acaba de abrir en Plaza de las Descalzas, 2. Jerónimo es responsabilidad de Enrique Olivera, chef de Pujol, uno de los dos restaurantes que el cocinero mexicano tiene entre los 50 mejores restaurantes del mundo, así que íbamos con muchas expectativas.
La guerra cultural empieza pronto. ¿Cómo dicen?¿Pujol o Puyol?, pregunta Arcadi. Y cuando el desconcertado camarero nos responde con acento de Anna Gabriel ya empezamos a reír. Mientras Cayetana y yo pedimos dos margaritas (vulgares, nada que ver con esas espumas como las de Ferran Adriá que sirven en el establecimiento de México DF), Arcadi pide una botella de La Raspa, uno de esos vino blancos que los andaluces ya bordan y que, como el fino, van bien con todo precisamente porque van más allá. Como nos encanta que Arcadi nos mande, le dejamos a él que decida. Pedimos los chicharrones de cerdo (tacos de torreznos), unas tostadas de bogavante que valían un pico; una ración de Sikil Pak (una especie de verduras con salsa romescu) y los calamares a la veracruzana que ni fu ni fa (elaborados con tomates, aceitunas, alcaparras fritas y guindilla). Arcadi entonces dice que para acabar le gustaría ese plato, cochinita pibil (cerdo ibérico, achiote, xnipec, salsa de habanero), que parece tan simpático. La malicia gana a la molicie ambiental, a la ñoñería imperante. ¿Qué dices, Arcadi? «Que las cochinitas son siempre simpáticas». Y nos morimos de risa porque ya me había dado el titular de esta crónica. Y así se quedó la comanda, aunque posteriormente pidió otra botella de tinto de cuyo nombre no puedo acordarme. Aunque para finiquitarla pedimos un plato de quesos.
Empiezan a llegar las cosas. Los chicharrones parecen de cualquier verbena a las dos de la mañana. (Los de las seis son otra cosa). «Los de Salino o Verdejo, están mejor» dice Cayetana. Y yo le digo que tiene razón, «como siempre». Las tostadas, el platillo más costoso –bogavante aderezado con cebollino fresco- está agradable, pero nada reseñable. Como el resto de lo que pedimos. Las verduras (el famoso Sikil Pak) era una composición tan fallida en textura como en gusto. Lo único reseñable, como preveía Arcadi, fueron las simpáticas cochinitas.
La cena nos costó 120 euros por persona. Un tanto excesivo porque no pedimos nada complicado o caro. Ni siquiera el chuletón de 90 euros que nos recomendaron. Quizás nos deberíamos haber tomado algunos mezcales para anestesiarnos de la vida y de que las cochinitas son lo único que nunca falla. Habrá que volver a Jerónimo en unos meses. Cuando esté más rodado.
Fuente: https://www.elmundo.es/madrid/2022/07/08/62c5659721efa006578b45ef.html