Si todo sale bien, conoceremos en unas horas, cuando menos, cuatro nuevos nombres de los integrantes del gabinete del gobernador electo.
Por Itandehui Rodríguez / Monólogos de Ménade
El día de hoy, Alejandro Armenta hará nuevos anuncios y se conocerán más nombres de las personas que integrarán su gabinete.
La semana pasada dos se llevaron la nota, Javier Aquino, luego de su participación en las negociaciones para desbloquear la Autopista México-Puebla; y Samuel Aguilar Pala, que cuenta con una gran, gran, gran área de oportunidad para hacer cambiar de opinión a las plumnas poblanas.
Se espera que los de hoy sorprendan grátamente al público conocedor.
Pero, aunque no lo crean, aquí lo importante es el que no va a llegar.
La semana pasada, Claudia Sheinbaum revisó las propuestas del gobernador. Tuvo acceso a la lista completa de la que todo el mundo hace suposiciones. La presidenta la revisó antes que nadie y hay un perfil que ‘nomás no pasa’.
Lo tachó con su lápiz de cera rojo.
El hombre en cuestión goza de toda la confianza del gobernador electo, pero no de la presidenta y no lo quiere como secretario en Puebla.
Ella sabe el costo político que traería esa designación y el constante cuestionamiento público que acarrearía.
¿Cómo arreglar ese tema?
¿Cómo lograr que el perfil transite?
¿Los nuevos anuncios algún día incluirán su nombre?
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¿Es momento de pedir un voto de confianza?
¿El no podría convertirse en un sí?
La verdadera pregunta es, cuando la vida te da señales y señales tras señales de que algo no debe pasar, ¿merece la pena tentar al destino?
Hasta el momento, la respuesta de la tomadora de decisiones de este país es no.
¡Qué fácil!
¡Qué fácil es achacar la libertad de Mario Marín a Alejandro Armenta! ¡Ya, no jueguen! ¿El gobernador, qué?
¡Solo les faltó decir que también sacó a Adolfo Karam!
Si los gobernadores pudieran incidir tanto en las desiciones del Poder Judicial Federal, ninguno habría pisado la cárcel por más de un mes y algunos han pasado años ‘guardados’.
¿Por qué no salió antes? La respuesta es simple.
Porque su defensa presentó tantos, pero tantos amparos, que solitos se enredaron y había que desahogar uno por uno. Eso tomó tiempo.
¿Por qué salió ahora? Porque ‘la carta’ del estado de salud es poderosísima para sacar a alguien de la cárcel, así funcionó también con Rosario Robles, quién terminó absuelta.
¡Qué fácil es ‘colgarle milagros’ a alguien!