Por Humberto Aguilar Coronado
El ejercicio democrático significa, sustancialmente, la posibilidad de que el pueblo ejerza su soberanía de manera directa eligiendo a las personas que serán responsables del poder público. Por ello, el ejercicio del voto es la experiencia más radical del poder de la gente, para decidir el país que quiere, la agenda que prefiere apoyar, la forma de atender prioridades en la atención de los problemas sociales y asignarles recursos presupuestarios y, a fin de cuentas, para decidir quién debe ser la persona que encabece los esfuerzos nacionales para lograr una vida mejor y más digna para todos.
Los debates son una herramienta fundamental para consolidar la cultura política mexicana con plenos caracteres democráticos; para fortalecer la capacidad ciudadana de tomar decisiones políticas de manera libre e informada y de erradicar prácticas autoritarias, como el clientelismo electoral que, a lo largo de este sexenio, se pretende imponer en México.
En una elección presidencial como la que viviremos en México este año, en dónde se ponen en juego dos visiones claramente diferenciadas de la forma de ejercer el poder público (autoritarismo frente a democracia); de instrumentar las políticas de atención a las demandas sociales (exclusión frente a inclusión); de garantizar el derecho a la información pública (opacidad frente a transparencia); del derecho a la salud (megafarmacias frente a un sistema nacional de salud de alta calidad); del derecho a la seguridad (abrazos frente a un combate frontal al crimen), los debates pueden significar un espacio fundamental de confrontación de ideas para que la ciudadanía tenga acceso a los elementos de evaluación necesarios para la toma de decisiones.
Por ello, es fundamental que en este proceso electoral, los debates no sean ejercicios acartonados y poco atractivos para la ciudadanía, sino verdaderas exposiciones públicas de las personas candidatas que permitan al pueblo de México conocerlas sin el disfraz de la producción de spots y en escenarios que permitan el cara a cara para conocer su personalidad y estilo de liderazgo.
Se debe privilegiar la participación ciudadana a través de redes sociales, así promover el conocimiento de las personas candidatas, de sus propuestas y de sus planes de gobierno, así como generar un verdadero contraste de ideas para conocer y observar las reacciones y el desenvolvimiento de las candidaturas.
La reciente reacción de la candidata del gobierno acusando de provocación a una invitación a debatir, anticipa la posibilidad de que esa candidatura se niegue a participar. Lo mínimo que puede exigirse a quienes aspiran a la presidencia de México es que sean capaces de enfrentar los tres debates que propone el INE y permitir a todo México conocer profundamente a quien aspira a gobernarnos.
*Es Diputado Federal del PAN