No estamos hablando de una empresa, hablamos de los institutos de los que emanan nuestros gobernantes.
Por Itandehui Rodríguez / Monólogos de Ménade
Ya que iniciaron los procesos de renovación a nivel nacional, me he hecho esta pregunta en las últimas semanas y ahora les pegunto a ustedes: ¿La “vida interna” de los partidos es pública o privada?
Los partidos políticos blindan sus procesos de elección y selección de candidatos so pretexto de que es un tema de “vida interna”. En pocas palabras, señora ciudadana, señor ciudadano, no moleste y pase a la siguiente ventanilla.
Los militantes “eligen” a sus dirigentes (en la práctica eso no pasa) y eligen también a un grupo hegemónico que tomará las decisiones respecto de qué candidatas y candidatos llegarán a qué boletas, para acceder a qué cargos de elección popular, si es que el voto les favorece.
Esas candidatas y candidatos pueden ser buenos, en el mejor de los casos, o malos en el peor.
Pueden ser actoras y actores políticos con arraigo y trabajo en tierra o no.
Pueden tener lazos filiales y afectivos con las dirigencias, o no.
El punto es que nosotros, los ciudadanos, básicamente “nos jodemos”, porque “tenemos que elegir gobernantes de entre lo elegido por personas a las que no elegimos”.
Pero así es, esa es la autonomía que confiere “la mentada” vida interna de los partidos.
Y entonces, no nos queda más que votar “por lo que hay”.
Familiares sin méritos, amigos o compadres impresentables, políticos despreciados por otros partidos, caprichos de las dirigencias y un largo, largo etcétera.
Por eso vemos a partidos como el PSI postular, salvo sus honrosas excepciones, a candidatas y candidatos con vínculos con el crimen organizado.
Vemos a un PRI con candidatos que acaban en la cárcel a medio proceso electoral y convertidos más en piedra de molino al cuello que en impulsor del voto popular.
En todo caso, Morena se convirtió en el partido con los procesos más democráticos para seleccionar a sus candidatos, les guste o no.
Gracias a esas encuestas, llegan las personas con mejor posicionamiento y a las que la gente, en su mayoría conoce y aprueba.
Si su proceso no fuera el más democrático, por lo menos es “el más cacaraqueado” y lo que parece, es.
Claro, podríamos aspirar a que la ciudadanía fuera parte de estos procesos si se tratara una con mayor cultura política. Pero, ¿si los partidos se abrireran a considerar la opinión de la ciudadanía que sí está interesada?
Casi podría apostar que si se hubieran abierto el proceso de elección de dirigente del PRI de Alito, Alito no sería el presidente otra vez. Entonces las Tania N, no serían candidatas nunca más, pero con él sí.
Si no, pregúntenle a todo los priistas que no forman parte del Consejo Nacional por qué Manlio Fabio Beltrones no cabe en el PRI de Alito Moreno.
Al final, a nosotros nos toca elegir entre el partido o los partidos que sí tienen procesos democráticos de selección de dirigentes y candidatos… O no.
En resumen, esa podría ser una más de las razones por las que la oposición, léase PRI, PAN, MC y el difunto PRD, dejaron de ser opción para las y los votantes.