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Opinión | El rompecabezas de la educación superior ¿Encaja la Universidad Rosario Castellanos en el México del futuro?

@ojedapepe

La reciente firma del decreto que otorga alcance nacional a la Universidad Rosario Castellanos marca un hito relevante en la política educativa del país. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, busca posicionar a esta institución como un modelo innovador y accesible, destinado a democratizar la educación superior. No obstante, este avance plantea interrogantes sobre los desafíos estructurales del sistema educativo nacional y la viabilidad de integrar este modelo en un entorno de restricciones presupuestales y profundas desigualdades.

Desde su creación en la Ciudad de México, la Universidad Rosario Castellanos ha atendido a 60,000 estudiantes mediante 23 licenciaturas, 15 programas de posgrado y un enfoque híbrido que combina clases presenciales y a distancia. Este modelo, con miras a su expansión nacional, será replicado en nuevas sedes, comenzando en Comitán, Chiapas, en honor a la escritora que da nombre a la universidad. Le seguirán planteles en Tijuana, Puebla, Sonora y el Estado de México, ampliando una oferta educativa que incluye disciplinas como Ciencias Ambientales, Urbanismo y Criminología, entre otras.

Con alianzas estratégicas con instituciones como la UNAM, el IPN y el Colmex, la Universidad Rosario Castellanos busca consolidarse como un referente académico nacional. Su enfoque en la interculturalidad, la sustentabilidad y la innovación en educación refleja un compromiso con las necesidades contemporáneas de México.

La expansión de esta universidad se da en un contexto complicado para la educación superior. Según datos de la Secretaría de Educación Pública, el 90.7% de los egresados de educación media superior son absorbidos por el sistema de universidades públicas y privadas. Sin embargo, desde 2017, el aumento de escuelas en educación superior ha sido más pronunciado en instituciones privadas, con un crecimiento del 34%, mientras que las públicas incrementaron un 23%. Estos números reflejan la creciente demanda, pero también evidencian una distribución desigual de recursos y oportunidades.

Por otro lado, la matrícula de educación superior muestra un cambio significativo en términos de género. Desde 2017, las mujeres han superado a los hombres en este nivel educativo. En 2024, representan el 53.9% del total, una brecha de 7.9 puntos porcentuales a favor de las mujeres. Este avance plantea la necesidad de políticas educativas sensibles al género que garanticen equidad y acceso en todos los niveles.

En un foro reciente sobre la Universidad del Futuro, realizado en el marco de la Feria Internacional del Libro 2024 en Guadalajara, rectores y académicos señalaron la importancia de las humanidades para enfrentar los dilemas éticos que plantea la tecnología. Mientras las empresas tecnológicas presumen de formar especialistas en meses, las universidades tienen la responsabilidad de formar ciudadanos críticos y éticos, incluso si ello implica una mayor inversión de tiempo y recursos.

La rectora de la Universidad de Valencia, María Mestre, y el rector de la Universidad de Barcelona, Joan Guàrdia, coincidieron en que las universidades deben adaptarse a los cambios tecnológicos sin renunciar a su misión de formar profesionistas integrales. Por su parte, la presidenta de El Colegio de México, Silvia Giorguli, remarcó el papel de estas instituciones como espacios de justicia social y pensamiento crítico, fundamentales para el progreso sostenible.

En este contexto, la Universidad Nacional Rosario Castellanos es una apuesta que tiene el potencial de contribuir a ampliar la educación superior en México. Sin embargo, su éxito dependerá de un equilibrio cuidadoso entre la expansión de nuevos modelos educativos y el fortalecimiento de las instituciones tradicionales. Ignorar las necesidades del resto del sistema universitario podría poner en peligro el ecosistema educativo en su conjunto.

La presidenta Claudia Sheinbaum afirmó que la universidad será un “modelo de transformación educativa y justicia social”. Este proyecto debe ser visto no solo como una oportunidad para democratizar el acceso a la educación superior, sino también como un llamado para que las universidades de todo el país trabajen en conjunto, defendiendo su papel como generadoras de conocimiento y equidad.

Hoy más que nunca, la educación superior necesita un compromiso firme de las autoridades y la sociedad. En palabras de un rector universitario: “La universidad debe ser la luz que guía, aun en tiempos oscuros”. El futuro de México dependerá de que esa luz no solo ilumine nuevos caminos, sino que también permita caminar con dignidad y esperanza; desde las antípodas, seguiremos esas pistas y esas luces del camino de la Educación Superior.

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