Por Fernando Manzanilla Prieto
De nueva cuenta el mundo se encuentra en jaque ante Ómicron, la más reciente variante del virus de Covid-19, caracterizada por primera vez en Sudáfrica y la cual ha causado gran preocupación por la gran cantidad de mutaciones que presenta.
A diferencia de sus antecesoras, la variante SARS-CoV-2 B.1.1.529, mejor conocida como Ómicron, cuenta con un elevado número de mutaciones en la proteína pico del virus, unas 30-40, en comparación con las 7 a 10 que hay en otras variantes.
Por esta razón, los cuerpos científicos de todo el mundo se han enfocado en su investigación la cual, de manera incipiente, ha mostrado que tiene una tasa de transmisión más alta en comparación con otras. Sin embargo, la transmisibilidad y su grado de resistencia a la inmunidad inducida por las vacunas siguen sin estar claras.
Basta voltear a ver lo que sucede en el mundo ante el avance de esta nueva cepa. En el viejo continente la situación es crítica, el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC) dictaminó la existencia de transmisión comunitaria, además de vaticinar un nuevo y rápido aumento de los casos en los próximos dos meses.
En el Reino Unido, los casos de Covid-19 superaron los 93 mil, para alcanzar un récord por tercer día consecutivo, e incluso investigadores del Imperial College London advirtieron que «no había evidencia» de que Ómicron fuera más leve que la variante Delta.
Mientras en Estados Unidos la variante Ómicron ya representa el 73% de todos los casos secuenciados de Covid-19. Precisamente las cifras divulgadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) mostraron un incremento de casi el séxtuple en la proporción de infecciones por ómicron en sólo una semana. Incluso en algunos lugares de este país, constituye casi todas las infecciones nuevas.
Este aumento inusitado en la prevalencia general subraya los temores de que esta variante pueda producir una ola de infecciones que saturarán el sistema de atención de salud estadounidense.
Y es que se ha visto que desde la introducción del virus de Covid-19 a finales de 2019, la evolución adaptativa del virus ha dado lugar a una mayor transmisibilidad y resistencia a la vacuna.
A pesar de estos saltos evolutivos, con las variantes Alpha, Beta, Gamma y Delta, la protección mediada por la vacuna contra las enfermedades graves y la hospitalización siguió siendo alta, sin embargo la aparición de la variante Ómicron ha generado una seria preocupación sobre la eficacia de las vacunas y el curso futuro de la pandemia, por la gran cantidad de mutaciones que presenta.
En este sentido, un estudio del Imperial College London encontró que las inyecciones de refuerzo del coronavirus podrían proporcionar aproximadamente un 85% de protección contra enfermedades graves causadas por Ómicron, y más del 90% de protección contra la muerte, aunque no descartaron que pueda llevar a que «una gran cantidad de personas requieran hospitalización».
Asimismo, Ómicron presenta un riesgo cinco veces mayor de reinfección en comparación con la cepa Delta, lo que significa que la protección contra la reinfección podría ser de tan sólo el 19%.
Estos resultados han prendido los focos rojos en el mundo y lo deben hacer también en México, en donde no podemos ni debemos bajar la guardia, tras la falsa impresión de que los casos van disminuyendo.
De acuerdo al Dr. Arturo Erdely, aproximadamente 117 millones de mexicanos ya han tenido contacto directo con el virus y han sobrevivido, es decir el 92.9% de la población, pero con la tendencia actual todavía podrían infectarse 2.6 millones adicionales de personas, para llegar a 94.4.% de la población en el país.
Si bien la vacunación contra el Covid-19 siguen avanzando en México, con una notable reducción de infecciones activas, personas susceptibles de infectarse y defunciones, también es claro que este ritmo de las jornadas no evitará que la población siga teniendo una exposición directa al virus.
En este sentido queda claro que debemos continuar con las medidas preventivas, como son mantener la sana distancia física, el uso riguroso y obligatorio de cubrebocas, evitar los lugares públicos cerrados y concurridos, así como vacunarse en cuanto sea posible y contar con dosis de refuerzo.
Nadie nos engaña, ya sabemos lo que significa el confinamiento y el paro de actividades no esenciales, pero sobre todo hemos sufrido la pérdida de seres queridos o conocidos a causa del virus.
Recordemos que la pandemia sigue y mientras esto sea así está en nuestras manos colaborar con las autoridades de manera responsable para evitar que siga cobrando vidas y mucho más con una variante que va que vuela en volverse predominante.