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Nueva York: Conjura para revitalizar la ciudad | La Vanguardia

Nace la plataforma NY Forever para ayudar en la recuperación y contrarrestar el relato de que Nueva York ha muerto

FRANCESC PEIRÓN / NUEVA YORK / CORRESPONSAL / LA VANGUARDIA

Pese a su gloria y a su fama, todo eso tan tópico de que esta ciudad no duerme, ni deja dormir porque siempre hay una fiesta a la vuelta de la esquina, Nueva York es hoy un lugar aburrido.

La Gran Manzana está en modo pausa. En standby , tratando de domar una pandemia que tanto la ha castigado en pérdida de vidas, de miseria laboral, de cierre de negocios y de hambruna entre el oropel. Su excesiva dependencia del turismo, que ha puesto en coma al sector hospitalidad, ha propiciado que un millón de residentes estén en paro.

Aunque es un fenómeno que afecta a las demás urbes del mundo, la Gran Manzana escenifica el esplendor contemporáneo de la Roma dorada del viejo imperio. La comparación la hizo John Lennon hace más de 40 años.

Como sucedió con aquella Roma, aquí ha surgido un debate ciudadano, al albur de la gente que se ha ido: ¿Nueva York está acabada? ¿Está muerta?

A Marilyn Monroe se le atribuye la frase “me gusta Nueva York porque se me escapa”.

Esa sensación de inabarcable se ha reducido a casi nada. Entiéndase, desde el punto de vista de la oferta de ocio tan reconocida, que luego cada uno es libre de su albedrío particular.

Pero después de un año de crisis sanitaria, recorriendo los mismos parques y las mismas calles, de haber visitado los museos (la única cultura accesible, con aforos reducidos), de haber convertido la compra en el supermercado en la distracción del fin de semana (en no pocos se hace cola como en un club), de aplicar la norma de la distancia social que aleja a amigos y espanta a desconocidos, el margen de jolgorio resulta limitado, y más con el frío.

“Nueva York se extraña a si misma”, sostiene el escritor Michael Greenberg durante un debate vía zoom organizado por la Biblioteca Pública.

Los fundadores

Jonathan Rosen y Risa Heller lanzan la campaña para la recuperación

“Tras la Primera Guerra Mundial y de la gripe española, esa sensación de que había que celebrar cada noche, porque al día siguiente se podía morir, tuvo un poder increíble e impulsó la creatividad”, tercia Hari Kunzru, novelista británico afincado en Manhattan y que suspira para que se aprete el botón de reinicio.

“Lo que anhelamos es el contacto. Todos nos emocionaremos al meternos en un bar. Me hará feliz estar en la entrada de un restaurante hombro con hombro con un montón de extraños esperando una mesa”, recalca Kunzru respecto a lo que echa de menos.

Hay que recurrir a la vida interior. La vecina de al lado, que se llama Norma, nombre apropiado para una mujer con síndrome musical, reproduce las óperas del Metropolitan a todo volumen.

Si se busca un sonido en directo, se puede salir al pasillo, como si se fuera a coger el ascensor, y quedarse plantado, escuchando al otro vecino, jazzista profesional, mientras ensaya al piano para no olvidarse de quién es.

En ese punto en el que hasta la lectura o la visión hogareña de series y películas provocan hastío, cuando los cines, teatros, salas de concierto, o los bares y restaurantes –el remiendo de las terrazas requiere coraje a temperaturas de congelación–, se encuentran en situación de coleccionar telarañas y la ciudad de la diversión es un mastodonte inerte, cualquier novedad adquiere la relevancia de lo inesperado.

“En medio de todo lo demás, necesitamos esto, Nueva York necesita esto”, escribe Michael Kimmelman, crítico de arquitectura del The New York T imes.

La reseña alude a la recién estrenada estación de trenes Moynihan, una extensión de la decrépita Penn Station, el núcleo ferroviario del medio Manhattan y el de mayor tránsito de Estados Unidos, refugio, además, de los sintecho abandonados a la pobreza y las drogas duras.

El nuevo vestíbulo, bautizado en honor del visionario senador Daniel Patrick Moynihan (fallecido en el 2003), ocupa lo que eran la antiguas instalaciones centrales de Correos, edificio gigante estilo Beaux Arts, con una espectacular escalinata y columnas corintias en su exterior. Dentro, fruto de la reforma y la adaptación, destaca su techo de vidrio transparente y su mármol catedralicio en un espacio diáfano.

Los colaboradores

Famosos neoyorquinos y entidades se apuntan al compromiso

“Un gran paso a una ciudad mejor”, recalca Kilmmelman.

“He oído que era un lugar muy bonito y he querido comprobarlo”, explica Ethan, un abogado que va acompañado por su novia. “Le comentaba que podría comer en este suelo, de lo limpio que está”, señala en su elogio al recinto.

“Es una época rara. La ciudad está aburrida, pero es por nuestra salud. Así que visitar un edificio nuevo es tal vez lo más excitante que podemos hacer”, reconoce.

–¿Nueva York está acabada?

–No está abierta, pero aún está muy viva. No está muerta, se ha tomado una pequeña siesta y volverá como nunca.

“No es la ciudad vibrante que era, no puedes estar codo a codo en un bar, pero es algo temporal y hemos reconectado con nuestros parques, con el espacio público, hemos adoptado la cultura europea del café y cenamos en las terrazas, incluso en invierno. Nunca he visto tanto a mis vecinos en la calle”, dice Jonathan Rosen.

Rosen, relaciones públicas de largo recorrido, junto a su colega de oficio, Risa Heller, han lanzado la iniciativa NY Forever, para siempre, organización sin ánimo de lucro con el objetivo de neutralizar la narrativa de que la Gran Manzana está muerta y conjurarse para su revitalización.

“Nueva York está más que viva”, replica Heller. “Hay mucha gente que está profundamente comprometida a quedarse aquí, para echar una mano en su resurgimiento. La labor de NY Forever consiste en implicar a toda esa gente y darles herramientas para que colaboren”, subraya.

El estado de la cuestión

La ciudad no está acabada, solo se ha tomado “una siesta” o es “la bella durmiente”

“Hemos creado esta organización como respuesta a la frustración de la pasada primavera con todos esos que se iban, con eso de que la ciudad moría”, continúa.

“Hemos hablado durante meses con compañeros, con amigos para concretar qué podíamos hacer con impacto. El objetivo es tener conectada a la gente, recordarles lo excitante que es Nueva York e implicarlos de diferentes maneras en el proyecto”, insiste.

Ha habido otras crisis –la bancarrota de los setenta, el 11-S, la crisis financiera– y la ciudad siempre ha vuelto, indica Rosen.

“Nueva York consiste en densidad, en sitios donde se aglutina la gente. La covid es un gran desafío, pero llegará su fin y surgirán nuevos restaurantes, negocios, emprendedores, regresarán los turistas. Pienso que hemos de trabajar para que los que han sufrido más el virus tengan el apoyo necesario y todos debemos de contribuir con la ciudad para salir adelante”, matiza.

Rosen y Heller vehicularon su propuesta mediante un vídeo en las redes sociales en el que neoyorquinos reconocidos, encabezados por el comediante Jerry Seinfeld (el primero que hace unos meses se sublevó contra el entierro de Nueva York), reclaman a los ciudadanos su compromiso con la ciudad.

Actores, músicos, diseñadores, deportistas, celebridades, entidades de todo tipo (de bancos o tecnológicas, a inmobiliarias o equipos deportivos, pasando por colectivos sociales) han expresado su compromiso. Sin olvidar a los ciudadanos de a pie.

Se han marcado la meta de recoger 500.000 sufragios para abril, con el horizonte del millón.

“Queremos crear un movimiento de poder popular”, aclara Heller. “No es suficiente regresar igual que antes”, apostilla Rosen.

El buen augurio

Esta semana se vio en Central Park un búho de las nieves por primera vez en 130 años

Les preocupa la ciudad y sus ciudadanos: los esenciales, los estudiantes ahogados por las deudas, los que carecen de hogar, las familias que sufren la falta de alimentos. Una de sus primera campañas consiste en que los colaboradores del mundo de la moda diseñen prendas para lograr fondos destinados a los trabajadores de la industria de la restauración, una de las más castigadas.

“La bella durmiente” es el calificativo con el que Rosen describe a Nueva York. “Se despertará”, pronostica.

El gobernador del estado, Andrew Cuomo, anunció este viernes su regalo de San Valentín. Los restaurantes podrán atender en su interior al 25% de ocupación a partir de ese día. Y el alcalde, Bill de Blasio, habló del “buen augurio” para el futuro de la ciudad. El pasado miércoles se vio en Central Park un búho de las nieves (Bubo scandiacus). Hacía 130 años que no ocurría algo así.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/internacional/20210131/6211360/conjura-revitalizar-ciudad-nueva-yorh-coronavirus-covid-pandemia.html

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