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Ni Elon Musk ni Jeff Bezos: éste es el hombre más rico de la historia | El Confidencial

Musa I de Malí reinó en el siglo XIV, cuando Europa languidecía arrasada por las guerras, mientras el Imperio Maliense se forraba gracias a sus minas de oro y sal

Musa I de Malí, emperador de Imperio Maliense, retratado en el Atlas Catalán (1375) del mallorquín Cresques Abraham. (Wikimedia Commons)

MARTA MEDINA / EL CONFIDENCIAL

Se llamó Mansa Musa -siendo Mansa el título equivalente a emperador- y reinó el Imperio de Malí, uno de los más prósperos del África Occidental, entre 1312 y 1337. Sus dominios se extendían por lo que actualmente pertenece al sur de Mauritania, Senegal, Gambia, Guinea, Malí, Burkina Faso, Níger, el sur de Argelia y Chad, y llegó a congregar hasta 50 millones de súbditos, una cifra mareante en un momento en el que la población mundial se estimaba entre 360 y 432 millones de personas. Mientras tanto, en Europa, las guerras, las grandes hambrunas y la peste negra arrasaron entre la ciudadanía: en menos de diez años desapareció casi el 50% de la población europea, con alrededor de 75 millones de muertos.

Mientras Europa languidecía, el Imperio de Malí explotaba sus minas de oro y de sal y comerciaba con ellos en las rutas transharianas que atravesaban el norte de África hasta Oriente Medio y que describe el Atlas Catalán (conocido también como Mapamundi de los Cresques) que guarda la Biblioteca Nacional de Francia y que escribió e ilustró el historiador judío mallorquín Cresques Abraham en 1375. Junto a la imagen de un rey africano sentado en un trono dorado y que sostiene sobre su cabeza una corona y en sus manos un orbe y un cetro, todo ello de oro, reza la inscripción: «Aquest senyor negre es appellat musse melly, senyor dels negres de Gineva. Aquest rey es lo pus rich el pus noble senyor de tota esta pertida per labondançia de lor lo qual se recull en la suua terra / Aqueste señor negro es apelado Musse Melly, señor de la gente negra de Guinea. Aqueste rey es el más rico y más noble señor por la abundancia del oro que recoge en su tierra». El retrato de Mansa Musa se sitúa entre las inscripciones que sitúan Tembuch (Tombuctú), uno de los núcleos comerciales más importantes de la época, y Geugeo (Gao), otro centro importante de las rutas comerciales, que más tarde fue la capital política del Imperio songhai, uno de los mayores imperios islámicos de la historia.

Mapamundi en el que en la parte inferior aparece Mansa Musa. (Biblioteca Nacional de Francia)

En Mansa Musa. Peregrino del desierto, rey de Tombuctú (2018, Almuzara), el escritor Miguel Guerrero describe: «Mansa Musa, recientemente, ha sido considerado como la persona más rica de todos los tiempos, ajustada su fortuna a la inflación. Controlaba la totalidad de la producción y el comercio del oro desde la jungla del África Occidental hasta el Mediterráneo. También la sal y el comercio de esclavos». «Profundamente religioso», continúa, «instituyó el islam como la religión de su país, respetando las creencias animistas y de brujería de sus súbditos. Acompañado de 10.000 personas y camellos atravesó el desierto del Sáhara e hizo peregrinación a La Meca, el Hajj, cumpliendo así con el quinto pilar de la creencia islámica, y a su paso por El Cairo, el oro de su caravana, gastado sin límite, produjo la caída de su valor a un nivel insospechado que duró varias décadas, pero que dio a conocer las riquezas y el poder de Mansa Musa y el Imperio de Malí».

Según el artículo Mansa Musa I de Malí: oro, sal y relato en el África Occidental Medieval, de Charlie Harris, investigador en la Universidad de Oxford, «la Historia de la Edad Media ha ignorado a África sistemáticamente. Los estudiosos se han centrado en Europa y Oriente Medio, analizando habitualmente la relación del oro en las Cruzadas y las guerras religiosas entre estas dos culturas, pero ignorando el origen del oro en cuestión; más de la mitad de ese oro procedía del Imperio de Malí«.

El mansa Abubakari II quiso expandir al comercio maliense con una expedición atlántica de más de 2000 embarcaciones y jamás volvió

En el libro de sala de la exposición Caravanas de oro, fragmentos en el tiempo: arte, cultura y comercio a través de la África Sahariana Medieval, la historiadora Kathleen Bickford Berzock explica que «por cada pepita de oro extraída» había que entregar otra «de igual peso» al rey de una tierra plagada de minas de este mineral. Poco se sabe de Mansa Musa -el África negra no ha sido tradicionalmente el centro de interés de los historiadores-, y lo que se sabe de él, más allá del Atlas Catalán, procede de fuentes de historiadores y escribas árabes. De él se sabe que nació alrededor de 1280 y que pertenecía a una estirpe de reyes. Llegó al poder en 1312, en «un puesto similar al que hoy se consideraría como vicepresidente de un país como Estados Unidos«, cuenta la web del canal SkyHistory, y fue designado regente por el mansa Abubakari II, con quien no tenía lazos de sangre, y quien quiso expandir el comercio maliense con una gran expedición atlántica de más de 2000 embarcaciones y jamás volvió. Durante un tiempo se esperó al regreso de Abubakari II, hasta que finalmente coronaron mansa a Musa.

En un artículo de la BBC del año 2000, la periodista y antropóloga canadiense Joan Baxter habla de la presencia de africanos en Suramérica mucho antes del tráfico de esclavos y cita al responsable de una investigación sobre el viaje, Tiemoko Konate, que apunta a que la expedición acabó en 1312 en Recife (Brasil): «Otro topónimo de Recife es Pernanbuco, que pensamos que es una mala comprensión del nombre mandé (idioma de África Occidental) con el que designaban las minas de oro del Imperio de Malí: Boure Bambouk«. Volviendo a Mansa Musa, durante su reinado se vivió el clímax económico y cultural del Imperio de Malí. «En 2019, la persona más rica del mundo era Jeff Bezos, que contaba con una fortuna de 107.400 millones de euros», describe Harris en su artículo, «mientras que en el siglo XIV, la riqueza estimada del emperador de Malí equivale a 367.000 millones de euros de hoy«.

«En 2019, la persona más rica del mundo era Bezos, con una fortuna de 107.400 M de euros. En el siglo XIV, la riqueza estimada del emperador de Malí equivale a 367.000 M de euros de hoy»

El Dr Gus Casely-Hayford, historiador cultural del King’s College de Londres, aparte de en la riqueza, insiste en este artículo en el aspecto identitario y cultural del reinado de Musa. «Mansa Musa se propuso convertir Tombuctú en la nueva capital cultural de su imperio. Era un dirigente radical; buscó mejorar los sistemas para registrar la tradición oral en su reino -que ya eran sofisticados- fomentando el uso de la escritura árabe. Pero, además, construyó su nueva ciudad como un gran centro de conocimiento, con magníficas bibliotecas […]. Tombuctú se convirtió en un próspero centro de aprendizaje, atrayendo a académicos y estudiantes de toda África Occidental y más allá. Este enfoque casi fanático en el conocimiento y la narrativa histórica y la celebración de los historiadores se convirtieron en parte integral de los modelos cívicos y legislativos de muchos estados de África Occidental que surgieron durante los siglos siguientes».

Y eso a pesar de que el Imperio de Malí, que en medio millón de kilómetros cuadrados aglutinaba diferentes lenguas y culturas, era difícil de gobernar. «Musa se enfrentó a la tarea de gobernar sobre un pueblo difuso con poco sentido de pertenencia inherente al territorio en el que se extendía su territorio. Así que apostó por el control militar: Malí mantuvo un ejército permanente de decenas de miles, y en África Occidental se temió durante siglos a su caballería», escribe Harris. Pero Musa también entendió que el éxito no podía llegar sólo a base de fuerza bruta, sino que los súbditos tenían que sentirse «parte de algo más grande que ellos mismos». Malí, a su vez, también quiso estrechar vínculos con la comunidad islámica: «Los eruditos musulmanes tenían un acceso sin precedentes a las matemáticas, ciencia y misticismo de la India, Irán, Grecia, Egipto y China. El uso sistemático de esclavos para el trabajo y la producción creaba tiempo libre para que otros se especializaran, perfeccionando sus oficios. Los eruditos musulmanes eran conocidos como los principales expertos en sus campos de estudio, lo que los convirtió en excelentes asesores de reyes, comerciantes y guerreros de todo África Occidental, consolidando así su relevancia cultural en la región». La famosísima Mezquita de Djingareyber fue un encargo del propio Mansa Musa a un arquitecto y poeta granadino -sí, granadino-, Abu Isaq Es Sahelial que pagó 170 kilos de oro por levantar una de las joyas arquitectónicas de la zona, Patrimonio de la Humanidad, y que acabó convirtiéndose en embajador de Musa en Fez.

Un soldado de la ONU junto a la Mezquita de Djinguereber en 2013. (Reuters/Joe Penney)

No se sabe exactamente ni cómo ni cuando murió Mansa Musa, aunque los últimos contactos diplomáticos que tuvo estiman que alrededor de 1337. Después de su muerte, el Imperio de Malí vivió un tiempo de inestabilidad y declive, y finalmente acabó absorbido por el Imperio songhai. Además, el brote de peste negra que asoló Europa y el norte de África, aunque no llegó a Malí, interrumpió las rutas comerciales del Sáhara y sumió a la región en una crisis que hizo que la región acabase siendo conquistada por el Sultanato Saasí y que el esplendor auspiciado por Mansa Musa se perdiese en la historia.

Fuente:https://www.elconfidencial.com/cultura/2023-07-24/mansa-musa-rey-de-mali-hombre-mas-rico-historia_3691666/

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