La socialité brasileña, una de las mujeres más ricas del planeta, ha fallecido a los 87 años llevándose con ella los secretos de la muerte de Edmond Safra
JORGE C. PARCERO / VANITATIS
Cuando Edmond Safra murió por inhalación de humo tras encerrarse en una habitación del pánico en 1999, era uno de los banqueros privados más ricos y reservados del mundo. A raíz de su muerte, su viuda Lily Safra, gran amiga del príncipe Carlos, se convirtió en una adinerada viuda, con una fortuna de más de 3.000 millones de euros.
En una historia digna de película, tres años más tarde, un exsoldado estadounidense que trabajaba como enfermero del solitario Safra fue condenado por causar su muerte después de que un extraño plan para ganarse el favor de su empleador fracasara. Admitió haber provocado un incendio en una papelera, alegando que había intrusos y esperando ganarse la gratitud de los Safra «salvándolos». Pero el fuego se descontroló.
Sin embargo, los rumores sobre lo sucedido en el interior del blindado edificio Belle Epoque, donde el banquero de origen libanés tenía un dúplex de 20 habitaciones que llegó a ser la casa más cara del mundo, continuaron. Se achacó su muerte a la mafia rusa, a los cárteles de la droga colombianos o a unos supuestos socios japoneses que sospechaban que les había engañado en un trato. Entonces su viuda, cuya vida ya había sido golpeada por la tragedia, se encontró con que ella tampoco podía escapar a los rumores e insinuaciones.
Salió a la luz que, apenas unas semanas antes del incendio, había trasladado a los guardias de seguridad entrenados por el Mossad que protegían a su marido a la finca familiar en Francia. También se dijo que habían desaparecido las cintas de vídeo de las principales cámaras de seguridad y se reveló que no era la primera vez que uno de sus maridos moría en circunstancias misteriosas.
Cuando su segundo marido, Freddy Monteverde, se suicidó en 1969, se dijo que se había disparado en el corazón no una sino dos veces, pero los investigadores solo recuperaron una bala. También se afirmó que los detectives habían perdido las dos principales pruebas: la pistola y el proyectil.
Más tarde se supo que dos meses antes de su muerte, Safra había cambiado su testamento, eliminando a sus dos hermanos y dejando el control de su fortuna a Lily. Las tres hermanas de Safra también acudieron a los tribunales de Ginebra alegando que su viuda estaba obstaculizando sus herencias millonarias.
Pero ninguna teoría de la conspiración se pudo demostrar y Lily Safra nunca concedió una entrevista sobre este o cualquier otro tema. Se trasladó a Londres y utilizó su considerable fortuna para apoyar a organizaciones benéficas favorecidas por su buen amigo el príncipe Carlos.
Hija de un ingeniero ferroviario de origen escocés que emigró a Brasil, nació con el nombre de Lily Watkins en 1934 en Río de Janeiro. Su madre era una judía emigrada de Polonia. La familia gozaba de una buena situación económica, pero no era rica. Pero lo que le faltaba en dinero, lo compensaba con belleza y su encanto. También era inteligente y hablaba al menos cinco idiomas.
Un Uruguay conocería a Mario Cohen, un judío italiano nueve años mayor que ella, cuya familia tenía un exitoso negocio de medias. Se casaron en septiembre de 1952 y pronto tuvieron tres hijos. Pero el matrimonio no fue feliz y, tras divorciarse de Cohen –y obtener una generosa indemnización–, se casó con Alfredo ‘Freddy’ Greenberg, que más tarde cambió su nombre por el de Monteverde, jefe de un negocio brasileño de distribución eléctrica. Pero cuatro años después de casarse, se suicidó dejando a su viuda una considerable fortuna.
Lily conoció a Safra cuando le pidió consejo sobre cómo invertir los 220 millones de euros que había heredado de su segundo marido. Safra se enamoró de la bella viuda pero su noviazgo fue accidentado y él rompió las relaciones, algo a lo que ella respondió de forma dramática. En Acapulco, en 1972, se casaba con el empresario británico de origen marroquí Samuel Bendahan. Se dice que su propósito era dar celos a Edmond y vaya si lo consiguió, ya que a los dos meses los recién casados se separaron.
Lily y Safra se dieron el ‘sí, quiero’ en 1976 en una glamurosa boda a la que asistieron Ronald y Nancy Reagan y el Aga Khan. A principios de los ochenta se instalaron en Nueva York, convirtiéndose en miembros clave de la élite social de Manhattan y en amigos de Aristóteles Onassis, Mijail Baryshnikov o Frank Sinatra.
Delicada y esbelta, con su pelo rubio inmaculadamente peinado, su vestuario de alta costura y sus joyas de diamantes y platino, era conocida por sus fastuosas fiestas y su impertérrita filantropía y generosidad. De hecho, una vez envió a todas sus amigas zapatos de Manolo Blahnik después de que su secretaria se encargara de conseguir sus respectivas tallas.
Pero no toda su vida fue un camino de rosas. En 1989, su hijo Claudio y su nieto de tres años murieron en un accidente de coche, una tragedia de la que nunca se recuperó. A partir de entonces, se dedicó a la vida social, a la filantropía, a mantener su aspecto juvenil y a gastar mucho mucho dinero. Por ejemplo, en 1988, los Safra compraron una enorme villa en la Riviera francesa en la que Lily se gastó dos millones de dólares en decorar tan solo su dormitorio.
Sus problemas de salud en los últimos años la llevaron a mudarse de Londres a Ginebra, donde finalmente ha fallecido a los 87 años. Sus desavenencias con la familia de Safra nunca llegaron a resolverse. No asistieron a la recepción después de su funeral y las cosas empeoraron por su decisión de no enterrar a Edmond en la parcela de la familia en Israel, sino en Suiza, donde su ataúd finalmente se ha unido al de él.
Fuente: https://www.vanitatis.elconfidencial.com/celebrities/2022-07-12/lily-safra-muere-millonaria-escandalo-maridos_3459367/